Las elecciones generales de Perú de 2000 se realizaron el domingo 9 de abril y la segunda vuelta el domingo 28 de mayo de ese año. Alberto Fujimori, en el cargo desde 1990, se presentó para un tercer mandato mediante la alianza electoral Perú 2000. Su principal contrincante sería Alejandro Toledo Manrique, del partido Perú Posible. Este reportaje publicado en la edición N° 5 del semanario El Búho, el 31 de marzo del 2000, nos narra el complicado escenario que pasaba nuestro país en aquel decisivo momento para la democracia. Estos comicios fueron controvertidos, además de una campaña electoral plagada de denuncias de intimidación, inconstitucionalidad, sobornos, y acusaciones de fraude electoral masivo. En ese momento, Alejandro Toledo encarnaba la renovación. Otras es la historia que se escribió a la larga, difícil de prever en ese momento. Les dejamos aquí el reportaje completo.
Publicación original del 31 de marzo del 2000
La primera vuelta es decisiva. El fujimorismo o gana en ella, o está perdido. La oposición tiene la obligación de unirse y defender su voto para salvar la democracia en el Perú.
Esta semana los analistas han coincidido en sostener que a Fujimori sólo le es posible ganar en la primera vuelta, puesto que una confrontación en el segundo round le sería, a todas luces, desfavorable. La primera vuelta se está convirtiendo, por lo tanto, en la segunda vuelta: allí se juega el partido de fondo y quienes no fueron capaces de forjar una alternativa unitaria al régimen, tienen el deber de demostrarle ahora al país que están dispuestos a sacrificar sus ambiciones para salvar la democracia.
Como nadie -salvo que la trafa gubernamental pasa por encima del previsible 10 por ciento de votos manipulables- va a obtener mayoría parlamentaria. Es obvio que un eventual gobierno de Toledo tendría, necesariamente que pactar en el parlamento con las otras fuerzas opositoras para gobernar el país. Somos Perú, Solidaridad Nacional y Avancemos son los llamados a formar, con el movimiento de Toledo, esa posible nueva mayoría.
Hay quienes piensan que si Andrade o Castañeda declinan sus candidaturas presidenciales, sus listas parlamentarias se desploman. El análisis es discutible: un gesto de desprendimiento podría, más bien, fortalecer a sus candidatos al Congreso y adelantar la concertación que los hechos exigirán después el 9 de abril. Y servir, indudablemente, para fortalecer a la única candidatura presidencial que están en condiciones de derrotar a Fujimori: la de Alejandro Toledo.
Andrade y Castañeda están, pues, notificados para que tomen una decisión histórica antes del próximo viernes. A Federico Salas le correspondería también hacer lo mismo; pero da la impresión que, si bien ha señalado repetidas veces que de ninguna manera piensa votar por Fujimori en la segunda vuelta, cabalgará con su candidatura hasta el 9, alentado por el ligero ascenso que mostró en las últimas semanas. Si Salinas y García Belaúnde, del Apra y AP, se suben al coche, no necesariamente la estarían haciendo un favor a Toledo; pues darían pie a que el fujimorismo (que por cierto cuenta con una lección de exapristas y populistas, como Absalón Vásquez o Jorge Trelles) trate de atacarlo por ese flanco.
En Arequipa, derrotar a Fujimori y apuntalar la candidatura de Toledo se ha convertido es un asunto de sobrevivencia. El contundente mensaje del alcalde Guillén, la cada vez más crítica posición de la Cámara de Comercio frente al asfixiante centralismo; y la rotunda actitud de trabajadores y pobladores, ha despertado verdadero encono en el fujimorismo y su eventual victoria, probablemente significaría un severo castigo para la ciudad ya bastante golpeada por las políticas gubernamentales de los años recientes
Conscientes del panorama, Fujimori y Absalón han realizado en este último tramo una brutal ofensiva a través de los medios masivos y en concentraciones populares. Un presupuesto incalculable se estaría dilapidando en los miles de omnibuses que a diario se contratan en diversos puntos del país para llevar a humildes madres de familia a las concentraciones que presiden ambos, acompañados ahora, de Francisco Tudela. A pesar de todo el aparato movilizado, los resultados no son lo que el régimen preveía. Así, Fujimori no pudo venir a Arequipa cómo era su intención hasta último momento porque la concurrencia en la plaza no era la mínima para garantizar el éxito. Es mas, de venir, hubiera salido muy mal parado, con la cantidad de contra manifestantes que abarrotaban los portales.
Por estas razones, la estrategia alternativa del régimen es apostar al voto en blanco o nulo y esa sería la consigna distribuida entre sus personeros, anular la mayor cantidad de votos posibles. En vista de que el cómputo para alcanzar el 50% considera sólo los votos válidamente emitidos, el actual 40% del mandatario podría convertirse, con un 15% a 20% de votos nulos en la mayoría requerida. No hay que olvidar que las elecciones de 1995, el porcentaje de votos nulos llegó a cerca de 40%, lo que explica la supuesta alta votación que obtuvo Fujimori en su primera reelección.
Por este motivo, es un deber moral que los candidatos, concertar para colocar personeros en la mayor cantidad posible de mesas, independiente de la decisión que tomen respecto a sus candidaturas presidenciales.
Por su lado, Alejandro Toledo se ha consolidado como fenómeno electoral, aunque con características diferentes al llamado tsunami Fujimori. En principio, la diferencia radica en que durante sus exposiciones ha sido capaz de articular propuestas coherentes y sólidas. En todos los foros a los que asistido y, especialmente, en el evento Creatividad Presidencial, ha dejado grata impresión entre los entendidos. Así, el analista José Luis Sardón, columnista de Expreso y sin vínculos con la oposición, ha calificado su discurso de excelente.
Además, Toledo ha sabido sintonizar con la gente en discursos de plaza, menos académicos y más comprensibles para la masa, que han sido calificadas de demagógicas. Especial atención del aparato de desprestigio del gobierno han merecido su mención al PRONAA, aunque durante el análisis nadie deja de reconocer que estas estrategias de sobrevivencia y el asistencialismo, no son un modelo de desarrollo al que debemos propender. Según ha aclarado, aunque algo tardíamente, nunca mencionó que la ayuda de la que dependen hoy muchas familias sería retirada.
Por último según grafíca nuestra portada, un elemento que indudablemente ha contribuido a la crecida arrolladora del candidato Toledo, ha sido su esposa, la belga Eliane Karp, bella a los ojos masculinos, pero sobre todo inteligente. Es lo que podría calificarse como una conspicua representante de la nueva generación de mujeres que, habiendo trascendido el feminismo de los sesentas, están más allá del debate sobre el rol de las mujeres en el mundo actual, simplemente lo ejercen. Será, si llega al gobierno, un elemento clave que aporte juicio y sensibilidad al gobierno, además de decencia a la política.
Ha sido la inobjetable ganadora -de lejos- de la competencia mediática que se llevó a cabo esta semana entre Laura Bozzo que presentó a su supuesta rival; y Gisela Valcárcel que, con más tino del que se esperaba de ella, entrevista a Eliane, incluso sobre aspectos íntimos. En los programas políticos, ha hecho gala de su competencia profesional, solidez intelectual y amor por el Perú. Las otras aspirantes a primera dama no tienen, en realidad, nada más que agregar. Menos aún en el caso del presidente candidato. Según algunos, lo más parecido a la cultura y el refinamiento de la esposa de Toledo, es su excanciller Francisco Tudela van Bruegel.
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