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#Hace20Años Arequipa: lo bueno, lo malo y lo feo en una década de fujimorismo y centralismo

Continuando con nuestra serie "Hace 20 años", el 17 de marzo del 2000 salió a circulación el tercer número impreso del semanario El Búho. En este reportaje se analiza los ámbitos de como se venía desarrollando la región, en base al centralismo imperante en aquel momento

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Continuando con nuestra serie “Hace 20 años”, el 17 de marzo del 2000 salió a circulación el tercer número impreso del semanario El Búho. En este reportaje se analiza el desarrollo de la región Arequipa, en base al centralismo imperante durante la década de mandato de Alberto Fujimori, tras su caida.

NOTA ORIGINAL

Autor: José Luis Ramos

En economía se caracterizó por una férrea tendencia neoliberal, últimamente combinada con algunas medidas populistas. En política, autoritario y obsesionado por el poder, según propia confesión, el régimen de Fujimori ha construido un modelo de desarrollo que ha permitido la superación de la crisis económica, sólo en las cifras estadísticas. Pese a todo, la popularidad del ingeniero Fujimori, se mantuvo en el ámbito nacional. Arequipa, como siempre, se distinguió gracias al testimonio del doctor Chávez Molina. Hoy sabemos que en esta tierra ganó el “no” cuando se puso a consulta la nueva Constitución.

Arequipa

El mandatario nunca olvidará la sonora silbatina que sufrió en el estadio de la UNSA. Arequipa siempre ha mantenido una conflictiva relación con el régimen y es que, como veremos, no le faltan motivos para protestar.

Infraestructura

La infraestructura básica es una preinversión que propician la modernización de las ciudades al atraer inversiones públicas y privadas, aunque no todos los gobernantes lo han entendido así en los gobiernos anteriores al del ingeniero Fujimori. En Arequipa se iniciaron, en algunos casos se concluyeron, importantes proyectos de infraestructura que constituirían la base del desarrollo de nuestro departamento.

Entre ellos podemos mencionar el proyecto Majes, Cerro Verde, la ampliación del puerto de Matarani, el Parque Industrial del Palomar, cemento Yura, Charcani V y el mejoramiento y la ampliación de la carretera Panamericana. La globalización y el vertiginoso avance tecnológico hicieron que todo esto no sea suficiente para andar al ritmo necesario para no ver decaer nuestra economía. Esto vale para todo el Perú, pero en especial para las provincias que a los factores foráneos deben sumar un centralismo asfixiante (Lima concentra el 53% del PBI, 35% de la población, 75% de la capacidad industrial, 79% de las colocaciones bancarias y 85% de las inversiones).

Durante los dos gobiernos de Fujimori nuestra infraestructura vial transversal no tuvo mejoras significativas salvo la 100 veces postergada pavimentación de la carretera Arequipa – Juliaca, que actualmente se encuentra en ejecución. Esto es todo un suceso, si consideramos que en el sur del Perú solo el 10.2% de las carreteras están asfaltadas.

En cuanto a la infraestructura ferrocarrilera debemos decir que prácticamente quedó inoperativa.

Durante dos décadas se la dejó morir, llegó a tener solo el 25% de sus máquinas funcionando. Luego vino un préstamo del Banco Mundial de 35 millones de dólares y la entrega en concesión por 30 años de los Ferrocarriles del Sur empresa Containers & Peruval, sin embargo hasta ahora no se nota ninguna mejora sustantiva. Muy lamentable, si recordamos la importancia que tuvo hace algunas décadas y si entendemos la potencialidad que posee para el proyecto de integración de la Macro región sur.

El sistema interconectado del Sur (SISUR) es un factor positivo. La unión en 1997 de las redes eléctricas de Arequipa, Socabaya, Tiabaya, Machupicchu, Juliaca, Puno, Toquepala y Tacna han permitido obtener un excedente de 10%, pero que de por sí aislado no puede convocar importantes inversiones En los sectores productivos, Arequipa cuenta con un puerto mayor, Matarani, y dos menores, Mollendo y Atico, además de la caleta de Quilca y Matarani operativo desde 1947 y renovado en 1984, sólo se ha movido por inercia.

En la última década, casi se ha perdido totalmente el tráfico de exportaciones bolivianas, el que se ha trasladado a puertos chilenos.

No se ha invertido en la renovación ni en los equipamientos operativos de los puertos. El mantenimiento de las naves, el abastecimiento del agua y combustible, el avituallamiento, la carga y descarga se hacen con tecnología atrasada ocasionando esperas y mayores costos a las compañías navieras. Lo mismo sucede con las operaciones de retro puerto (almacenaje, embalaje, despacho y control). Además, hay que tener en cuenta que el éxito de un puerto depende en gran medida al sistema vial al cual está conectado. En este caso es el del ferrocarril, pero ya hemos señalado la grave crisis por la que atraviesa este sector.

Pese a todo, el movimiento total de mercadería ha tenido un crecimiento de 23.6% en 1995 fue de 849 mil 345, 98 toneladas y en 1998 de 1 millón 50 mil 135 toneladas. El aumento de volúmenes ha venido todo por el lado de las importaciones de autos usados. Pero según los expertos esto no va a durar mucho tiempo más (en 1996 ingresaron mil 825 ton. Y en 1998 46 mil 707, es decir, un crecimiento de 2 mil 559 por ciento).

Pero estos datos pueden resultar engañosos sino los comparamos con el puerto de Arica, por ejemplo. El terminal marítimo chileno en el periodo 94 – 95 recibió 469 naves y 1024708 TM, mientras que Matarani Atendió 179 naves que llegaron con 842726 TM.

Esto resulta contradictorio si tenemos en cuenta que el puerto de Matarani está mejor ubicado que sus pares de Arica, Iquique. Pero estos dos están mucho mejor equipados.

Muy relacionadas con la actividad de los puertos están las dominadas zonas francas. En el Perú, en 1989 se crearon las industriales de Ilo y Matarani y la comercial de Tacna. Sólo la última tuvo cierto éxito. En 1996 se intentó modificar la situación con la creación de los centros de exportación, transformación, industrias, comercialización y servicios (CETICOS). Pomposo nombre para el conjunto de talleres que se dedican a cambiar de lado el timón de los vehículos importados de segundo uso y es que la escasez de recursos locales hace poco atractivas las condiciones para invertir. La dependencia externa y su baja capacidad tecnológica hace el resto.

Algo similar ocurre en nuestro aeropuerto cuyo pavimento y longitud de pista de 2980 kilómetros hacen imposible el arribo de naves de gran tonelaje. Nada se ha hecho a pesar que el movimiento aéreo en Arequipa creció en 400% de 1991 a 1997.

Muevan las Industrias

El gobierno de Fujimori se caracteriza por haber pasado de manera traumática del proteccionismo a la apertura total. Muchas industrias colapsaron y otras sólo sobreviven, las de Arequipa no son la excepción.

El modelo económico vigente, que controla la inflación con la recesión, ha hecho que el 70% de las industrias mineras tengan capacidad instalada ociosa hasta en un 30%.

El 80% de los equipos fueron adquiridos antes de 1990 y sólo 12% tiene plantas automatizadas totalmente.

Un análisis del PBI puede dar luces acerca del problema de las Industrias. En 1992 Arequipa tenía el 6.35% del PBI nacional y en 1996 sólo el 6%. Si consideramos que nuestra región alberga al 18% de la población nacional, podemos concluir que existe un déficit de 5%.

Pero lo más grave tal vez no esté en la reducción de la actividad económica, sino en el tipo de sectores que están concentrados en las inversiones. Hay una tendencia a la postergación de la economía regional con la consecuente caída de la actividad manufacturera combinada con el crecimiento del sector terciario.

Industria sin chimeneas en Arequipa

Aunque el número de turistas ha aumentado en los últimos años, la calidad de los servicios y el tamaño de las empresas relacionadas con esta actividad económica no han registrado mayor avance. Y es que, a pesar de que los atractivos son locales, los operadores son de la capital. El turismo también está marcado por el centralismo. Paradójicamente, a medida que iba aumentando el número de visitantes extranjeros, iba disminuyendo el número de agencias de viajes.

En lo que se refiere al turismo interno, es notorio su decrecimiento. En una economía de subsistencia no basta declarar días feriados para que la población viaje en busca de atractivos turísticos.

El patito desempleado

El efecto más pernicioso del modelo económico que patrocina el gobierno es sin duda el desempleo. Según la encuesta Nacional de Hogares de 1997, el desempleo en el país es de 8.3%. No existen datos oficiales sobre esta variable en nuestra región, pero utilizando algunos estudios del INEI y otros elaborados por profesionales independientes se llega a la escalofriante conclusión que Arequipa es el departamento con mayor índice de desempleo en el Perú. Nada menos que el 15% casi el doble del promedio nacional. En tanto el subempleo llega a 65% y sólo un 20% está empleado adecuadamente.

La situación se agrava si consideramos que quienes tienen un empleo laboral, en su gran mayoría están en sectores no productivos propiamente dichos.

Veamos ahora los niveles de ingreso. Un estudio de convenio PROSUR, UNSA, CAF encontró que, entre abril y septiembre del año pasado, había registrado una disminución preocupante en valores constantes de 329.5 dólares a 307.6 dólares mensuales (promedio). Si analizamos esta variación por estratos, encontraremos que el sector más acomodado ha visto crecer sus ingresos, mientras que el resto cada vez gana menos.

El aspecto social en Arequipa

El hecho que la provincia de Arequipa concentra el 85% de la población de la región, provoca distorsiones al momento de evaluar niveles de pobreza. Pues los promedios parecerán bastante aceptables a los funcionarios públicos que parecen no darse cuenta que tras las cifras estadísticas departamentales se oculta una penosa realidad sufrida por los pobladores de las zonas alto andinas y rurales de Arequipa, que no se diferencia en nada a la vivida en los lugares más pobres del país.

En 1993 el 41% de los hogares en la región tenían por lo menos una necesidad básica insatisfecha. Otro dato que preocupa es que, si bien el analfabetismo se viene reduciendo porcentualmente año tras año, no sucede lo mismo en cifras absolutas. La realidad es que cada vez hay más iletrados. Y la calidad de la educación sigue dejando mucho que desear sobre todo en las zonas alejadas.

El trato a la Universidad Nacional de San Agustín merece mención aparte. Pese a haber sido una de las pocas universidades estatales que ha progresado de manera continua, el gobierno ha venido recortándole sistemáticamente su presupuesto.

En cuanto a salud, es innegable la disminución de enfermedades fácilmente prevenibles, pero hay indicios que está ocurriendo lo que se llama la transición epidemiológica. Esto es, el incremento de las enfermedades con causas de orden estructural, con respecto a las frecuentes y estacionales.

Otro aspecto a tener en cuenta es la debacle de las organizaciones sociales. Prácticamente no ha quedado sindicato en pie y hasta entidades como la Cámara de Comercio no logran recuperar el liderazgo que las caracterizó en épocas pasadas. En tanto las nuevas organizaciones nacidas de la necesidad, como los comedores populares, vienen desnaturalizándose por el chantaje electoral, y el descarado intento de hacerlas parte del clientelismo político.

En cuanto a la vivienda, mediante ENACE y el Banco de Materiales, se logró construir, entre 1981 y 1993, alrededor de 30 mil casas. Sin embargo, este crecimiento urbano no se enmarca dentro de un plan de desarrollo integral. Los municipios se vieron afectados en esta importantísima tarea por las atribuciones otorgadas a COFOPRI y se teme que la cosa empeore con el PROFAM.

La institucionalidad

Durante estos diez años de gobierno, su mayoría parlamentaria ha conseguido destruir o desnaturalizar a las instituciones que deben velar por la democracia y el estado de derecho.

Producto del centralismo, y bajo la fachada de establecer sedes descentralizadas, el Tribunal Constitucional dejó de funcionar en Arequipa y se instaló en Lima; aunque mutilado como está, no tiene mayor actividad.

La Corte Superior de Justicia de Arequipa se ha visto fortalecida en cuanto a infraestructura y equipamiento; pero en cuanto a su esencia deja mucho que desear. La mayoría de sus jueces son provisionales y suplentes. Además, se ha destruido la tradicional majestad de los vocales superiores para que en la sala plena elijan al presidente de la Corte. La comisión ejecutiva primero establecido qué tan alto cargo sería alcanzado por concurso y luego, desde 1999, se optó por Designar al presidente a dedo. Una lástima que el Dr. Berly Cano, magistrado de intachable trayectoria, haya tenido que llegar a este puesto mediante ese sistema.

La Defensoría del Pueblo es una de las pocas instituciones que ha logrado mantenerse totalmente independiente al régimen. La evaluación de su actuación, especialmente en cuanto a la liberación que de los inocentes se hizo con otras instituciones, es muy loable. Su representación en Arequipa, también ha tenido importantes avances.

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Autor

  • Redacción El Búho

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