Algunas personas parecían no entender qué sucedía. Las sirenas comenzaron a sonar a las 10 de la mañana. Los trabajadores de instituciones públicas y comercios privados se mostraron más organizados para localizar los lugares más seguros frente a un sismo. No obstante, muchos peatones no caían en la cuenta del simulacro.
Los efectivos policiales debieron detener el tránsito ya que muchos conductores proseguían su marcha. De la misma forma el simulacro sorprendió a un grupo de estudiantes de la Universidad San Agustín que en ese momento realizaban una protesta.