Hace unas semanas, al ser preguntado sobre la situación actual de la política en Estados Unidos, Barack Obama afirmó que “… la negación de la realidad y de la ciencia puede significar el fin de la democracia […] lo vemos en la promoción del anti intelectualismo y el rechazo de la ciencia por parte de líderes que de alguna forma encuentran que el pensamiento crítico y los datos son políticamente inconvenientes“. Lo que expuso Obama es en extremo alarmante, y sin embargo se quedó corto, pues el rechazo incuestionable de la ciencia o de una realidad objetiva en favor de casi cualquier cosa es hoy una tendencia mundial, un problema social que va silenciosamente en aumento, con suficiente potencial para impactar muchísimo más que solo la democracia.
Y hay quienes están llamando a este fenómeno global “la era de la post verdad“, una época en la que la población ya no es capaz de distinguir entre realidad objetiva y opiniones, creencias, “realidades alternativas” o teorías de conspiración.
En tiempos de sufrimiento e incertidumbre como los que estamos viviendo, nuestro entendimiento individual y colectivo de lo que es real resulta ser una cuestión de vida o muerte, literalmente. Y con tantísima información y desinformación al alcance de nuestros dedos, la capacidad para distinguir verdad de falsedad resulta también una habilidad crucial. Desafortunadamente, estamos demostrando día a día que como población no estamos capacitados para discriminar realidad de lo que no lo es.
Que “el coronavirus no es real”, que “la tecnología 5G está causando el covid19”, que “las vacunas serán utilizadas para insertarnos chips y tenernos controlados”, que “el uso de las mascarillas no sirve para disminuir el avance del coronavirus”, que “el dióxido de cloro cura el coronavirus”, que “la OMS ha prohibido las autopsias”, que “la OMS y el Ministerio de Salud están coludidos con las grandes farmacéuticas para impedir el uso del dióxido de cloro”, que “todo es parte del plan secreto del Nuevo Orden Mundial para apoderarse del mundo”…
La facilidad con que aceptamos estas ideas como ciertas, la vehemencia con que las defendemos una vez aceptadas, la disposición con que las retransmitimos, la desproporcionada cantidad de población que las hace suyas, y su carácter transversal a todos los niveles de educación, sugiere, como no, una clamorosa falla de nuestros sistemas de educación en todos sus niveles: no nos están capacitando para saber distinguir realidad de lo que no lo es. Y las consecuencias pueden ser catastróficas.
¿Cómo discriminamos realidad de lo que no lo es?
Por supuesto que dar respuesta a esta pregunta es sumamente importante, y sin embargo no le estamos dando la trascendencia que deberíamos.
Sucede que los humanos somos naturalmente malos para distinguir realidad de los que no lo es; con demasiada facilidad dejamos que los sentimientos, las emociones, las pasiones, las ambiciones, los miedos, la imaginación, la superstición, los sueños, o las creencias del grupo determinen lo que individualmente creemos. Somos notablemente propensos a creer en la existencia de seres sobrenaturales o en teorías de conspiración. En todas las culturas, en todos los tiempos, la gente ha creído, por ejemplo, que las enfermedades y las calamidades son causadas o aliviadas por una variedad de entidades sobrenaturales como espíritus, hechiceros, demonios, “sustos”, dragones, ángeles, o divinidades.
Para poder superar nuestras deficiencias innatas, por miles de años tuvimos que desarrollar una tecnología sumamente avanzada, que por tanto no nos viene naturalmente, que nos cuesta aceptar, y que terminamos por llamar “pensamiento crítico”. Básicamente el pensamiento crítico consiste en preparar al individuo previniéndole sobre los sesgos cognitivos, o sea, las formas en que nuestro cerebro está construido para fallar, y sobre los pasos que se puede tomar para superar esas deficiencias.
Las facultades críticas pueden ser definidas como la capacidad para emitir juicios sobre lo que es bueno o si corresponde la realidad o no. “Las facultades críticas son un producto de la educación y la formación [no se nace con facultades críticas]. Son un hábito mental y a la vez un poder. Son una condición primordial para el bienestar humano para lo que debemos ser entrenados. Y son nuestra única garantía contra el engaño, las alucinaciones, la superstición y la falta de comprensión de nosotros mismos y de nuestras circunstancias terrenales” (William Graham Sumner, 1906).
La Ilustración y una nueva manera de entender el mundo
Prácticamente tenemos el mismo cerebro que nuestros antepasados cavernícolas, y nacemos con sus mismos instintos y sus falencias cognitivas. Durante casi toda nuestra existencia como especie, de unos cien mil años, nuestro pensamiento ha estado dominado por emociones, miedos, superstición, por obediencia a los dictados de los gobernantes, las tradiciones, o las creencias del grupo. Hemos creído que nuestros destinos están en las manos de una infinidad de seres sobrenaturales, frente a quienes somos insignificantes y a quienes debemos devoción. Ese es el tipo de pensamiento que nos ha dominado en todo el mundo, por casi toda nuestra existencia como especie.
Hasta inicios de los 1600s las sociedades europeas estaban dominadas por pensamientos de tipo religioso, particularmente filosofía cristiana. Algunas de las creencias fundamentales eran que “con nuestras mentes y ojos terrenales no estamos capacitados para distinguir el bien del mal, ni para entender las verdades del universo”, por lo que “debemos encontrar la verdad y la guía moral en la palabra de Dios transmitida mediante revelaciones y testimonios plasmados en las santas escrituras”; además, “los gobernantes son designados por Dios, por lo que revelarse contra los gobernantes es revelarse contra la voluntad de Dios “, y “los humanos no podemos resolver nuestros problemas más difíciles, por lo que solo nos queda rogar a Dios para que nos tenga misericordia y los resuelva nosotros”, y el progreso alcanzado por la humanidad hasta ese entonces fue muy escaso.
De pronto, en la Europa de mediados de los 1600s y 1700s se dieron una serie de eventos poco probables que hicieron posible la mejoría de la calidad de vida de toda la raza humana con una rapidez y alcances nunca antes vistos. Eventos que terminaron por dar lugar a lo que se ha conocido como la Edad de la Razón, el Siglo de las Luces, o también conocida como la Ilustración.
La Ilustración fue principalmente una revolución del pensamiento. La población europea de ese entonces tomó parte de un movimiento intelectual y filosófico cuyas ideas socavaron la autoridad de la monarquía y la Iglesia, terminando por allanar el camino para las revoluciones políticas de los siglos XVIII y XIX. Las ideas revolucionarias estaban centradas en la elevación de la razón y la evidencia empírica, especialmente la percepción de nuestros sentidos, como fuentes principales de para adquirir conocimiento, para encontrar la verdad. Desafiando a los poderes eclesiásticos y las monarquías, la Ilustración propuso que, utilizando nuestro razonamiento y nuestros sentidos, los humanos sí somos capaces de distinguir el bien del mal, que sí somos capaces de mejorar nuestro conocimiento del universo, y que sí somos capaces de gobernarnos a nosotros mismos.
La doctrina científica europea, con fuerte influencia de la iglesia católica, sostenía que el firmamento era perfecto, y que sus astros, creados por Dios, eran inalterables. Con ayuda de su telescopio, Galileo contradijo esa visión. Sus observaciones y dibujos mostraron que la Luna en realidad no era una esfera perfecta, que tenía una superficie irregular, que tenía cavidades, que era alterable. Observó que la Tierra giraba alrededor del Sol y no al revés, que era la creencia sostenida por la Iglesia. Al sostener la soberanía de la percepción de nuestros sentidos como medio superior para llegar a la verdad, los trabajos de Galileo marcaron el inicio de la ciencia moderna, y la separación de las doctrinas de la iglesia, por tanto que los dioses, o no existen, o no son perceptibles por nuestros sentidos. Por su aporte a ese cambio de paradigma Galileo es considerado el padre de método científico.
La Revolución Científica abrió el camino a la Ilustración. Los avances de la ciencia es ese periodo, aunque modestos, sirvieron para convencer a mucha gente que los humanos sí éramos capaces de entender las verdades del universo y de mejorar nuestras condiciones de vida, ante la permanente oposición de la Iglesia. El propósito principal de la Ilustración fue lograr que el razonamiento, los datos y la evidencia realmente tuviesen una oportunidad contra los sentimientos, las emociones, las pasiones, las alucinaciones, las revelaciones, las ambiciones, o las supersticiones. Y con el costo de años de revoluciones, guerras, y miles de vidas, las ideas de la Ilustración terminaron por imponerse para ser luego adoptadas por sectores determinantes de la población mundial, o por lo menos ha sido así hasta ahora.
¿Qué ha logrado la humanidad con las nuevas ideas de la Ilustración?
El progreso alcanzado desde que empezamos utilizar ideas de la Ilustración no tiene precedentes. Procederé a listar algunos de los logros más importantes.
Utilizando nuestro intelecto fuimos capaces de determinar que estas cosas son inmorales: las monarquías, el racismo, la esclavitud, las persecuciones religiosas, la subyugación de la mujer, los abusos sexuales, la homofobia, el castigo a los descendientes por delitos de los padres; fuimos capaces de entender que todos los hombres y mujeres nacen con los mismos derechos, que tenemos derecho a elegir nuestros gobernantes (no son designados por Dios); pudimos entender que la religión tiene que estar separada del estado, que debemos tener derecho a buscar nuestra propia felicidad, que la principal función del gobierno debe ser proteger a su población, que debemos tener derecho a la libertad de credo, a la libertad de expresión (los pilares de la democracia moderna).
En el campo del conocimiento del universo, pudimos inventar y mejorar el método científico, para muchos el invento más importante en la historia por haber demostrado infinidad de veces que es una poderosa herramienta para derrotar la ignorancia. Este invento nos ha ayudado a acumular el conocimiento científico: descubrimos que la tierra no es plana, que gira en órbita alrededor del Sol, que los rayos, los terremotos, los maremotos, y las enfermedades tienen causas naturales; que todos los seres vivos evolucionan (también los virus); descubrimos que muchas enfermedades son causadas por seres microscópicos (Teoría Científica de Gérmenes); pudimos casi acabar con las hambrunas, potabilizamos el agua, inventamos los rayos X, las tomografías; desarrollamos las cirugías, los antibióticos, la anestesia, las vacunas.
Así aumentamos la expectativa de vida de 35 a 80 años; Inventamos los pararrayos, los automóviles, los aviones, los viajes espaciales, los generadores eléctricos, la iluminación eléctrica, la electricidad a domicilio, las refrigeradoras, la radio, la televisión, los satélites, el teléfono, el GPS, el láser, la Internet, la tecnología 5G… Hicimos todo eso en apenas poco más de tres siglos utilizando nuestro razonamiento, sin ayuda de la religión, o más bien, a pesar de ella.
Bien dicen que “no se aprecia lo que no se conoce”. Demasiada gente considera a las conclusiones de la ciencia solo como “una opinión más”, poniéndola al nivel de opiniones de bloggers, “investigadores” sin ninguna formación científica, clarividentes, lectores de cartas, horóscopos, profecías, etc. En nuestras escuelas y universidades tomamos muchas clases de ciencias orientadas a dar a conocer los conocimientos acumulados por la ciencia, y sin embargo son muy pocos los egresados que pueden conceptualizar que es ciencia. Sugiero que usted lo intente. Conozco ingenieros, enfermeras, profesores, y hasta docentes universitarios de carreras de ciencias que no tienen la más remota idea de que cosa es ciencia. Y si no entendemos que es ciencia, no sabremos sobre la fuerza de sus métodos, ni de la importancia de su existencia, y por eso no hemos aprendido a valorarla, lo que constituye otra clamorosa falla de nuestros sistemas de educación.
Cuando Andres Kalcker dice “esta científicamente probado que el dióxido de cloro cura el coronavirus”, consigue que medio mundo le crea porque, para empezar, la gente no conoce el significado de la frase “científicamente probado”. Si lo supiesen caerían rápidamente en cuenta de que Kalcker no utiliza métodos científicos para hacer tamañas afirmaciones.
¿Qué es ciencia?
Existe mucha confusión con respecto al significado de “ciencia”. La palabra “ciencia” viene del latín scientia que significa “conocimiento”, y en su sentido original era una palabra utilizada para categorizar algún tipo de conocimiento. Desde la Revolución Científica la ciencia es distinta en su enfoque, y “ciencia” es una palabra especializada para describir la búsqueda del conocimiento utilizando el método científico.
Las ocupaciones “científico” o “científica” son relativamente recientes (1800s), y se utilizan para referirse a quienes se han especializado en la utilización del método científico en sus trabajos de investigación. Similarmente, cuando se dice que algo está “científicamente probado” se quiere decir que el método científico ha sido utilizado para arribar a algún conocimiento.
La fuerza de las conclusiones científicas generalmente se basa en que son resultados de análisis estadístico y la rigurosidad de los controles científicos (Wikipedia).
Es común oír “de religión y política no se puede hablar”, pero nunca escuchamos a nadie decir “de ciencia no se puede hablar”. Es porque su metodología abierta valora la crítica y la corrección, alienta las discusiones, respeta las evidencias y la lógica. El método científico se considera a sí mismo falible y deliberadamente se critica y se pone a prueba utilizando mecanismos de detección y eliminación de errores, lo que a la larga hace que se auto mejore.
Dado que a la ciencia le interesa encontrar lo que es real, a los científicos no les ofende que se critique sus trabajos, les interesa que otros los pongan a prueba y así poder corregirlos, validarlas o invalidarlos, lo que termina por acercarlos más a la verdad. Mientras más gente los ponga a prueba, mejor. Los métodos y conclusiones científicas no son un secreto, requieren ser publicados para que sean reproducidos, rebatidos, o validados por otros en cualquier parte.
“Si, pero la ciencia no lo sabe todo”: La ciencia es la primera en admitir que hay muchísimas cosas que no sabe, y lejos de ser un motivo de frustración, hace de la falta de conocimiento una motivación para aprender más. La ciencia no pretende conocer la verdad absoluta en ningún tema, solo dice “este conocimiento es nuestra mejor aproximación hasta este momento, y este nuestro nivel de certeza; continuemos investigando”.
“Mas que una acumulación de conocimientos, la ciencia debería enseñarse como una forma de pensamiento” (Carl Sagan). Las personas que utilizan el pensamiento científico saben que pueden estar equivocadas, están dispuestos a escuchar y discutir sus ideas porque así otros pueden hacerles ver sus errores; lo que luego pueden corregir, lo que a la larga contribuye a darles más confianza en sus conocimientos y a mejorar la calidad misma de su pensamiento.
Son independientes, enfrentan sus problemas y confían en su capacidad de resolverlos sin esperar ayuda de nadie. Son intelectualmente honestas, y no les avergüenza decir “no entiendo” o “no se” cuando sea el caso; están dispuestos a cambiar de opinión siempre que se tenga debida verificación. Buscan profundizar debido a que están conscientes de los peligros de “saber poco para creer que estás en lo cierto; pero no lo suficiente para saber que estás equivocado” (Neil DeGrasse Tyson).
El rol de la formación religiosa en la interpretación de la realidad en Estados Unidos
No me compro el pleito con personas creyentes porque me interese ganarme su enemistad (se ofenden cuando alguien intenta hacerles ver que sus creencias son falsas). Lo hago en cumplimiento de mi deber ciudadano de buscar que mejorar la sociedad; y porque estoy convencido de que la formación religiosa induce en los creyentes comportamientos concretos que perjudican sociedades enteras. En particular, nuestra interpretación de lo que es real. Mi pleito no es con los creyentes, mi pleito es con la creencia; y por supuesto que puedo estar equivocado:
Religión es la creencia en la existencia de seres sobrenaturales, entes que no pueden detectarse a través de nuestros sentidos ni comprendidos por nuestras mentes; pero que tienen poderes sobre el mundo natural. Al ser una creencia en algo que no se puede entender ni detectar. No tenemos manera de verificar si es verdadera, y por tanto se hace exenta a los cuestionamientos, las críticas, o la corrección de errores. Toda ideología está obligada a probar su validez, no la religión; hasta pensar en cuestionar creencias religiosas se considera una injuria (blasfemia).
Entonces, si una idea se acepta sin verificación, cualquier cosa se hace cierta, ¿no?. La religión es una ideología que induce en el creyente el ignorar métodos que conduzcan al conocimiento de la realidad objetiva; métodos como el pensamiento crítico, la evidencia o la ciencia. De esta manera la formación religiosa favorece el establecimiento de creencias sin necesidad de pruebas, o pesar de ellas; lo que se traduce en todo tipo de “realidades alternativas”, como las teorías de conspiración.
Desde la Revolución Científica la ciencia exige evidencia para poder creer, mientras desde siempre la religión exige creer sin evidencia. Pretender que estas dos posiciones pueden ser compatibles es faltar a la razón, o a la honestidad intelectual. La ciencia ha probado miles de veces estar en lo correcto, mientras que de la religión ni siquiera hay la expectativa de que pruebe nada. La ciencia acumula conocimiento científico verificando la validez de sus teorías, mientras las religiones construyen sus teologías sin siquiera esperar que se verifique nada.
Es buena idea mantener al estado separado de la religión dado que no admite que ideas religiosas sean verificadas; creencias que luego pueden ser forzadas en toda la población utilizando los poderes del estado. A los creyentes cristianos les aterra la posibilidad de pensar que pueden estar equivocados por temor al tormento eterno en el infierno. Lo que podría explicar porqué les ofende tanto que alguien intente poner en duda sus creencias.
Desde su adopción del método científico, las veces en que la ciencia ha desbaratado creencias religiosas son incontables. La tierra no es plana, no está fija al Sol y las estrellas girando alrededor, el cielo cristiano no está más arriba de las nubes; los rayos, las pandemias, los terremotos y otras calamidades tienen causas naturales… Sus triunfos en cuanto al conocimiento del universo son innumerables, por lo que la religión ve en la ciencia a un rival exitoso y prepotente; y es justificado que aproveche la menor oportunidad para rechazarla o para desmerecer sus logros.
El conocimiento se pierde u olvida
La historia está llena de casos de culturas avanzadas cuyo conocimiento fue deliberadamente eliminado al ser conquistadas por otras; el concreto que los romanos utilizaron en la construcción de muelles portuarios hace dos mil años se hace cada vez más resistente; mientras nuestro concreto dura apenas varias décadas. Los Incas hicieron edificaciones como Sacsayhuamán o Machupichu que no podríamos reproducir con la tecnología y la maquinaria de hoy. El conocimiento que Romanos e Incas tenían para lograr tamañas construcciones se ha perdido u olvidado. Del mismo modo podríamos perder muchos de los avances logrados desde la Ilustración; podríamos perder desde sus ideas más fundamentales, como que los humanos sí somos capaces de mejorar nuestro propio destino, hasta sus mayores logros, como la democracia y la ciencia modernas.
Se puede pensar que debido a la abundante cantidad de medios de información hoy existentes ya no es posible perder el conocimiento adquirido; pero sucede que justamente, con la cantidad información que se tiene, es posible recibirla solo una fuente. Es posible pertenecer a círculos que comparten información solo de una corriente, ignorando o aislando todas aquellas que no están de acuerdo con nosotros. Es posible pertenecer solo a grupos que comparten mensajes que favorecen las mismas creencias, lo que termina por aumentar una convicción aun cuando esté equivocada.
El éxito económico de las instituciones evangélicas en Estados Unidos en las últimas décadas ha sido impresionante (el evangelio de la prosperidad); y eso les ha permitido que ahora tengan sus propias escuelas, sus propias editoriales, sus propias universidades. Además, su propias cadenas de radio y televisión, sus propios estudios cinematográficos, sus propios museos; como el museo Arca de Noé que con una inversión de 120 millones de dólares muestra dinosaurios viviendo con los otros animales en el Arca de Noé. Tienen sus propios parques de atracciones y hasta su propia pseudo ciencia. Es posible llegar a ser adultos con una visión del mundo enteramente cristiana, electores que evidentemente apoyarán a gobernantes que defiendan esas creencias.
¿Por qué los evangélicos cristianos en Estados Unidos apoyan tanto a Trump?
En EEUU, “evangélico” es una identidad, no una nominación (como bautista, luterano o pentecostal). Evangélico es un término que describe cómo ciertos fieles entienden y practican el cristianismo. Los Evangélicos son una parte del cristianismo protestante que enfatizan ser nacidos nuevamente; tener una relación personal con Jesús (la idea que Dios se comunica personalmente con ellos). Consideran a la Biblia como divinamente inspirada por Dios y por eso debe ser parte central para nuestras creencias y vida. Comparados con otros cristianos, los evangélicos tienen mayor tendencia a creer que la Biblia no contiene errores. Los evangélicos ven en Trump a un salvador enviado por Dios. En una encuesta de marzo de 2020, el 76% de los evangélicos declaró estar de acuerdo con Trump en todas o muchas de sus temas; mientras el 81% dijo que Trump luchaba por lo que ellos creen.
¿Y que ha hecho Trump para ganarse el sólido y mayoritario soporte de los evangélicos? Trump supo advertir que los evangélicos se sentían perseguidos y profundamente ofendidos por la presidencia de Obama; y que aceptarían a un candidato que les posibilite redimir el terreno perdido. Sin ser cristiano, el inescrupuloso mercader les ofreció la Tierra Prometida, pero, a cambio de que le permitiesen hacer cualquier cosa. Y le compraron.
Durante todo su gobierno nombró en puestos clave de su gabinete y tres jueces de la Corte Suprema, a personas de fuerte devoción cristiana, quienes no defraudaron en la agenda de “avanzar el reino de Dios”.
Betsy DeVos, la Secretaria de Educación, ha dedicado toda su vida a utilizar las escuelas de EEUU para “construir el Reino de Dios“. DeVos impulsó la llamada “opción de escuela universal” que buscaba una redirección radical de los fondos de las escuelas públicas a las escuelas privadas; que es su gran mayoría son cristianas. De esta manera usan fondos públicos para fortalecer la enseñanza religiosa (en EEUU la enseñanza religiosa no se imparte en escuelas públicas).
Cuando se descubrió que la administración Trump venía separando indefinidamente a miles de menores indocumentados de sus padres (hasta hoy no ubican a los padres de 666 menores); el entonces Fiscal General Jeff Sessions salió en defensa de Trump empleando pasajes de la Biblia. “Yo citaría al apóstol Pablo y su mandato claro en Romanos 13, de obedecer las leyes del gobierno; porque es Dios quien lo designó con el propósito de poner orden”. ¿Dios designa a los gobernantes?, ¿no lo hace el pueblo?
Los cristianos sienten necesidad de ayudar a Israel por su creencia que la segunda venida de Jesús se producirá cuando los judíos regresen a Jerusalén. Mike Pompeo, Secretario de Estado de EEUU dijo en una entrevista que, como cristiano, cree que es posible que Dios haya enviado a Trump; para salvar a Israel de Irán.
El Fiscal General William Barr pronunció un discurso sobre la libertad religiosa en el que advirtió que “militantes secularistas” estaban detrás de una “campaña para destruir el orden moral tradicional”. Barr recibió en Septiembre pasado la distinción Christifideles Laici (Fieles Laicos Cristianos) debido a que su trabajo “ejemplifica” la enseñanza de la Iglesia Católica y para “ayudar a resaltar aquellas buenas obras y aquellos que tan bien sirven a la Iglesia“.
En 2006 la hoy miembro de la Corte Suprema de Justicia nominada por Trump, Amy Coney Barrett, dijo en un discurso a graduandos en su alma mater “… Tengan en cuenta que su carrera legal no es más que un medio para lograr un fin, […] ese fin es la construcción del reino de Dios”.
Con motivo de la pandemia, organizaciones religiosas recibieron de la administración Trump al menos 7.3 mil millones de dólares en paquetes de rescate.
El Partido Republicano y el exilio del pensamiento crítico, la ciencia y la realidad en Estados Unidos
Parte del alto porcentaje de aprobación de Trump podría explicarse en el hecho que encontró un país en el que el 25.4% son evangélicos; y el 70% son cristianos. Ellos encontraron en Trump un aliado en su rechazo a la ciencia; y en su propensión a esperar que otros acepten sus creencias a pesar de no ofrecer evidencia.
Desde su inicio, la administración Trump se declaró promotora de “realidades alternativas” (alternative facts). Trump etiquetó como “fake news” cualquier intento de confrontar sus falsedades, que suman mas de veinte mil durante su gobierno. Su desprecio por la verdad no tuvo un costo político, dado que prácticamente ha mantenido el mismo nivel de aprobación de miembros de su partido (82%).
La historia anti ciencia del Partido Republicano es de larga data, Trump solo aceleró el paso para convertir esas tendencias en políticas de gobierno. Hacia fines de su mandato y sobre el coronavirus, se opuso a la práctica del distanciamiento social y el uso de mascarillas; declaró sobre el coronavirus: “es una farsa inventada para desprestigiarme”, “es solo una gripe”; “lo tenemos controlado”, “desaparecerá como por un milagro”, “lo curaremos inyectando desinfectante” (dióxido de cloro).
Cuando se supo que Mike Pence, el Vice Presidente de EEUU, afirma que cada mañana Jesús le comunica que cosas decir, un programa la cadena ABC lo tildó de “loco”. Pence reclamó en otro canal que “ABC no debió transmitir un foro que comparó el cristianismo con una enfermedad mental”. Dijo “no es un insulto para mí, sino para la gran mayoría de los estadounidenses que, como yo, aprecian su fe“. La organización Media Research Center envió una carta abierta al canal acusándolos de “fanatismo anticristiano”.
Al día siguiente la cadena de TV se vio obligada a pedir disculpas. Así dejó establecido que en los Estados Unidos de hoy recibir consejos de Dios es una creencia que todos deben respetar (¿recibir revelaciones?) . Pence es anti ciencia, y no cree en conclusiones científicas establecidas; como que el calentamiento global lo causan actividades humanas, que fumar daña la salud, o en la teoría de la evolución. Trump puso a Pence a cargo del equipo para la respuesta contra el coronavirus.
Los Republicanos han hecho del uso de mascarillas y el distanciamiento social una cuestión política. En Noviembre pasado, en opinión dividida de 5 a 4, la Corte Suprema de Justicia votó contra una ordenanza del gobernador de Nueva York ; quien con motivo de la pandemia, había limitado a 25 como el número máximo de asistentes en casas de adoración. A los cinco jueces que votaron en contra de la ordenanza, los nombraron presidentes y senados controlados por el Partido Republicano; con tres de ellos nombrados durante la administración Trump. El argumento de la mayoría fue que “las restricciones violan la protección al libre ejercicio de la religión”. Estados Unidos está teniendo problemas para contener el coronavirus porque la población está rechazando la ciencia.
El Partido Republicano ha perdido casi 60 denuncias de fraude en estas elecciones presidenciales por falta de pruebas en diferentes cortes. La realidad es que Biden ganó las elecciones limpiamente, y es realidad porque nadie ha podido mostrar evidencia que pruebe lo contrario. Pero pruebas y evidencia es algo en lo que Trump y sus seguidores no creen. Trump ha asegurado que nunca va a aceptar haber perdido. Según una encuesta depues de las elecciones, el 88% de votantes republicanos creía que Biden ganó gracias a fraude en diferentes estados.
Los asaltantes del Capitolio estaban convencidos de estar defendiendo la democracia al impedir que se formalice el triunfo de Joe Biden; porque, supuestamente, les habían robado las elecciones. Horas después del asalto al Capitolio, 147 de los 262 congresistas del Partido Republicano votaron por desconocer los resultados electorales en Arizona y/o Pensilvania; donde Biden había ganado. Un reconocido periodista de la cadena Fox (pro Republicana) preguntaba “¿por qué es tan difícil encontrar evidencia cuando todos sabemos del fraude en muchos estados?” (¿ … ?).
¿La democracia es frágil? Sí, pero no solo la democracia
Obama también dijo “al igual que con la negación de los derechos, la negación de los hechos va en contra de la democracia. Podría ser su ruina”. Dicho de otro modo, la democracia no puede funcionar si la población no puede ponerse de acuerdo en lo que es real; si cada uno obedece a su propia realidad, en lugar de a la realidad objetiva.
El hecho de que, una semana después del ataque al Capitolio, el 64% de los republicanos apoyen el comportamiento reciente de Trump, que el 57% de su partido dijera que Trump debería ser el candidato republicano de 2024 y que solo el 17% apruebe destituirlo; es un indicador de que EEUU, como país, está logrando tirar por la borda al pensamiento crítico, al valor de la evidencia, a la ciencia. Y eso es en gran parte la causa de su tragedia pandémica y del tambaleante estado de su democracia.
La influencia cultural que EEUU ejerce sobre el mundo no tiene paralelo, por lo que el otrora faro de la democracia puede convertirse en el faro de la oscuridad. EEUU es la primera potencia en fabricación y diseminación de realidades alternativas. No es casualidad que teorías de conspiración como que el dióxido de cloro cura el coronavirus, el “Nuevo Orden Mundial” y el “Estado Profundo”; hayan sido iniciadas y diseminadas globalmente desde EEUU; el dióxido de cloro se comercializó originalmente como “cura milagrosa” para sinnúmero de enfermedades por la organización mundial Iglesia de Salud y Sanación GénesisII, Estados Unidos. La omnipresente teoría de conspiración del “Nuevo Orden Mundial” la impulsó el influyente teleevangelista estadounidense Pat Robertson, con la publicación del libro del mismo nombre. Un best seller.
Somos afortunados de vivir en un tiempo en que la ciencia puede desarrollar, no una, varias vacunas contra un virus mortal en apenas diez meses. Pero no importa cuantas batallas gane, la ciencia siempre tendrá las de perder.
El conocimiento que tenemos de nuestra especie y lo que le está pasando a la primera y otrora democracia más fuerte en el planeta debe servir para persuadirnos de que las ideas de la Ilustración, incluidas el valor de la evidencia, la democracia, la ciencia, el uso de nuestra razón, y hasta la realidad, siempre serán frágiles; y tienen que defenderse permanentemente de nuestra propia naturaleza.
Libertad de credo, no exclusividad del pensamiento religioso
Toda persona tiene derecho a tener sus propias creencias, pero libertad de credo no debe significar mantener a la población en ignorancia; pues el pensamiento crítico, la evidencia y la ciencia son los mejores medios que disponemos para acercarnos a lo que es real. Tampoco se debe ocultar que las creencias religiosas y sus teologías se establecen sin verificación, y resaltar los peligros de creerse cosas sin evidencia. La educación debería cumplir con el rol que le compete en ese respecto, y entonces que cada quien decida en que creer.
Para terminar, si seguimos aceptando que los “de religión no se puede hablar”, y “tus opiniones me ofenden” continúen dominando el discurso público y los círculos sociales; estaremos dejando caer no solamente a la democracia, sino también a las otras ideas de la Ilustración; no tendremos manera de ponernos de acuerdo en lo que es real, y con ello se irá esta civilización; habremos arribado entonces a la era de la post verdad; habremos completado nuestro viaje por el túnel del tiempo para volver a la Edad Media; y tal vez habremos que esperar otros cien mil años para que el pensamiento crítico, el razonamiento, el método científico; u otros mecanismos para acercarnos a la realidad tengan que inventarse y aceptarse por un sector determinante de la población.
Que la ciencia nos acompañe.