"la Constitución de 1993 no es una diosa pura y virtuosa, ni por su origen, ni por su contenido. Pero, tras ser promulgada, tuvo que ser acatada como la ley de leyes de nuestro país o, más bien, impuesta como el lecho de Procusto en el cual los ciudadanos honestos, expoliados y discriminados están obligados a acostarse"