En medio de gran reserva, las autoridades de la Universidad Nacional de San Agustín confirieron el grado de Doctor Honoris Causa a la arequipeña, presidenta del Congreso de la República, Ana María Solórzano Florez, quien es abogada de profesión.
La desafortunada decisión no hace sino confirmar la mercantilización y politización de estos grados honoríficos que otorga la Universidad como máxima expresión de reconocimiento a los logros académicos y /o trayectoria científica de los homenajeados. Con todos los méritos que se le puede reconocer a Solórzano, desde su belleza, hasta la forma ponderada como ha asumido la conducción de los debates en el Congreso; ninguno de ellos es de carácter académico o científico, por lo que la aceptacón de este título la desmerece, así como a la UNSA.
Claro, las autoridades actuales no han hecho sino seguir una larga tradición de anteriores autoridades universitarias que intentaron todo tipo de acomodos políticos y judiciales (para eludir la acción de la justicia) mediante estos títulos honoríficos a personajes de toda laya que prácticamente prostituyeron la autoridad académica de la UNSA. Lástima.