El escándalo ya se conoce: funcionarios de gobierno, allegados y familiares se vacunaron antes que cualquier otro peruano gracias a un lote de “cortesía” de 3 mil dosis que entregó el laboratorio que las vende. Hace algunos días, se publicó una lista con 487 nombres de estos privilegiados; pero, según cálculos, faltaría conocer unos 500 nombres más.
El caso bautizado como “vacunagate” (¡qué original!) ha causado indignación y polémica entre la ciudadanía. “Quien esté libre de culpa, que tire la primera piedra”, escriben algunos en las redes y las piedras virtuales no se dejan esperar. Quienes debaten el tema desde la perspectiva de la “microcorrupción” toman en cuenta la debilidad humana que cede al miedo y busca proteger a sus seres queridos primero. Después de todo, “la vara” es un fenómeno del que solo se reniega cuando son otros los favorecidos.
El debate más profundo es el que tiene que ver con el manejo corrupto de la emergencia, pues las dosis que recibieron los funcionarios que negociaban la compra de vacunas se convierten en un soborno, que podría haber condicionado decisiones que afectaban a todo el país. El tercer debate es el político; o, mejor dicho, el aprovechamiento político de esta situación para desestabilizar al gobierno (al partido que representa y sus aliados), con la finalidad de manipular el desarrollo de las próximas elecciones.
No olvidemos que, en nuestro país, es cada vez más descarada la lucha entre mafias camufladas en partidos y empresas; bandos corruptos que se autodenominan defensores de la legalidad y que no les importan los muertos en su afán de quedarse con todo el poder. 487
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