Texto: MarĆa Laura Chang, Johanna Osorio Herrera, HĆ©ctor Villa LeĆ³n, periodistas migrantes venezolanos radicados en Argentina, Colombia y PerĆŗ.(*)
Migrar es mĆ”s que trasladarse de un sitio a otro. Es dejar atrĆ”s lo que se conoce, es enfrentarse al cambio. Es, muchas veces, estar en soledad; sentir que te cortaron las raĆces. Es adaptaciĆ³n, preocupaciĆ³n y calma, tristeza y alegrĆa: incertidumbre. Puedes despertar feliz un dĆa porque la vida se parece mucho a lo que tenĆas o a lo que soƱabas y descubrirte en la tarde llorando por la nostalgia, porque te quedaste sin trabajo, porque la xenofobia te acecha o simplemente porque extraƱas lo que no volverĆ”.
Nosotros lo sabemos. Somos parte de las 5 millones 667 mil 835 personas que han salido de Venezuela para huir de la violencia, inseguridad, amenazas, la falta de alimentos, medicinas y servicios esenciales de acuerdo con las cifras del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).
Ansiedad, depresiĆ³n y otras alteraciones graves en la salud mental que derivan en incapacidad de integraciĆ³n; que restan calma y que pueden propiciar inestabilidad, dolor, adicciones, violencia e, incluso, la muerte, son algunas de las consecuencias de nuestra salida forzada, decidida, orillada.
Hambre y violencia
Adriana Caldera supo que debĆa dejar Venezuela cuando muriĆ³ su primer bebĆ©, el mismo dĆa de su nacimiento. Era octubre de 2016. LlegĆ³ en trabajo de parto al hospital, pero por falta de espacio le pidieron que esperara. La demora fue demasiada. El bebĆ© tenĆa el cordĆ³n umbilical alrededor del cuello y cuando finalmente la atendieron el corazĆ³n de su hijo ya no latĆa. En ese momento comenzĆ³ a planificar su salida del paĆs. En marzo de 2019, en medio del apagĆ³n nacional que oscureciĆ³ a Venezuela por mĆ”s de 140 horas, hizo su maleta, guiada con la linterna de su celular, y partiĆ³ a Colombia junto a su esposo.
Algunos dĆas, la familia de AJ solo comĆa los mangos que caĆan de los Ć”rboles. Pero a la pregunta de por quĆ© partiĆ³ no antepone el hambre sino la falta de arte. Al ser clarinetista y ver cĆ³mo se extinguĆa la vida cultural de su paĆs, ver su universidad hecha trizas, optĆ³ por irse.
Tanto AJ āoriundo del estado Zulia, al occidente de Venezuelaā, como Adriana āde FalcĆ³n, en el noreste āvivĆan desgastados emocionalmente. A lo largo de su vida estudiantil, AJ viviĆ³ mĆ”s de 10 robos o intentos de robos, siempre de forma violenta. Adriana, por su parte, temĆa ser mamĆ” en un paĆs con un sistema de salud debilitado, con hospitales sin espacio, insumos o personal. Su miedo estaba justificado: segĆŗn el Panorama de la Seguridad Alimentaria y Nutricional en AmĆ©rica Latina y el Caribe 2019, Venezuela es el cuarto paĆs de la regiĆ³n con mayor tasa de mortalidad neonatal, con 19,8 muertes por cada 1.000 nacidos vivos, solo por detrĆ”s de HaitĆ, Dominica y RepĆŗblica Dominicana.
Hablamos tambiĆ©n del paĆs mĆ”s pobre de AmĆ©rica Latina, segĆŗn la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida 2019-2020 que calcula que el 79,3% de quienes viven en Venezuela no tienen cĆ³mo cubrir la canasta de alimentos como consecuencia de una tasa inflacionaria que en el 2018 llegĆ³ a 65.000% y, aunque en los aƱos sucesivos bajĆ³ hasta 6.500%, el hambre acechĆ³ a la poblaciĆ³n. La arepa, el platillo mĆ”s popular se volviĆ³ un lujo impagable para la mayorĆa, y en los momentos mĆ”s Ć”lgidos se hizo usual ver a familias enteras hurgar en los basurales de las ciudades en busca de restos de comida.
El gran apagĆ³n de marzo de 2019 sellĆ³ todos los miedos. āNos advirtieron que el paĆs estaba a punto de un colapso, pero nadie se imaginaba que la situaciĆ³n serĆa tan grave. El paĆs se apagĆ³ y la poblaciĆ³n se llenĆ³ de una enorme angustia, no solo por la ausencia de servicios, sino por la falta de comunicacionesā, explica Yorelis Acosta. Hubo desesperaciĆ³n y saqueos. ReinĆ³ la desesperanza.
De la desesperaciĆ³n al trastorno psiquiĆ”trico
ĀæCĆ³mo impactan estos fenĆ³menos en la salud mental de la poblaciĆ³n? Cristal Palacios, psicĆ³loga clĆnica, investigadora y fundadora de la red PsicodiĆ”spora seƱala que existe una merma de la calidad de vida que no se resume a un solo evento traumĆ”tico, sino que en conjunto nos afectan y muchas veces generan estrĆ©s crĆ³nico y estrĆ©s postraumĆ”tico.
āEmpezamos a desconfiar el uno del otro. La familia se ha replegado hacia adentro de sĆ misma porque es la Ćŗnica forma de protegerse cuando tienes todo en contraā, seƱala la especialista, quien describe el deterioro de las relaciones sociales como resultado de una vivencia colectiva marcada por la crisis que afecta el bienestar colectivo.
Una afectaciĆ³n que Yorelis Acosta describe en su artĆculo Sufrimiento psicosocial del siglo XXI: Venezuela y la RevoluciĆ³n como un evento ātraumĆ”tico-catastrĆ³ficoā que tiene efectos psicosociales en los niveles individual y social. āVivir por largos perĆodos de tiempo en contextos violentos puede potenciar trastornos psicolĆ³gicos, cronificarlos e, incluso, proyectarlos transgeneracionalmenteā, seƱala la especialista.
Todo esto sugiere que cuando estamos insertos en estas condiciones adversas: repletos de miedos y angustias que se generan por no tener garantizadas nuestras principales necesidades podemos normalizar todas estas fallas, pero internamente todo se va acumulando y āse internalizan tanto a nivel neurolĆ³gico, como a nivel cognitivo emocional y eventualmente resultan en estos sĆntomas de estrĆ©s postraumĆ”ticoā, agrega Acosta.
SĆntomas que nos llevan a vivir anclados a momentos en el pasado y que sobrepasan nuestras capacidades de gestiĆ³n emocional dice Palacios, para quien, en el caso de las personas migrantes de Venezuela, esos momentos no son necesariamente situaciones singulares, sino que dan por la acumulaciĆ³n de eventos estresantes que se vivieron en el paĆs y que propician la hipervigilancia, la dificultad para dormir o para comer, pensamientos invasivos o flashbacks, la dificultad para soltar mentalmente nuestras ideas de Venezuela y a veces conductas de evasiĆ³n de personas que no quieren saber nada del paĆs, pero que en realidad no han podido desconectarse porque siguen ancladas a esas vivencias que les marcaron.
āLos eventos pasados se construyen en un gran evento que nos dificulta la vida cotidianaā, dice la psicĆ³loga y especialista en migraciĆ³n Constanza Armas.
Aumento de suicidios
Las cifras no tardaron en reflejar la vulnerabilidad social por la situaciĆ³n econĆ³mica. Desde el Observatorio Venezolano de Violencia (OVV) se llevĆ³ a cabo un estudio para determinar la incidencia de la crisis en los suicidios ocurridos entre octubre de 2019 y marzo de 2020. A pesar de que no existen cifras oficiales, la investigaciĆ³n realizada en este periodo contrastĆ³ los datos de la OrganizaciĆ³n Mundial de la Salud (OMS) y de instituciones como la CorporaciĆ³n de Salud (Corposalud) de algunos estados del paĆs.
āLa tasa de suicidios entre octubre de 2019 y marzo de 2020 pudo haber estado fluctuando entre 9,3 y 9,7 suicidios por cada 100 mil habitantes. Y segĆŗn las Ćŗltimas cifras oficiales registradas por el Estado, la tasa se ubicaba en 3 suicidios en el mismo perĆodo. Vimos un incremento de mĆ”s de dos veces, y es congruente con la realidad que estamos viviendoā, dice Gustavo PĆ”ez, coordinador del OVV en la ciudad de MĆ©rida y encargado del proyecto.
A la fecha no hay una actualizaciĆ³n del estudio, pero OVV ha dado seguimiento de los suicidios en el paĆs durante los Ćŗltimos tres aƱos a travĆ©s de partes policiales y notas publicadas en los medios de comunicaciĆ³n. Una situaciĆ³n que la pandemia por covid-19 vino a agravar en el 2020, pues hubo un alza de 150% entre los meses de abril y mayo. āLa gente empezĆ³ a tener temor de contagiarse, de morir, de quedarse sin recursos econĆ³micos. Las empresas y las instituciones cerraron, los ahorros se gastaron y eso pudo haber incrementado los suicidiosā, dice PĆ”ez.
Para 2021 las cifras no reflejan una mejorĆa. Tan solo en los primeros cuatro meses de este aƱo se han reportado 108 suicidios a nivel nacional, mientras que el aƱo pasado fueron 281, es decir, casi el 40% de la cifra total del 2020.
Quienes investigan el tema seƱalan una correlaciĆ³n directa con la crisis venezolana y la emergencia sanitaria. āTenemos mĆ”s de un aƱo en pandemia. La flota de autobuses estĆ” en un 7% funcionando. No puedes llevar una vida normal, hay meses donde los cortes elĆ©ctricos bajan, pero hay otros donde son 8, 10, 12, 15 horas o mĆ”s. El gas domĆ©stico no tiene continuidad en el suministro. La salud estĆ” por el piso. Enfermarte en el paĆs es un lujo, casi tienes que ser millonarioā, comenta el especialista.
SimultĆ”neamente ha habido un aumento de la criminalidad. Las Ćŗltimas cifras seƱalan que tan solo en 2020 murieron de forma violenta 11.891 personas de acuerdo con el Observatorio Venezolano de Violencia (OVV).
Migrantes pioneros
Un gran diferenciador de la diĆ”spora venezolana con otros paĆses de la regiĆ³n como Ecuador, PerĆŗ o MĆ©xico es que ha creado una generaciĆ³n pionera de migrantes. En su historia reciente, Venezuela siempre ha sido un paĆs receptor, nunca expulsor: a finales de los cuarenta e inicio de los aƱos cincuenta, el paĆs recibiĆ³ inmigrantes espaƱoles, italianos y portugueses que huĆan de la crisis de la posguerra; mĆ”s tarde, en la dĆ©cada de los setenta, el alza progresiva del precio del petrĆ³leo favoreciĆ³ de nuevo la inmigraciĆ³n pero esta vez proveniente de Centro y SuramĆ©rica. No existĆa una cultura de emigraciĆ³n, explica Constanza Armas.
Es el caso de Mariela Inojosa, periodista, oriunda de las costas del estado Vargas quien, junto con su esposĆ³ emigrĆ³ a Uruguay en 2019, despuĆ©s de mĆ”s de dos aƱos de planificaciĆ³n. Previamente, su hermana junto con su cuƱado y la madre de ambas habĆan emigrado a PerĆŗ. Pero con la huida a Uruguay, las hermanas se reencontraron en ese paĆs y la madre se quedĆ³ sola en PerĆŗ. Antes de la crisis en Venezuela, ningĆŗn miembro de su familia habĆa sido migrante.
La inexperiencia hace que desenterrar las raĆces en nuestro lugar de origen sea mucho mĆ”s difĆcil, porque no tenemos referencias cercanas. Ese proceso de integraciĆ³n y el famoso āempezar de ceroā es mĆ”s cuesta arriba para nosotros que para las segundas y terceras generaciones de migrantes que suelen tejer redes de apoyo o simplemente estĆ”n habituados a conocer una historia de Ć©xodo a travĆ©s de relatos familiares, experiencias cercanas, y construyen asĆ una cultura migrante.
Por covid-19, Mariela perdiĆ³ a su mamĆ” en abril de 2021. No pudo despedirse. āYo pasĆ© tres aƱos sin ver a mi madre, en este contexto migratorio, en este contexto de crisis humanitaria tan fuerte. Saber que no la voy a volver a ver ha sido lo mĆ”s difĆcil de sortear desde que emigrĆ©. La migraciĆ³n en todo sentido es un duelo, y en medio de esta pandemia se nos junta con otras cosas. Yo siento que no solo perdĆ a mi mamĆ”, tambiĆ©n perdĆ a mi paĆsā.
AdaptaciĆ³n que cuesta
Huir es tan difĆcil como llegar a un nuevo destino: hay que aprender a [sobre]vivir de nuevo. Con un embarazo avanzado, Adriana Rivas, de 36 aƱos, saliĆ³ de Venezuela junto a su esposo. El estrĆ©s del viaje propiciĆ³ un sangrado apenas al cruzar la frontera. Aunque le preocupaba la salud del bebĆ©, su meta era clara. SiguiĆ³ el trayecto vĆa terrestre. Primero por Colombia, luego Ecuador y PerĆŗ. Pudo recibir atenciĆ³n mĆ©dica y a pesar de que la recomendaciĆ³n era guardar reposo, la pareja no cesĆ³ hasta llegar a su destino, Chile, donde finalmente el sangrado cesĆ³.
Quienes deciden migrar se arriesgan durante su trĆ”nsito a sufrir de abusos como la exigencia de pagos, confiscaciĆ³n de pertenencias o destrucciĆ³n de documentos; traslado por puntos no autorizados āconocidos como trochasā; riesgo de violencia y abuso sexual, robo o limitada disposiciĆ³n de recursos econĆ³micos, narra Ligia BolĆvar, en su informe Salud mental de personas venezolanas en situaciĆ³n de movilidad.
Bryant GonzĆ”lez, astrĆ³nomo amateur caraqueƱo, de 31 aƱos, llegĆ³ a CĆŗcuta tras gastar todo su dinero en el pasaje hasta la frontera. AllĆ ofreciĆ³ dar clases a niƱos en una instituciĆ³n local a cambio de hospedaje y viĆ”ticos. Tras el convenio de cinco dĆas, enviĆ³ una propuesta similar a otro colegio en Bucaramanga que aceptĆ³, pero solo ofreciĆ©ndole alimento. A Bryant solo le alcanzaba para pagar el pasaje a Pamplona. Para continuar tuvo que hacer los 60 kilĆ³metros que separan ambas ciudades a pie, haciendo autostop y pernoctando en las estaciones de servicio. Dos semanas mĆ”s tarde, la odisea se repetirĆa, pero ahora para hacer los casi 500 kilĆ³metros que separan Bucaramanga de BogotĆ”.
Es tan solo el principio. Al reto del traslado sobreviene el choque cultural, la xenofobia, la ausencia de redes de apoyo, la exigencia de diversos documentos, los cambios de leyes, las expectativas frustradas, discriminaciĆ³n laboral, maltrato y violencia, dice el informe de BolĆvar.
āMi rutina era trabajar, comer, dormir y llorarā¦ Era un ciclo sin fin (ā¦). Me sentĆa a la derivaā, recuerda Alba SolĆ³rzano, joven del estado Aragua.
Como ella, otra joven en Nueva York recuerda que empezĆ³ a sentir que no pertenecĆa a ningĆŗn lugar: āEstar sola en un proceso migratorio, sin residencia, no saber si maƱana debes irte y dejar todo otra vez, con miedos e incertidumbre por no estar segura de poder desenvolverme en otro idioma, otras culturas, sentir angustia por tener que salir adelante y tener la carga de ayudar a tu familia econĆ³micamenteā.
āMi ex jefe me llamĆ³ āmuerta de hambreā. TenĆa un aƱo comiendo arroz con lentejas. SĆ© lo que es pasar hambre, pero que te lo digan tan feo, dueleā¦ y muchoā, recuerda otra joven venezolana residente en Buenos Aires.
Los testimonios anteriores son resultado de una encuesta pĆŗblica que hicimos por redes sociales a migrantes de Venezuela, entre el 27 de abril y el 9 de mayo de 2021. De las 183 que participaron el 90% (164) consideraron que han padecido ansiedad, tristeza o depresiĆ³n durante su proceso migratorio. Las emociones predominantes en las personas consultadas fueron tristeza (16%), ansiedad, angustia, incertidumbre (14%), calma (13,6%) y alegrĆa (8,7%).
Resultados de la encuesta:
- Contestaron 183 personas de entre 19 y 63 aƱos.
- 164 personas (90%) contestaron que consideran que han padecido ansiedad, tristeza o depresiĆ³n durante su proceso migratorio.
- Las emociones predominantes en los encuestados han sido:
- Tristeza: 29 personas (16%)
- Ansiedad, angustia, incertidumbre: 26 (14%)
- Calma: 25 personas (13,6%)
- AlegrĆa: 16 (8,7%)
Este abanico de emociones se proyecta en la salud mental en un espectro que va desde la tranquilidad que sintiĆ³ Adriana Caldera por poder parir a su segunda bebĆ© en Colombia, lejos de la pesadilla de los hospitales venezolanos; a los ataques de pĆ”nico de Bryant quien durante sus recorridos por LatinoamĆ©rica temĆa morir lejos de casa; o el caso de FĆ©lix, quien permaneciĆ³ un aƱo sin salir de su nueva casa en Ecuador por carecer de un documento de identidad que le permitiera incorporarse a la universidad o buscar trabajo. AJ tuvo que ser internado en un psiquiĆ”trico luego de ideaciones suicidas.
Las estadĆsticas del Ministerio de Salud de Colombia, el paĆs con la mayor recepciĆ³n de migrantes de Venezuela ā1.742.927ā son reflejo de esta situaciĆ³n. El nĆŗmero de migrantes de Venezuela que asistieron a los servicios de salud por diagnĆ³stico principal de trastornos mentales y del comportamiento pasĆ³ de 302 personas en 2017 a 7.452 personas en 2020, un aumento de 2.467,55% en cuatro aƱos. Asimismo, el nĆŗmero de atenciones prestadas a migrantes de Venezuela por el mismo diagnĆ³stico subiĆ³ de 1.102 consultas a 16.813 en el mismo perĆodo.
Colombia y la salud para migrantes venezolanos:
Datos obtenidos para este proyecto con solicitud de informaciĆ³n a Unidad de Transparencia:
- NĆŗmero de migrantes venezolanos atendidos en los servicios de salud por diagnĆ³stico principal trastornos mentales y del comportamiento:
- 2017: 302
- 2018: 1.760
- 2019: 6.178
- 2020: 7.452
- NĆŗmero de atenciones prestadas a migrantes venezolanos en los servicios de salud por diagnĆ³stico principal trastornos mentales y del comportamiento
- 2017: 1.102
- 2018: 5.021
- 2019: 14.258
- 2020: 16.813
Otra investigaciĆ³n para conocer la salud de la poblaciĆ³n migrante y refugiada venezolana en Colombia ārealizada por Profamilia en cinco departamentos durante 2019ā revelĆ³ que durante 2019 la ansiedad fue la causa principal por la cual migrantes de Venezuela acudieron a los servicios de salud mental.
Una situaciĆ³n similar se vive en PerĆŗ, paĆs receptor de 1.049.970 de migrantes hasta julio de 2021. AllĆ, la Universidad del PacĆfico (UP) realizĆ³ una investigaciĆ³n entre 2019 y 2020 que consistiĆ³ en encuestar a 800 venezolanos en Tumbes, ciudad fronteriza. āEl estudio midiĆ³ los desafĆos y retos que encontraron, los motivos por los que escogieron PerĆŗ, y tenĆamos un apartado para la salud mental en el que preguntamos si habĆa tenido sĆntomas de depresiĆ³n o ansiedadā, seƱala Marta Luzes, analista e investigadora afiliada de la UP.
La primera comparaciĆ³n planteada se da entre los meses de abril y agosto de 2019 cuando ocurriĆ³ el cambio de polĆtica migratoria y la visa humanitaria pasĆ³ a ser un requisito necesario para ingresar a PerĆŗ. āEsto aumentĆ³ la irregularidad y los niveles de ansiedad y depresiĆ³n incrementaronā, comenta la especialista.
Durante estos dĆas se podĆan observar las largas filas de migrantes queriendo ingresar al paĆs, esperando que se les aprobara la visa humanitaria, o les atendiera un funcionario de la ComisiĆ³n de Refugiados para solicitar protecciĆ³n internacional en el paĆs. āLos migrantes fueron llevados a cruzar irregularmente, porque no tenĆan pasaporte, la visa humanitaria llevaba tiempo tramitarlaā, dice Luzes.
Fue el caso de Christian Maestre quien emigrĆ³ con toda su familia y tuvo que pasar mĆ”s de 12 horas en pleno invierno suramericano en una fila en Rumichaca (frontera de Ecuador y PerĆŗ) para poder ingresar. Al aproximarse al sitio de acceso se encontrĆ³ con que habĆa dos filas: una de extranjeros de otras nacionalidades, y una mĆ”s larga solamente para venezolanos.
āYo supongo que hay gente que lo vive peor, pero un viaje de 5 dĆas fue una calamidad. Aunque puedes conocer gente y tener una bitĆ”cora, eso no te prepara para cuando se presentan las vicisitudes en el caminoā, dice.
El dolor de partir
āDos de cada tres venezolanos migrantes en Colombia tienen afectada su salud mentalā, asegura AndrĆ©s Cubillos, profesor del Instituto de Salud PĆŗblica de la Universidad Javeriana, con mĆ”s de 15 aƱos de experiencia en Ć”reas relacionadas con polĆtica social, migraciones y salud pĆŗblica y mental. āLas migraciones en el caso de Venezuela son mĆ”s de Ćndole familiar que individuales, lo que afecta aĆŗn mĆ”s la salud mental de la poblaciĆ³n, porque muchas personas no pueden proteger las condiciones de vida de su entornoā, explica el especialista que desarrolla junto con la University of Central Florida una investigaciĆ³n sobre el tema.
Pero los sĆntomas de un trastorno mental no son siempre meramente emocionales. Cubillos explica que algunos sĆntomas fĆsicos pueden ser un indicio de afectaciĆ³n. āEl dolor de espalda, dolor de cabeza, dolor de cuello, dificultad para dormir son seƱales que han sido poco estudiadas porque la atenciĆ³n en salud se basa en el aspecto fĆsicoā, dice.
Es el caso de FĆ©lix, un joven oriundo de la ciudad andina de MĆ©rida, que llegĆ³ a Ecuador con 18 aƱos y la seguridad de vivir con sus padres. Desde el momento en el que pisĆ³ Quito asegura haber empezado a sentir inĆ©ditos dolores de espalda, que no han parado. āAhora entiendo que los problemas fĆsicos son derivados de los psicolĆ³gicosā, dice. AdemĆ”s reconoce haber sentido ansiedad y varios episodios depresivos fuertes durante todo su proceso migratorio. Ćl ha podido recibir atenciĆ³n psicolĆ³gica al ser estudiante universitario, pero ansĆa empezar a trabajar para poder pagar un servicio mejor.
āNuestra investigaciĆ³n indica que los sĆntomas estĆ”n aumentando y no se presentan solamente durante el proceso migratorio, sino que se exacerban una vez llegan al paĆs, por el rechazo, la discriminaciĆ³n, la xenofobiaā, afirma Cubillos. Por otra parte, considera que la falta de polĆticas adecuadas para intervenir a la poblaciĆ³n migrante les afecta mucho mĆ”s. āNi siquiera tenemos primeros auxilios en salud mental. SĆ© que en hospitales en CĆŗcuta son mĆnimos: hacen una contenciĆ³n a la persona que llega, de alrededor de dos dĆas, y ya luego la persona tiene que continuar su caminoā.
āTengo perĆodos donde no quiero pararme de la cama, no quiero hablar con nadie, sobre pienso las cosas y situaciones, me da hambre constantemente, pero tambiĆ©n tengo falta de apetito, insomnio y somnolencia, ataques de estrĆ©s, episodios de crisis migraƱosasā, es la experiencia que nos cuenta una joven de 21 aƱos, oriunda de Maracaibo y que hoy vive en Chile.
Para Luz Ćngela Rojas-Bernal, psiquiatra y docente de la Facultad de Salud en Universidad Surcolombiana, esta deficiente atenciĆ³n en salud mental depende de tres factores: estigmatizaciĆ³n de las enfermedades mentales, falta de voluntad polĆtica, y la carencia de recursos monetarios y humanos. āAunque hay estudios sobre la prevalencia de trastornos mentales en estas poblaciones [de migrantes], muchas se quedan en el papel, porque no hay suficiente apoyo polĆtico para convertirlas en polĆticas pĆŗblicas. (…) La Ley de Salud Mental [en Colombia] dice cosas muy bonitas y que estĆ”n muy bien escritas, pero que en la prĆ”ctica no se danā. La especialista dice, ademĆ”s, que la distribuciĆ³n de psicĆ³logos y psiquiatras no es equitativa en tĆ©rminos de densidad demogrĆ”fica ni de necesidades.
El presupuesto de salud mental en Colombia corrobora lo anterior: para el 2017 se destinaba apenas 1,63% del presupuesto en salud para la atenciĆ³n en salud mental y convivencia social. Una cifra que en 2020 disminuyĆ³ al 0,30% del presupuesto. En PerĆŗ, el segundo paĆs con mayor recepciĆ³n de migrantes venezolanos, la situaciĆ³n no es muy diferente. De acuerdo con el portal de Transparencia EconĆ³mica, en el 2020 se destinĆ³ para salud mental tan solo el 0,50% del presupuesto general.
- Presupuesto destinado a salud mental en Colombia:
AƱo/ Modificado- vigente | Presupuesto nacional (en pesos) | Presupuesto del Ministerio de salud y protecciĆ³n social | Nacional vs salud | Presupuesto para salud mental y convivencia social | Salud vs salud mental | Nacional vs salud mental |
2017 | 224.400.000.000.000,00 | 6.175.355.344.110 | 2,75% | 100.744.428.720,00 | 1,63% | 0,04% |
2018 | 235.600.000.000.000,00 | 23.306.826.000.579 | 9,89% | 108.541.916.638,00 | 0,47% | 0,05% |
2019 | 250.400.000.000.000,00 | 28.220.098.849.170 | 11,27% | 131.003.955.895,00 | 0,46% | 0,05% |
2020 | 271.700.000.000.000,00 | 34.050.510.788.771 | 12,53% | 102.535.687.811,00 | 0,30% | 0,04% |
AƱo/ Ejecutado- pagado | Presupuesto del Ministerio de salud y protecciĆ³n social | Presupuesto para salud mental y convivencia social | Salud vs salud mental |
2017 | 5.904.363.116.638,54 | 65.966.985.669,00 | 1,12% |
2018 | 23.237.595.226.247,00 | 78.253.336.261,00 | 0,34% |
2019 | 28.110.001.447.993,50 | 107.451.691.824,00 | 0,38% |
2020 | 33.176.127.013.916,30 | 69.056.070.855,00 | 0,21% |
Un duelo inevitable
āSobre Venezuela yo tengo un complejo. A veces no quiero saber nada del paĆs. Tengo un rechazo bastante fuerte, pero sucede que igual allĆ” estĆ” mi hermano, mi abuela y mis tĆosā, dice VĆctor Reinosa, comunicador social que vive en la ciudad de Buenos Aires.
āMigrar implica renuncias, despedidas y en un cuadro normal, eso que llamamos duelo migratorio, es un duelo totalmente distinto al que asociamos con la muerte de un ser queridoā, explica Yorelis Acosta, psicĆ³loga clĆnico y social del Centro de Desarrollo y Estudios de la Universidad Central de Venezuela (Cendes).
āEste duelo se refiere al desarraigo a la familia, a cambios de la identidad, estimula sentimientos de ambivalencias: puedes tener una expectativa positiva porque vas a buscar una nueva forma de vida o tambiĆ©n puedes sentir tristeza porque estĆ”s dejando a tu familia, tus recuerdos, tu historiaā, comenta Acosta.
āEs como divorciarse enamoradoā. AsĆ describiĆ³ su situaciĆ³n emocional CĆ©sar Soledad de 41 aƱos y quien actualmente vive en Chile. āTe duele tu paĆs, extraƱas a tu gente y sufres por los que allĆ” vivenā. Para AndrĆ©s Vale la situaciĆ³n es mĆ”s extrema pues el divorcio de Venezuela es total. āSiento que la odio y eso no me permite sentir que encajo en el nuevo lugar que vivoā, dice el joven de 23 aƱos que ahora vive en Ecuador.
Se trata de un duelo que comienza incluso antes de partir segĆŗn Constanza Armas: āLlegan al paĆs de acogida perdiendo todo lo que construyeron en Venezuela y esa situaciĆ³n de pĆ©rdida representa un duelo, pero ese duelo ya se venĆa gestando desde Venezuela, porque allĆ empezaron a perder su estatus, sus redes y sus posibilidades de desarrollo a causa de la crisis, y ese discurso asociado a la pĆ©rdida ya lo conocĆan, pero se agudizaā.
Por ejemplo, Adriana Rivas pasĆ³ de tener una exitosa carrera en el periodismo de farĆ”ndula, de ser relacionista pĆŗblico y hacer prensa para importantes agrupaciones artĆsticas, a vender plĆ”tanos para poder vivir, darle de comer a sus hijos y ahorrar para poder migrar.
Las personas migrantes pueden enfrentar barreras en su proceso de adaptaciĆ³n porque necesitan desarrollar algunas habilidades y fortalezas como la constancia, fuerza emocional y tener apertura a los cambios, dice Acosta. āHace falta poner a un lado tu historia, integrarte, ser agradecido y tener la capacidad de comenzar desde cero y si no tienes planes o redes de apoyo emocional, psicolĆ³gico y econĆ³mico, este proceso puede generar trastornos emocionalesā, comenta.
AdemĆ”s asegura que no tener una regularizaciĆ³n, puede desencadenar ansiedad sobre el futuro o la estadĆa del migrante en el paĆs.
Tal como le ocurriĆ³ a Christian Maestre de Monagas, entidad de la regiĆ³n nororiental del paĆs, quien en el 2018, cuando ya residĆa en Arequipa, al sur de PerĆŗ, debĆa tramitar sus antecedentes policiales para poder regularizar su estadĆa. Sin embargo, por un error en los datos, el funcionario le asegurĆ³ que debĆa pagar nuevamente los 20 dĆ³lares del trĆ”mite. Al no tener dinero, Christian sintiĆ³ que el corazĆ³n le iba a explotar. āLe pedĆ a una vecina que me ayudara. Se sacĆ³ de su bolsillo el dinero para solicitar el vĆ”ucher con los datos correctos en el banco y asĆ pude terminar el trĆ”miteā.
āExistir, tener identificaciĆ³n, es ser visible y la visibilidad promueve la salud mentalā, concluye Contanza Armas quien aboga por las polĆticas pĆŗblicas para promover la integraciĆ³n.
La llegada de lo impredecible: la pandemia
Estar encerrados en casa empeorĆ³ la ya daƱada relaciĆ³n que AJ tenĆa con su pareja y la violencia empezĆ³ a escalar hasta ser insoportable. Lo entendiĆ³ luego de asistir virtualmente a uno de los talleres grupales de violencia de gĆ©nero en pandemia que brindĆ³ la Alianza por Venezuela. Las psicĆ³logas, al escucharle, le sugirieron buscar ayuda profesional de inmediato porque la violencia psicolĆ³gica a la que estuvo expuesto le agravĆ³ la depresiĆ³n y empezaron a surgir ideas suicidas.
AsĆ fue como llegĆ³ al Ć”rea de PsiquiatrĆa del Hospital Central de San Isidro, donde poco importaba que en su DNI apareciera en letras rojas la palabra extranjero, pues en Argentina la Ley de Migraciones es clara en su artĆculo 6 donde dice que se garantiza el acceso igualitario a los inmigrantes y sus familias en las mismas condiciones de protecciĆ³n, amparo y derechos de los que gozan los nacionales.
A pesar de ello fue obligado a mantenerse recluido durante todo un fin de semana sin posibilidad de avisar a nadie de su paradero: āno respetaron mi identidad de gĆ©nero trans no binariaā, recuerda. AJ pasĆ³ dos dĆas escuchando cĆ³mo otras personas internas golpeaban paredes y gritaban sin sentido. El temor solo pasĆ³ cuando pudo salir: sabĆa que era el principio de un proceso que fue mejorando con medicaciĆ³n y terapias periĆ³dicas.
En el contexto de la pandemia, las vulnerabilidades presentes a lo largo del ciclo migratorio se exacerban, como tambiĆ©n los riesgos ante la pĆ©rdida del empleo, la falta de acceso expedito a la documentaciĆ³n, las condiciones habitacionales deficientes y la estigmatizaciĆ³n de las personas retornadas en las comunidades de origen, dice el estudio Los efectos del COVID 19: una oportunidad para reafirmar la centralidad de los derechos humanos de las personas migrantes en el desarrollo sostenible, de la ComisiĆ³n EconĆ³mica para AmĆ©rica Latina y el Caribe (Cepal).
Para Alba Solorzano, una joven psicĆ³loga de 23 aƱos, quien ahora vive en EspaƱa, la pandemia le afectĆ³ especialmente en lo emocional. āVivĆa en un arresto domiciliarioā, cuenta. āLa convivencia en el lugar donde vivĆa era horrible, nuestra casera era una mujer neurĆ³tica que no nos dejaba salir de la habitaciĆ³n donde estĆ”bamos y que solo era el cuarto con un baƱo y cocinaā.
Jeanferich Ontiveros cuenta desde Chile: āLa pandemia me dejĆ³ desempleado durante cinco meses. El no tener dinero, trabajo o comida, me desatĆ³ una especie de crisis nerviosa. Esos cinco meses han sido los peores desde que comenzĆ³ mi migraciĆ³n (…) Estuve a punto de ir a un establecimiento de salud, para ver si de alguna forma, alguien me ayudaba con la crisis nerviosa, o al menos me daba un diagnĆ³stico de lo que me estaba sucediendo. Pero, el temor a contraer el coronavirus en un hospital me hizo evitar ir a un mĆ©dicoā.
La psiquiatra colombiana Luz Rojas ha constatado esta situaciĆ³n: āCon la pandemia, los problemas de salud mental se han exacerbado. Yo he atendido personas que no tenĆan sĆntomas o que habĆan podido controlarlos y cuando llegĆ³ la pandemia se disparĆ³ la tendencia a sufrir trastornos de ansiedad, depresiĆ³n y trastornos del sueƱoā, relata.
La Universidad del PacĆfico de PerĆŗ realizĆ³ un estudio en abril de 2020 sobre el contexto laboral y la salud mental de los migrantes en pandemia, 46% de las personas migrantes encuestadas presentaban seƱales de ansiedad y 35% de depresiĆ³n. Los resultados demuestran que la tasa de empleo tiene un impacto directo en esta afectaciĆ³n psicolĆ³gica, segĆŗn la investigadora Marta Luzes. āMientras baja la posibilidad de emplearse, la condiciĆ³n de la salud mental empeoraā.
Para VĆctor Reinosa el panorama por la covid-19 tambiĆ©n fue complejo. Fue duro conseguir empleo en su Ć”rea: āYo habĆa trabajado en radio, televisiĆ³n, prensa y llegar acĆ” y trabajar de cocinero, delivery, trabajĆ© en un kiosco, fue bastante duroā.
La situaciĆ³n eventualmente mejorĆ³ aunque no por mucho tiempo. āRenunciĆ© a un trabajo que tenĆa por una propuesta interesante que me gustĆ³ mucho. Pero me enfermĆ© y perdĆ ese trabajoā. Desde ese momento, VĆctor se sintiĆ³ en un hueco: āNo me querĆa parar de la camaā. Luego, a travĆ©s de un amigo, pudo encontrar un nuevo trabajo en su Ć”rea y todo volviĆ³ a mejorar. āEs complicado estar solo en un paĆs, no tienes a nadie que te dĆ© apoyo; no es como en tu paĆs que si no tienes trabajo un mes te vas a casa de tu mamĆ” y te despreocupas del alquilerā, dice.
La psicĆ³loga Cristal Palacios explica que para las personas migrantes la pandemia generĆ³ un proceso regresivo; muchos de los logros que habĆan obtenido se esfumaron ante las dificultades econĆ³micas que generaron las medidas para contener el virus.
Eso reaviva duelos migratorios y aumenta la vulnerabilidad: muchas personas que habĆan salido de esa franja de supervivencia y empezaban a materializar logros, volvieron a tener que sobrevivir, lo que a nivel emocional es muy fuerte. āEs una pĆ©rdida de la cuota de libertad que habĆamos ganado y a esa pĆ©rdida se le suma la pĆ©rdida de la salud y de seres queridos que fallecen a causa del coronavirusā, dice Palacios.
Nutrirse del presente
Resiliencia es la capacidad que tienen las personas para afrontar obstĆ”culos y hacerse mĆ”s fuertes durante ese proceso. āNo evita la exposiciĆ³n al suceso adverso, pero permite entender a la adversidad como un aprendizaje, afrontar la situaciĆ³n y a travĆ©s de las fortalezas personales, proteger su integridad y forjar un nuevo comportamiento, resistir al desastre y reconstruir sobre los factores adversosā, seƱala el estudio Resiliencia y Estrategias de Afrontamiento en Inmigrantes Venezolanos de la Universidad Central de Ecuador.
La investigaciĆ³n plantea que las personas migrantes se exponen a distintos factores de riesgo. En lo personal con problemas de salud mental o fĆsica, inadecuadas estrategias de comunicaciĆ³n, falta de asertividad, consumo de sustancias y alcoholismo, deficiente control de impulsos, aislamiento. Y en lo social o familiar; muerte de familiares, falta de redes sociales, pobreza, ausencia de dinero, mudanzas abruptas, migraciĆ³n, deportaciĆ³n o repatriaciĆ³n, discriminaciĆ³n. Todo esto afecta nuestra capacidad de resistir. Pero aun asĆ, se sale a flote.
Para nosotros, hablar de resiliencia implica hacer un viaje a varios aƱos atrĆ”s. Cuando estĆ”bamos en Venezuela y ejercĆamos el periodismo y tenĆamos que sortear la censura de un rĆ©gimen autoritario para informar a las comunidades. Pese a las dificultades, lo hicimos.
Cuando tenĆamos que vivir en nuestras ciudades y encontrar las maneras para asumir los gastos que implicaban estar en un paĆs con la inflaciĆ³n mĆ”s alta del mundo, siempre encontrĆ”bamos el camino para lograrlo. Aunque costara nuestra juventud, nuestros sueƱos.
Cuando en esos dĆas antes de abordar el aviĆ³n o el autobĆŗs que nos trajera, con lĆ”grimas en los ojos, armĆ”bamos las maletas que nos Ćbamos a traer a un nuevo paĆs y nos despedĆamos de nuestras familias. En Colombia para Johanna, por las āfacilidadesā que le ofrecĆan por la nacionalidad de sus padres; o a PerĆŗ porque HĆ©ctor habĆa leĆdo que las condiciones econĆ³micas eran optimistas en la regiĆ³n; y hasta el sur, en Argentina, dĆ³nde MarĆa Laura llegĆ³ con la idea de estudiar una maestrĆa y ejercer el periodismo.
Adriana, Mariela, VĆctor, Christian, Alba, AJ, y las otras personas cuyas voces aparecen acĆ”, somos tambiĆ©n nosotros. Migrar es un proceso, que aĆŗn con las condiciones mĆ”s favorables, conlleva desarraigo, cambios, adaptaciĆ³n, nuevas culturas e integraciĆ³n.
Ante un panorama muy hostil con la pĆ©rdida del trabajo de ambos durante la pandemia, Adriana Rivas y su esposo se mudaron a Santiago desde ValparaĆso; y emprendieron el Ć”rea gastronĆ³mica. Esto le permitiĆ³ por primera vez desde su proceso migratorio lograr estabilidad econĆ³mica, laboral y familiar, asĆ sea desde la informalidad.
Adriana Caldera, por su parte, emprendiĆ³ tambiĆ©n con una tienda de postres que atiende desde casa, y Ćŗltimamente ha integrado a su menĆŗ platos venezolanos. Ha sido un Ć©xito: cuando todo parece fallar, tener cerca un sitio con sabores familiares puede llevarte un ratico a casa y a la nostalgia āo certezaā de que pese a la distancia seguimos perteneciendo al lugar que amamos.
āNuestra vulnerabilidad y fortaleza tiene que ver con la interrupciĆ³n de nuestra historia de vidaā, explica la psicĆ³loga especialista en migraciĆ³n, Constanza Armas. āUna migraciĆ³n forzada aumenta la probabilidad de desencadenar trastornos porque no hay una preparaciĆ³n adecuada. Otro aspecto diferenciador es la idea de no volver: hemos perdido el paĆs que conocimos y dueleā.
ĀæRegresaremos algĆŗn dĆa a Venezuela? Es la pregunta que mentalmente muchos nos hacemos, pero que pocos nos atrevemos a pronunciar en voz alta. Migrar es no detenerse en el pasado ni obsesionarse con el futuro. Es nutrirse del presente, por duro que este sea.
PoblaciĆ³n con doble vulnerabilidad
Si bien la mayorĆa de las personas migrantes estĆ”n expuestas a mĆŗltiples situaciones que afectan su salud fĆsica y mental, hay personas aĆŗn mĆ”s vulnerables.
Para diciembre de 2020, de acuerdo con Unicef, al menos 1,9 millones de quienes habĆan salido de Venezuela eran niƱos, niƱas y adolescentes (que podrĆan ser mĆ”s, pues la cifra tiene un subregistro). Sus condiciones estĆ”n muy lejos de ser las adecuadas.
En Colombia, las infancias y los adolescentes estĆ”n en una situaciĆ³n de indefensiĆ³n ante la carencia de polĆticas pĆŗblicas migratorias desde Venezuela y la sobrecarga de las capacidades del lado colombiano. āLos menores de edad tienen muchas dificultades para regularizar su situaciĆ³n de inmigraciĆ³n y documentaciĆ³n, lo cual cercena su acceso a la protecciĆ³n social, la atenciĆ³n de la salud, el desarrollo en la primera infancia y la educaciĆ³nā, destaca la investigaciĆ³n Hijos migrantes, en la que ademĆ”s se afirma que el 46% de los menores estĆ”n fuera del sistema educativo colombiano, principalmente, por falta de documentos.
Pero no solo viven dificultades en su adaptaciĆ³n al nuevo paĆs. Ligia BolĆvar detalla en su informe Salud mental de personas venezolanas en situaciĆ³n de movilidad que, de acuerdo con estudios hechos en PerĆŗ, el impacto de la migraciĆ³n puede derivar en otras conductas menos evidentes y regresivas: ācomienzan a hacerse pipĆ de nuevo en la cama, a chuparse el dedo, comienzan a comportarse de maneras que ya habĆan superado en tĆ©rminos de su desarrollo porque son respuestas normales del estrĆ©s en las que se busca reaccionar de la forma en la que se reaccionaban anteriormente cuando se sentĆan mĆ”s protegidosā, explica el estudio.
Las mujeres tambiĆ©n padecen situaciones particulares durante su proceso migratorio. āMĆ”s de la mitad de las atenciones demandadas por parte de la poblaciĆ³n venezolana son por parte de mujeresā, dice Cubillos. En su mayorĆa se relacionan a temas de salud reproductiva. De acuerdo con el Ćŗltimo reporte de la Plataforma R4V, actualmente alrededor del 35% de las personas migrantes son mujeres, mientras que el 15,3 % son niƱas y adolescentes.
Por otra parte, a los riesgos y situaciones propias de la migraciĆ³n se han sumado los causados por el aislamiento durante la pandemia por covid-19. āLas condiciones que se han establecido en el marco de la pandemia han propiciado el aumento de la violencia de gĆ©nero y la violencia intrafamiliar, y esto ha afectado tambiĆ©n a las mujeres y niƱas migrantes venezolanasā, agrega el investigador.
Las personas pertenecientes a la comunidad LGBTIQ tambiĆ©n tienen riesgo de sufrir violencia en sus entornos y en el caso de AJ, quien se identifica como persona no binaria, fue justo esa situaciĆ³n la que le condujo a agravar sus padecimientos. āCon la persona que era mi pareja sufrĆ violencia fĆsica, emocional, psicolĆ³gica y recurrĆ primero a la atenciĆ³n psicolĆ³gica, pero luego tuvo que ser psiquiĆ”trica. La situaciĆ³n empeorĆ³ con la pandemiaā, dice.
Migrantes vĆctimas de violencia de gĆ©nero, muchas veces debido a la falta de cĆrculos de apoyo en sus paĆses receptores o el desconocimiento, han buscado ayuda en la sociedad civil venezolana que de manera remota ha intentado apoyarles en estos difĆciles escenarios. Eso comenta Diyuly Chourio, defensora de los derechos de las mujeres, en la investigaciĆ³n Violentadas en Cuarentena. Ella ha recibido llamados de ayuda de venezolanas en Colombia, PanamĆ”, Chile, Argentina y Ecuador. En la mayorĆa de los casos las refiriĆ³ con defensores de esos paĆses.
En este sentido, el Banco Interamericano de Desarrollo, en su informe La migraciĆ³n desde una perspectiva de gĆ©nero: ideas operativas para su integraciĆ³n en proyectos de desarrollo, recomienda a los Estados establecer polĆticas migratorias con perspectiva de gĆ©nero que garanticen su preparaciĆ³n y acceso al mercado laboral local, legislaciĆ³n sobre violencia de gĆ©nero que las proteja independientemente de su estado migratorio y polĆticas de reunificaciĆ³n familiar, entre otras medidas.
Ayuda
Aunque existen carencias en los sistemas de salud regionales, existen organizaciones y agrupaciones que se han encargado de liderar esfuerzos para la atenciĆ³n de personas migrantes:
MĆ©dicos Sin Fronteras https://www.msf.org.ar/conocenos/proyectos/colombia
Cruz Roja
Psicodiaspora https://psicodiaspora.com/
AsociaciĆ³n 0 Suicidios Venezuela https://twitter.com/0suicidiosvzla
(*) Este proyecto de Historias Sin Fronteras fue elaborado con el apoyo del Instituto MĆ©dico Howard Hughes e InquireFirst
Esta historia fue originalmente publicada en el portal Historias sin Fronteras. Lee el reportaje original aquĆ: https://historiassinfronteras.com/saludmental-migracion/
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