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Arequipa

¿Todos somos Rosa Chumbe?

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¿Qué le pasó a Rosa Chumbe, la de la película, para que llegue a su situación? ¿En qué momento se jodió su vida? ¿Por qué su indolencia burocrática, su aburrimiento, su abulia moral, su desencanto y desapego emocional? Son preguntas que el espectador se hace y que el director Jonatan Relayze deja que las llene con sus propias respuestas. Teniendo cadáver y policía, esta película – que es lo opuesto a una historia policial, pues ni tiene el ritmo del cine noir y en ella “no pasa nada” -, me mantuvo atento todo el tiempo y sentí que el final llegó demasiado pronto.

Este cronista, que no es experto en análisis de la imagen, si puede señalar que la virtud principal de la película es que la narración de la no-historia es notable, pues el guión lleva por unos meandros -como los callejones de El Agustino- en donde a la vuelta de la esquina cualquier cosa puede ocurrir. La narración tiene la capacidad de mostrar, sugerir, o insinuar situaciones y a la vez callar, silenciar otras, de manera que la intriga está allí, en la vida cotidiana de millones de peruanos, acosados por la miseria económica y también por la moral. ¿Por qué Rosa Chumbe no toma el timón de su propia vida? ¿Por qué se ha desarraigado del mundo de los afectos, al punto que casi ha arrancado de sí la ternura, que apenas aflora un instante frente  a su nieto? Porque bien mirado, ni el trago le da placer ni el juego, esperanza; pero forman parte de su rutina nocturna, rutina necesaria para llenar los huecos de una vida vacía.

Y es que, como escribe Sebastián Salazar Bondy enLima la horrible: “En el alma de la multitud, cuyos adelantados mendicantes pordiosean en pleno Jirón de la Unión, está profundamente arraigada la certeza de que súbitamente puede abrírsele a uno cualquiera el camino de la fortuna… Las puertas de la riqueza se abren en la lotería, en el juego hípico, en el golpe de suerte, en una vasta trama de envite que comienza en el ridículo concurso que premia cupones con casas, automóviles, televisores…”

¿Por qué Rosa Chumbe no se sacude y toma el timón de su propia vida? Es la pregunta que quedan pendiente y que algún espectador se hará a sí mismo. ¿Por qué el pacto infame de hablar a media voz?, se preguntó hace más de un siglo González Prada. ¿Por qué esa parálisis frente al destino, supuestamente escrito sobre nuestro futuro?

Sólo queda desear que la película circule por el mundo popular con la copia pirata y el préstamo fraterno, que no sólo los policías la vean; que Liliana Trujillo, que encarna a Rosa Chumbe, como Cindy Díaz en el papel de su hija, no se conviertan en estampitas como Sarita Colonia sino en referentes subversivos que impulsen hacia la libertad, la igualdad y la fraternidad; que veamos la conexión entre Rosa Chumbe y los incendios, entre Chumbe y el alcalde; entre Chumbe y el ministro de Trabajo, entre Rosa y las bandas policiales; así como la desconexión entre Chumbe y los bomberos y entre Rosa y Patricia Donayre…Sí, la Patria está en peligro y las Rosas Chumbes están chupando frente al televisor.

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