¿Quién hizo más por Arequipa, el Dean Valdivia o el padre Duhamel?

El Deán Valdivia fue un sacerdote con un pensamiento propio o personal en algunos temas delicados para la Iglesia Católica. El más grave de los cuales fue el que criticó en forma pública la existencia del celibato eclesiástico

Dean Valdivia

Sé que las comparaciones son odiosas, pero a veces y sin odios, conviene hacer comparaciones. Juan Gualberto Valdivia Cornejo, arequipeño que nació en La Pampilla Punta de Bombón, de la provincia de Islay, el 12 de julio de 1796. Que fue ilustrado mercedario y después deán, fogoso orador, político y abogado, historiador, periodista combatiente (que editó los periódicos “El Misti”, “El Chili” y “El Yanacocha” para defender sus puntos de vista políticos). Fue también uno de los fundadores, maestro y directivo de la Academia Lauretana, del Colegio de la
Independencia y la Universidad San Agustín, y como político peruano: el más ferviente partidario arequipeño de la Confederación Perú Boliviana y entre los años de 1834 y 1857 fue el más valiente caudillo civil de Arequipa.

Pero, por sobre todas las cosas, fue el Deán Valdivia la encarnación del arequipeñismo en el siglo XIX; y solo tiene como reconocimiento público permanente en la Arequipa actual el que una calle secundaria del centro histórico lleve su nombre. Sí, me estoy refiriendo a aquella calle que nace en el cruce con San Juan de Dios y se extiende por 6 cuadras hasta morir en la Avenida Jorge Chávez.

En cambio el padre Hipólito Duhamel, nacido en Francia y sacerdote misionero de la congregación vicentina, después de estar en China, se afincó en Arequipa en 1880, en los convulsos tiempos de la guerra. Aquí, para bien de Arequipa, fundó y dirigió el Colegio – Seminario San Vicente de Paúl, donde desarrolló sus dotes de gran educador. También fue Rector del Seminario de San Jerónimo de Arequipa desde 1899 a 1905.

Y, si del Deán Valdivia, acabo de decir que solo tiene como reconocimiento público permanente en la Arequipa secundaria del centro histórico lleve su nombre; del padre Duhamel tengo que señalar que como reconocimiento público permanente en la Arequipa actual le está dedicado el parque más importante del centro histórico, después de la Plaza de Armas: el Parque Duhamel. Y, para más cachita (para más inri dirían los españoles), la calle Deán Valdivia desemboca, pasa y sale del Parque Duhamel, como bien sabemos.

El que tiene padrino se bautiza y el que no se queda moro

¿Qué factores hicieron este distinto trato del reconocimiento público arequipeño para con el Deán Valdivia y el Padre Duhamel? Muchos, pero ahora solo quiero señalar dos. El Deán Valdivia fue un sacerdote con un pensamiento propio o personal en algunos temas delicados para la Iglesia Católica. El más grave fue el que criticó en forma pública la existencia del celibato eclesiástico, en discurso doctrinario pronunciado el 14 de mayo de 1827. Este fue colocado en el índex de los libros prohibidos de la Iglesia y fue motivo suficiente para que el
Papa no lo ratificara como obispo del Cuzco, cargo para el que lo designó la Convención Nacional de 1856.

Aunque años después se rectificó, ante los ojos autoritarios de la Iglesia y de los más recalcitrantes católicos arequipeños, ya “manchó” su trayectoria de vida. Y según parece, hasta de muerte, por su punto de vista personal. En cambio Duhamel fue un piadoso y dócil sacerdote que, ni por asomo, protagonizó ni ejerció ni se permitió las libertades del Deán.

Pero también tuvo que ver, y mucho, que los ex alumnos de Duhamel, en 1944 en que se inauguró su monumento, recalcitrantes católicos, destacaban y seguían teniendo el poder por el mango en la ciudad. Agradecidos por las enseñanzas del sacerdote francés, habían formado con anticipación un Comité Pro Monumento al Padre Duhamel. Estaba presidido por el influyente como infatigable canónigo José María Chávez Velásquez. Era coordinado en Lima por el destacado pensador católico Víctor Andrés Belaúnde, quien descorrió el velo de la placa en la inauguración del monumento. Lea en Cronología de 1944 más detalles.

La anterior y la presente anécdota vienen al caso porque en 1945 se identificó el ataúd con los restos del Deán Valdivia (que murió cuando corrían los primeros 10 minutos del 12 de diciembre de 1884, a los 88 años de edad, como lo señalo en el Tomo II de Texao, en la sección Cronología de 1884). Como usted puede leer en la Cronología de 1945 en la presente obra, al encontrarse los restos del Deán en el municipio, se gestionó la construcción de un nicho especial para guardar sus restos en la cripta de la Basílica Catedral.

(En las citas textuales de esta obra se respeta la ortografía de los originales)

Juan Guillermo Carpio Muñoz
Texao. Arequipa y Mostajo. La Historia de un Pueblo y un Hombre
Tomo VIII. Págs. 57 – 58

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