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Arequipa

Con la boca abierta

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Brasil abre la boca y me la deja abierta a mí.  Abierta de envidia, después de leer el artículo bajo ese título, en la edición 1.080 de Babelia, el suplemento cultural de El País.  Nuestro vecino, que ocupa el 47% del continente, es una de las “nuevas centralidades” del arte contemporáneo.  “Brasil está en ebullición, cada vez hay mayor actividad en torno al arte contemporáneo, museos, galerías, mucho grafiti y Street art. Especialmente toda la producción urbana en las periferias es muy fuerte.  Estamos en un momento muy especial”, afirma Marcelo Araujo, secretario de Cultura del Estado de Sao Paulo.

Mientras leo que en Brasil se han tomado iniciativas de apoyo a las artes, entre ellas una ley de mecenazgo, y que solo el estado de Sao Paulo tiene 415 museos, de los cuales 300 son públicos (del Gobierno Central, del regional, del municipal y otras fórmulas), no dejo de pensar en la preocupante realidad local.  Al menos en Lima ya se ven algunas iniciativas importantes como la recién inaugurada Lima Photo 2012, la feria internacional de galerías de arte especializadas en fotografía, mientras en Arequipa se abrió el Palacio ese de ¿Bellas Artes? con el nombre ¿aprobado por?  Mario Vargas Llosa.

No es que en Brasil las cosas hayan pasado por arte de magia.  Procesos de construcción de una política cultural del país se dieron años atrás.  Lineamientos básicos para que el sector público y el privado trabajen en armonía.  En tiempos de bonanza, las instituciones públicas reciben mayor apoyo económico, explica Araujo.  Ya en los años noventa salió una ley denominada de Organización Social.  Se incentivaron las asociaciones privadas para la gestión de un museo, una orquesta o un teatro a las que el Gobierno otorgaba un presupuesto que debía ser complementado con financiación privada.

De esa manera, tanto las instituciones públicas como las privadas han ido profesionalizando sus equipos de gestión cultural, y ahora trabajan planificadamente frente al nuevo reto de APRENDER A TRABAJAR EN RED, buscando una articulación entre la labor del Estado y la sociedad civil, para equilibrar el peso que hasta ahora recae más en el Estado.

Las Fábricas de Cultura son un ejemplo.  Centros creados en sitios de “vulnerabilidad social”  que se gestionan en red, de manera solidaria, con la participación de gente del lugar, de profesionales líderes y experimentados, de instituciones ya establecidas y con la cooperación internacional.  Brasil ha asumido un CAMBIO DE MENTALIDAD.  Reconocen su diversidad, la alteridad y la multiplicidad de procesos, y sus líderes quieren trabajar en equipo para potenciar sus fortalezas.

Sigo con la boca abierta de envidia.  Ninguno de los conceptos que integran la visión cultural de Brasil como país me resultan familiares en la segunda ciudad del Perú que, ad portas de celebrar su 472 Aniversario de Fundación, regala a sus habitantes con un ¿teatro?, o llamémoslo un recinto de usos múltiples, en el que ninguna Sinfónica que se precie de tal querrá interpretar por su pésima acústica.

Aguafiestas e inconforme me dirán.  Indignada me siento.  Las obras inauguradas recientemente y las que están en construcción no reflejan ningún estudio previo para su uso posterior.  Aquí no hay evidencia de procesos de pensamiento que deberían sustentar cualquier actividad humana.  ¡Qué pena!

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