Estamos en la azotea de un restaurante de su propiedad y frente a ella no quiere cámaras de video ni grabadoras de audio, a pesar de tratarse de la primera entrevista que da a la prensa desde la muerte de Sharon, hace tres años.
Hemos terminado de agradecer los alimentos y con los primeros vapores de la sopa caliente saltan las primeras interrogantes de cómo era Sharon en vida, pero mi entrevistada no puede evitar referirse a la tortura que pudo haber sufrido su hija antes de ser asesinada. “Una uña le cortó su manito” refiere Venecia, entonces, algunas de sus percepciones y conclusiones nos llevan irremediablemente a la noche del 13 de julio…
Venecia está alterada y asustada pero más puede su fe, así que se pone a rezar. Todo el día estuvo buscando a Sharon, hizo decenas de llamadas pero ninguna con la respuesta certera. Todos sabían a dónde se dirigió Sharon aquella tarde del 13 de julio, todos sabían que había sido invitada a almorzar…
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