En el debate de cara a la segunda vuelta se ha puesto especial Ć©nfasis en las garantĆas democrĆ”ticas que deben presentar ambos candidatos presidenciales, tanto Pedro Castillo como Keiko Fujimori. De la primera sabemos sus antecedentes autoritarios por la participaciĆ³n en la dictadura que liderĆ³ su padre junto con Vladimiro Montesinos, entre 1992 y el aƱo 2000, asĆ como por su discurso posterior; asumiendo, negando y luego volviendo a asumir, en esta campaƱa, el legado paterno ālo que incluye hasta los horrores de las esterilizaciones forzadasā, y sus actuales promesas de mano dura. Del segundo, la referencia es a su discurso, principalmente en relaciĆ³n con la propuesta de Nueva ConstituciĆ³n, por la vĆa de una Asamblea Constituyente.
Los que piden garantĆas, sin embrago, de izquierda a derecha, se refieren a instituciones y equilibrios de poderes cuya referencia es la constituciĆ³n de 1993, un documento especialmente conservador y autoritario en el camino fallido de la tradiciĆ³n constitucional criolla.
Parece haber un olvido generalizado del origen y significado del mismo. La constituciĆ³n de 1993 es Ćrrita, es decir, estĆ” viciada de origen. Fue producto de un golpe de estado y ratificada por un referĆ©ndum fraudulento, tal como denunciĆ³ y nos expuso en forma detallada a los integrantes del ComitĆ© por el NO, el miembro del Jurado Nacional de Elecciones de la Ć©poca Dr. Juan ChĆ”vez Molina. Los resultados favorables al NO, se cambiaron en el SIN por otros favorables al SI. Quien quiera mĆ”s detalle puede consultar el libro del Dr. ChĆ”vez Molina āMis votos singularesā que reciĆ©n se publicĆ³ luego de la huida del dictador en el aƱo 2001.
Pero no sĆ³lo estĆ” viciada de origen, tambiĆ©n la convierte en ilegĆtima el reiterado manoseo de esta que hizo el fujimorismo en el intento, felizmente fallido, de perpetuarse en el poder; asĆ como la frĆ”gil democracia de Ć©lites que ha instalado despuĆ©s.
Pedir garantĆas en referencia a una constituciĆ³n ilegĆtima carece pues de sentido, lo que cabe es hacer propuestas para superar la situaciĆ³n. Tal como plantearon varios candidatos en la primera vuelta y lo dice ahora Pedro Castillo, lo que procede es un referĆ©ndum constituyente que le pregunte al origen del poder soberano, la ciudadanĆa del PerĆŗ, si quiere o no una Asamblea Constituyente para redactar una Nueva ConstituciĆ³n.
Esto es lo que se llama camino constituyente por la sencilla razĆ³n de que el orden constituido no da salidas a la actual crisis polĆtica. Los que estĆ”n en contra de la idea misma de una Nueva ConstituciĆ³n se han refugiado en una serie de largos y complicados argumentos procedimentales para negar esta posibilidad; seƱalando que se debe recurrir a los mecanismos de la constituciĆ³n de 1993. Ā”Pero si esta fue hecha para no cambiarse! Es lĆ³gico que los candados que pone al camino constituyente sean casi imposibles de superar.Ā
Las referencias a la democracia entonces no deben hacerse a la constituciĆ³n de 1993, porque esa es la propuesta a superar; sino al camino constituyente que es la alternativa de profundizaciĆ³n democrĆ”tica. Lo que no significa no seguir en ningĆŗn caso los preceptos del documento de 1993, optar por el desorden o por algĆŗn tipo de anarquĆa. De ninguna manera. Hasta que el camino constituyente, vĆa referĆ©ndum y asamblea, de sus frutos, la constituciĆ³n de 1993; en todo lo que no se oponga al mismo, seguirĆ” vigente. No hay entonces contradicciĆ³n entre camino constituyente y democracia, sino por el contrario la mejor sintonĆa. Porque uno lo que busca es la realizaciĆ³n del rĆ©gimen democrĆ”tico que ha sido, al fin y al cabo, negado; como hemos visto a lo largo de estas tres dĆ©cadas de modelo neoliberal, pero especialmente en estos aƱos de crisis, por el documento de 1993.
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