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Arequipa

El yaraví: una historia de cambios

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Legendario. El famoso Trío Yanahuara, entre los últimos cultores contemporáneos del tradiciional Yaraví arequipeño.

El antecedente más remoto del yaraví (aravi) aparece en una de las crónicas del Inca Garcilaso, versos quechua de cuatro sílabas cuya traducción recoge Raúl Porras Barrenechea en su artículo “Notas para una biografía del yaraví”: Al cantico / Dormirás / Medianoche / Yo vendré. Lejos de ser esa canción triste característica del género es más una invitación no al amor, como señala Porras, sino más bien al solaz sexual.

El canto quejumbroso, lastimero, haría su primera aparición muchos años después –hacia 1780- en la escena V del drama quechua Ollantay. Traducida al castellano dice: Dos amantes palomitas / Tienen pesar, se entristecen, /Gimen, lloran, palidecen, / Con un inmenso dolor. Cusy-Coyllor, una vez finalizado el canto, exclama: “Verdad dice este ‘haraui’; basta de cantar, pues ya mis ojos se convierten en torrentes de lágrimas”.

El cura de Sicuani Antonio Valdés, traductor del Ollantay, adaptaría el vocablo quechua “haraui” a “yaraví” (palabra de acentuación aguda que no existe en la gramática quechua), primer mestizaje de orden lingüístico de lo que en el Incario se conocía como “aravi”, “haraui”, “araui”, “haravi” o “harawi”: canción no necesariamente triste, por lo general festiva y tocada al son de la flauta o de la quena, más afín a los versos rescatados por el Inca Garcilaso que al cantar que tanto conmueve el corazón de la ñusta Cusy-Coyllor…

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