Las cifras de contagio de Covid-19, en Arequipa, comenzaron a crecer exponencialmente desde finales de junio. Es muy probable que en los próximos días superemos la barrera de los 100 mil contagios, con más de 1500 fallecidos; pero, después del pico alcanzado a fines de julio, la información del sector salud muestra que la tendencia ha comenzado a disminuir. Frente a ello, el presidente Martín Vizcarra ha señalado que está en evaluación la posibilidad de que se inicie la flexibilización de la cuarentena en la región. La medida es necesaria desde el punto de vista económico; pero, no deja de causar preocupación, desde la perspectiva sanitaria. Preocupa que el Gobierno tome estas decisiones a ciegas. En primer lugar, porque las estadísticas sobre Covid en la región no han sido confiables en todo este tiempo. Por ejemplo, las cifras de fallecidos siempre son menores los fines de semana, y no porque se produzcan menos decesos sino porque el procesamiento de esta información es menos eficiente los sábado y domingos. En todo este tiempo, tampoco, se ha recogido información que permita tomar decisiones para controlar el servicio de transporte, los mercados y el comercio ambulatorio. Tampoco se han implementado medidas para el retorno de actividades en conglomerados comerciales, como los ubicados en la calle siglo XX.
Es así que, si se retomaran las actividades productivas, lo más probable es que se haga siguiendo los mismos lineamientos que se establecieron en Lima. En otras palabras, otra vez se impondrá la óptica centralista que poco tiene en cuenta las singularidades de cada región.
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