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Volvamos a mirar Arequipa, con ojos de visitante

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Foto: Erick Rodríguez

Para admirar las maravillas arquitectónicas con las que Arequipa se luce, hay que pasear por el Centro Histórico y, si uno es arequipeño, o reside en la ciudad, es momento de un redescubrimiento que lo dejará maravillado.

Sí. Como si fuera un visitante. Y no es que la valoración sea mayor o mejor, es solo que cuando estamos de forasteros en algún lugar, tratamos de no perdernos ningún detalle y preguntamos o buscamos la historia que describa lo que estamos apreciando.

El Centro Histórico de Arequipa, que es Patrimonio Cultural de la Humanidad desde noviembre del año 2000, debería exigirnos a propios y extraños, esa observación acuciosa que, por el mismo trajín de la vida cotidiana, ha hecho que las bellezas que contiene, se conviertan en parte del paisaje y pasen como simples planos o fondos de escenario cuando nos movilizamos de un lugar a otro.

Foto: Erick Rodríguez

Plaza de Armas, el centro de abastos de Arequipa

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Es desde aquí, desde donde todo comienza para el arequipeño y desde donde debería empezar a “turistear” su ciudad. Dicen que, durante la época virreinal, el espacio abierto de la hoy denominada Plaza de Armas era nada menos que el centro de abastos de la ciudad, es decir, el mercado principal. Y así era en todas las ciudades coloniales. No siempre tuvo las áreas verdes que luce ahora para el descanso y solaz de los andantes. Lo cierto es que “eran el epicentro de la vida citadina, el cotilleo doméstico, el espectáculo público, las ceremonias religiosas, los anuncios oficiales y, desde luego, el comercio de productos. Era la plaza, por consiguiente, el lugar en el cual los comerciantes minoristas ofrecían su mercadería” (Rafael Longhi Saravia).

Sí, la Basílica Catedral es monumental

Y si seguimos “visitando” nuestra Blanca Ciudad, por ejemplo, al sentarse en las bancas de la Plaza de Armas para contemplar la Basílica Catedral nos daremos cuenta de la obra monumental que es y que el sillar y su arquitectura le dan un carácter de fuerza y espiritualidad al corazón de la ciudad y a sus residentes. Podremos ver las setenta columnas que tiene, sus tres portadas y los dos grandes arcos laterales, uno conocido como La Pontezuela. También veremos que tiene dos enormes medallones de la Confederación Perú-Bolivia, y que sus torres renacentistas son realmente delicadas.

Tras ingresar al templo, confirmaremos también que es imponente por la altura de su techo y sus arcos, los balcones de los coros, sus estatuas, las columnas, el púlpito de madera con el demonio aplastado por la palabra de Dios, su altar de mármol de carrara, así como las enormes puertas de madera que ocultan salas misteriosas que ratifican su enigmático atractivo cultural y turístico.

Foto: Erick Rodríguez

Convento de San Francisco

Así como la Catedral, a solo tres cuadras de cien metros cada una, dentro del damero fundacional, podemos encontrar la iglesia y el convento de San Francisco, con su pequeña plaza en la que antes estaba ubicada la estatua del Santo de Asís, pero que ahora se encuentra en el frontis enrejado del templo principal, huyendo de las “bromas” de los parroquianos de las discotecas que circundan este complejo.

La iglesia construida en ladrillo y sillar, tiene una parte central rectangular y tres naves, una nave transversal y un imponente altar de madera tallada. Este complejo también ha sufrido los terremotos y modificaciones en sus estructuras originales. En la misma plaza está el templo de la Tercera Orden que fue reconstruido por la Municipalidad de París, a cambio de que se realicen allí conciertos corales y de orquestas sinfónicas gratuitos, aprovechando su excelente acústica. Frente a este templo está el mercado artesanal conocido como el Fundo del Fierro y un museo.

Foto: Erick Rodríguez

El primer Barrio de Arequipa, San Lázaro

Este barrio fue una de las primeras ocupaciones coloniales de Arequipa, y es colindante al complejo de San Francisco. Según dicen las tradiciones, allí se fundó la ciudad, con sus callecitas estrechas rodeadas de grandes casonas. En realidad, se trata de bellos callejones entre los que destaca el callejón del Violín, uno de los más visitados. Pero siguiendo por sus divergencias uno puede pasar a otros ambientes, todos de una belleza singular.

“Según dicen Según las tradiciones, allí se fundó la ciudad, con sus callecitas estrechas rodeadas de grandes casonas. En realidad, se trata de bellos callejones entre los que destaca el callejón del Violín”.

Convento de Santa Catalina

A una cuadra del complejo de San Francisco se encuentra el Monasterio de Santa Catalina de Siena, uno de los mayores atractivos turísticos de Arequipa. Se trata de una ciudadela de unos 20.000 metros cuadrados que tiene un

Foto: Erick Rodríguez

templo de grandes dimensiones y claustros, celdas y fuentes, que se recorren por sus callecitas. En su pinacoteca se desarrollan conciertos de música clásica, gracias a la acústica que al parecer ofrecen su distribución en forma de cruz y el sillar. Luego, se podía salir y recorrer sus jardines y apreciar sus interesantes murales. Cabe señalar que, durante cuatro siglos, fue un claustro de ingreso prohibido que recién se abre al público del mundo en el año 1970.

Foto: Erick Rodríguez

Claustros de La Compañía de Jesús

Recorriendo el “centro”, como los arequipeños denominan a todas las áreas colindantes con la Plaza de Armas, uno puede encontrarse con otras iglesias como San Agustín, La Merced, la iglesia y claustros de Santo Domingo, Santa Marta, Santa Teresa o la Capilla del Santísimo Sacramento, más conocida como Los Sacramentinos. Pero es la iglesia de La Compañía, que en realidad es un Claustro, la que merece una visita especial.

Se encuentra ubicada entre el Portal de la Municipalidad y el Portal de Flores. Construida también en sillar como otros monumentos arquitectónicos de la ciudad, su fachada principal de estilo barroco mestizo, impresiona mucho a los visitantes y es común ver cómo se detienen a apreciarla y fotografiarla. Se dice que es una de las obras maestras de la decoración colonial de toda Sudamérica. Se distingue por tratar el relieve en superficie y no en profundidad.

Ya en su interior, destacan los retablos de madera tallada recubiertos con pan de oro y el altar mayor que es, sin duda, uno de los más bellos de Arequipa y alberga en su parte central una obra del pintor italiano Bernardo Bitti, La Virgen con el niño, que data de 1575. En la sacristía hay una pequeña capilla de San Ignacio, con murales polícromos que muestran la flora y la fauna tropicales y que también es de las preferidas para los extranjeros.

Casonas coloniales

En todas las calles cercanas a la Plaza y, de acuerdo a los registros, el Centro Histórico tiene 246 casonas declaradas monumentos que fueron el hogar de los arequipeños, es decir, que eran sus casas. Todas tienen anchos muros –seguramente por la dimensión de los sillares- y todas tienen arcos y bóvedas similares a los de los templos y monasterios religiosos, que les dan esa monumentalidad siendo “simplemente” viviendas para uso doméstico. Esas casonas son de los siglos XVII y XVIII.

Foto: Erick Rodríguez

Casa del Moral

Esta hermosa casona del siglo XVIII, que se bautizó así por un antiguo árbol de moras que crece en su patio principal, es uno de los monumentos arquitectónicos más antiguos e importantes del barroco en la ciudad de Arequipa. Hasta hoy se exhiben ahí muebles de la época colonial y republicana. Su portada en sillar es una obra de arte por las figuras que tiene talladas como una corona que sostienen dos ángeles sobre un escudo que tiene un castillo, un ave, un puma y dos llaves cruzadas. Entre sus salones hay uno con mapas “antiquísimos” de América del siglo XVI.

“La variedad de fachadas que muestra se debe a las adecuaciones hechas luego de los terremotos de 1958 y 1960”.

Casa Tristán del Pozo

Cuando uno pasa por la calle San Francisco, puede hallar una hermosa portada en sillar tallado y, al ingresar a su patio principal, descubre que allí funciona un banco y que hay hermosos portales y salones, todo en roca volcánica. Casi no se puede creer que fuera la casa de alguien, de una familia, por lo imponente. Fue construida a mediados del siglo XVIII. Si se ingresa a sus salones se pueden apreciar sus techos en forma de bóveda y otros típicos patios coloniales construidos por los españoles.

El puente Bolognesi y los Tambos

Atravesando la Plaza de Armas encontramos uno de los puentes tutelares de Arequipa que lleva el nombre del Coronel Bolognesi, antes conocido como puente Real y que, pese a sus más de 400 años, está en excelente estado de conservación, siendo también una imponente estructura de sillar. En sus calles previas, encontramos unas edificaciones que, si bien son coloniales, tienen su origen en el mundo andino. Los llamados “tambos” que eran usados como lugares de descanso de los comerciantes, en su paso por la ciudad, y que hoy en día son ocupados por varias familias.

La restauración reciente de estas viviendas fue posible gracias al apoyo financiero de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) y hoy son un atractivo de turismo casi vivencial, ya que los habitantes de éstas viviendas desarrollan allí sus actividades cotidianas domésticas y familiares, como el comercio.

Tambo de Bronce

Uno de los más antiguos, el llamado Tambo de Bronce ubicado en la calle de Puente Bolognesi 333, cerca del cruce con Cruz Verde, en el Barrio del Solar, fue construido hacia inicios del siglo XVIII. Por fuera no hay mucho que llame su atención, pero, bajando sus escaleras, uno puede encontrarse con un increíble complejo de residencias coloniales con habitaciones y pasillos que siguen siendo originales y donde viven más de 20 familias de origen modesto.

Todos los espacios de habitación fueron convertidos posteriormente en este modelo de residencia que da gran identidad al urbanismo popular peruano y especialmente a esta ciudad. Es posible pasar y ver las cocinas, las familias viendo televisión o colgando su ropa en las áreas en que se les permite hacerlo, como parte del convenio de reconstrucción.

Su nombre de Tambo de Bronce, según el historiador Guillermo Galdós Rodríguez en “La rebelión de los pasquines” dice que, originalmente, se llamaba Colla Paula, y que su actual denominación está referida a un episodio relacionado con la Guerra del Pacífico, particularmente durante la ocupación chilena de la ciudad de Arequipa, en 1883. Las tropas enemigas habilitaron en este solar un cuartel de artillería, dejando algunos cañones de bronce allí, como pago del arriendo del espacio, una vez que terminó la guerra.

Foto: Erick Rodríguez

Tambo del Matadero

Está situado en el callejón del Solar, con ingreso desde la calle Puente Bolognesi y data de 1647. Era antes un solar tugurizado ya que allí vivían 43 familias, 28 de ellas con graves problemas sanitarios y de hacinamiento. El conjunto arquitectónico corre paralelo a la calle del puente. Tiene ambientes tanto horizontales como verticales en tres niveles, que lo hace distinto a las demás edificaciones del entorno.

En el primer nivel están las estructuras más antiguas con bóvedas que llegan hasta la avenida La Marina. Todo se ha habilitado y acondicionado, cocinas y pequeños patios. En el segundo nivel, a lo largo de un pasillo exterior, a manera de un balcón largo, se ubican ocho viviendas con techos de bóveda. Los servicios higiénicos para todas estas viviendas, excepto una, eran comunes. La energía era propia en solo cinco viviendas.

“Podríamos seguir recorriendo el Centro Histórico de Arequipa porque tiene mucho más para ofrecernos. Ahora que se está impulsando el turismo, animémonos a redescubrir la historia”.

Foto: Erick Rodríguez

Y en el tercer nivel, hay tiendas con acceso directo a la calle Puente Bolognesi. La mayoría construidas durante el siglo XIX, de techos de bóveda y rieles. La variedad de fachadas que muestra se debe a las adecuaciones hechas luego de los terremotos de 1958 y 1960 que derivaron en nuevas construcciones de concreto armado, ampliaciones y aberturas de nuevas puertas y pisos adicionales. Y sí, durante décadas estuvo en una situación precaria; con el sismo de 2001 quedó al borde del colapso total.

Por eso, la recuperación del Tambo del Matadero, significó ejecutar radicales intervenciones para recuperar los espacios comunes, eliminar las construcciones precarias y dotarlos de todos los servicios y, finalmente, se ha puesto en valor la imagen del conjunto con color, jardinería y mobiliario.

Tambo de La Cabezona

La recuperación de los tambos de Bronce y del Matadero produjeron un gran impacto y efecto multiplicador dentro del centro histórico. Algunos vecinos comenzaron a intervenir los tambos aledaños, como el de La Cabezona, el más

Foto: Erick Rodríguez

bello de la ciudad. Pintado y fotografiado por insignes artistas, y cuya recuperación iniciaron los propietarios en 2006. Este tambo, localizado a un costado del Puente Bolognesi, frente al Tambo del Matadero, se estableció en el siglo XVII y ha tenido un largo proceso de crecimiento; albergaba numerosas funciones además de vivienda: molino, capilla, cuartel y hasta cabaret a finales del siglo XIX. Pertenece a 11 familias, pero la mayoría son inquilinos; la ocupan 25 familias. Tiene cuatro zaguanes de ingreso en diferentes niveles que se articulan con amplios espacios colectivos con dos grandes patios.

El Mercado de San Camilo, imperdible

Dicen que se conoce a una ciudad por sus mercados. El mercado de San Camilo ya es parte de los monumentos históricos pues tiene más de 100 años de antigüedad, sin embargo, su arquitectura es considerada moderna. En su interior se puede apreciar un techo ligero de fierro (parecido al mercado San Pedro del Cusco). Por ello se cree que fue obra del arquitecto francés Gustave Eiffel.

Y según el historiador Julio Ernesto Revilla, fue un seis de enero de 1881 que el centro de abastos abrió sus puertas a cielo abierto y cincuenta siete años después, el uno de mayo de 1938, se realizó la inauguración de la actual infraestructura; pero antes de estas fechas, era el Templo de San Camilo.

Y podríamos seguir recorriendo el Centro Histórico de Arequipa porque tiene mucho más para ofrecernos. Ahora que se está impulsando el turismo, animémonos a redescubrir la historia que envuelven las edificaciones que encierra, apreciemos sus plazas y rincones y viajemos en nuestra propia ciudad.

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