En un escándalo culminó la saludable intención de vacunar a los periodistas que cubren la noticia en las calles y que están permanentemente expuestos a un contagio de la covid-19.
Resulta que la Oficina de Imagen Institucional del Gobierno Regional hizo invitaciones discrecionales; y, en coordinación con el Colegio de Periodistas de Arequipa, elaboraron una lista de aproximadamente 430 personas a quienes se vacunaría.
El problema es que “Pepe el vivo” aparecía por lo menos en la mitad de esta lista. Incluyeron personas que ejercen en instituciones y empresas, muchas veces haciendo trabajo remoto y otras de cuya existencia no se conoce en el gremio de la prensa.
Ante las críticas, los promotores optaron por dejar sin efecto la dichosa lista; pero todas esas irregularidades ocasionaron que, finalmente, los periodistas de a pie, que recogen la noticia, se quedaran sin vacuna.
Lástima por ellos y muy mal por quienes, con diferentes objetivos subalternos, provocaron este lío de intereses. En tanto, los colegas que hacen trabajo de campo seguirán expuestos a la enfermedad, muchos de ellos sin seguro de salud ni otro tipo de protección sanitaria.
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