El paraĆ­so del olvido

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Vigilante. El Misti, en el fondo, no pudo hacer nada para evitar se desnaturalice un sector de sus dominios y el domo verde se interpuso en su lĆ­nea de vista en lo que fue el Patio Puno.

ā€œPara quĆ© ir a Acapulco, con Tingo es suficienteā€, decĆ­a un viejo vendedor de molinetes con diente de oro y buena labia, a principios de los 90, cuando el balneario era aĆŗn una fiesta a la brasa del sol y los niƱos corrĆ­an de piscina en piscina, ajustados en sus pinochitos de un solo color, cargando pelotas y helados.

El historiador HĆ©ctor BallĆ³n Lozada cuenta que antaƱo todos los jĆ³venes de los barrios de la ciudad llegaban muy temprano al balneario, en tranvĆ­a. Unos iban directo al chapuzĆ³n, y otros a treparse en una especie de palo encebado que colocaban en la glorieta central del lago, donde se premiaba la destreza de los muchachos.

Los recuerdos del Arquitecto Luis Maldonado sobre Tingo son fundacionales y funcionales, puesto que, segĆŗn Ć©l,Ā  el balneario toma ese nombre porque era una estaciĆ³n de baƱos construida a partir de la apariciĆ³n del ferrocarril. Como muchos arequipeƱos de su generaciĆ³n, Maldonado aprendiĆ³ a nadar en las piscinas de Tingo y gozĆ³…

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