El patrimonio y la pandemia

Por segundo año consecutivo, el patrimonio de Arequipa se enfrenta también a una pandemia sin precedentes en sus 481 años de fundación española. Las medidas de contención y la reducción de actividades económicas dejan efectos mixtos en el frágil equilibrio entre comercio y conservación del Centro Histórico de la ciudad blanca.

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La pandemia cambió la vida de Arequipa. Al igual que en todo el mundo, la irrupción del SARS-CoV-2 obligó a repensar la vida en la ciudad, con un confinamiento de meses que la población cumplió hasta que su economía se lo permitió.

Solo entonces, miles se arriesgaron a abandonar la seguridad de sus viviendas, y aventurarse a las calles a buscar el sustento, ante al asedio del virus. En medio de la guerra de desgaste en que nos sumió el coronavirus en sus primeros meses, vías y plazas de la ciudad blanca quedaron vacías, con sus comercios cerrados y calles desérticas. En la zona monumental, los edificios emblemáticos eran mudos testigos de una urbe desolada a raíz de la cuarentena, que también traería un impacto para su conservación.

El confinamiento y letargo inicial en que se sumió Arequipa, supuso una tregua para el patrimonio y el medio ambiente. De acuerdo con estudios del equipo técnico del Sistema Integrado de Transportes (SIT), al Centro Histórico ingresaban 7 mil vehículos por hora, de los que un 80% eran taxis …  

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