Mientras Arequipa vive sus peores días de pandemia y a menudo se viven escenas desgarradoras en hospitales, las autoridades locales piensan en la campaña 2021.
Diversos sectores han comenzado a pedir “espontáneamente”, la salida del jefe del Comando Regional Covid-19, general Edward Gratelly. El objetivo de estos pedidos sería descabezar el Comando y asumir un mayor protagonismo. En esos afanes, están tanto el gobernador regional, Elmer Cáceres, como el alcalde provincial Omar Candia.
Alcalde y gobernador están distanciados desde el inicio de la pandemia, por afán de protagonismo, y no se sientan a la mesa a dialogar. Se contradicen en cuanto a las medidas de cierre de mercados u operación de transporte y trabajan en compartimentos estancos, con lo que solo consiguen quedar mal, ambos. A eso se suma la presencia de agendas propias de los empresarios de la CCIA, los transportistas, comerciantes y hasta los gremios médicos, algunos de los cuales se muestran altamente politizados.
Ha surgido también un grupo de trolls en redes que niegan la existencia de la pandemia y la atribuyen al afán de imponer el proyecto Tía María, entre otras versiones disparatadas. ¿Quién los mueve? ¿Acaso la normas flexibles en estado de emergencia que vivimos, son el motivo oculto detrás de agitar el cotarro?
Es obvio que el Comando y su jefe militar no fueron colocados allí para solucionar los problemas preexistentes, sino tomar decisiones estratégicas en conjunto, lo que no se ha podido. Las acciones concretas en Salud y servicios, en cambio, corresponden a las autoridades regional y municipal.
El comando con jefatura militar era más bien para asegurar el cumplimiento de medidas restrictivas o disposiciones del gobierno nacional si la cosa se descontrolaba; por lo que no es posible hacer evaluaciones de desempeño del jefe militar. En cambio, sí se puede poner un cero, por lo pronto, tanto al alcalde provincial, como al gobernador regional.
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