Hace 20 años

Alejandro Toledo: Entre el discurso y la reactivación

En los últimos días de diciembre de 2001, el Semanario El Búho hizo un análisis del rumbo que tomaba el gobierno de Alejandro Toledo, apenas a unos meses de asumido el poder. Hacia falta una reactivación económica urgente y una mayor solvencia personal del mandatario

Por Redaccion | 8 enero, 2022

Alejandro Toledo fue un excelente candidato opositor a la dictadura. La campaña precisaba un alto volumen de discursos, pasión, coraje y pocas propuestas inmediatas. La prioridad era elemental: que se vaya el chino. Hoy, sin embargo, la inercia de los discursos, se ha convertido en su propia trampa.

Hace medio año que el presidente Toledo personifica a la nación, por lo menos oficialmente. Y la nación ya ha cerrado el capítulo electoral; mas bien debiera entrar en un período de reconstrucción del aparato productivo nacional que dispare e impulse la creación de empleo. Sin embargo, desde la presidencia de la república, lo que se percibe es un inmovilismo que desespera a la población carente de las promesas hechas durante la campaña electoral; un inmovilismo que pretende quebrarse apelando a la técnica electoral, es decir al discurso, a la campaña, como si pudieran subsanarse las falencias productivas con excesos retóricos.

LAS MANOS TECNÓCRATAS Y TOLEDO

Toledo es un economista forjado en Harvard, precisamente en la época en que empezó a inflarse la gran burbuja financiera que legitimó transitoriamente el neoliberalismo. Esta burbuja, del crecimiento eco-nómico continuo lamentablemente se rompió poco antes del ataque a las torres gemelas; la economía norteamericana había vivido demasiado tiempo con tasas de crecimiento que no se podían cotejar con la realidad. Es decir que las líneas maestras de la propuesta liberal habían dejado de funcionar socialmente en el inundo; pero sobreviven aún, porque aún están vivos políticamente sus representantes, y aunque el modelo es ya un fracaso estrepitoso, (como se ha demostrado en el caso argentino) sus gestores aun tienen los hilos con los que manejaron ya no la economía, sino la imagen de un futuro que ya no podrá ser una realidad.

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LLUVIA DE BOTELLAS

Sólo a un tecnócrata, experto en «imagen institucional» y carente de todo instinto político, se le pudo ocurrir, programar un «acto de imagen» multitudinario en el cual miles de agradecidos beneficiarios de la limosna social iban a corear el nombre de Pachacútec (Toledo); acto que de por sí iba a levantar la tempraneramente alicaída imagen presidencial. Creyendo que el presidente de la república es igual que la telefónica o la backus, o que cualquier jabón que se puede promocionar convenientemente, «montaron» al mandatario en un trineo papanoelense que a su vez estaba montado en una camioneta que intentó dar una vuelta olímpica en el Estadio Nacional.

Este espectáculo, de por sí indigno de la compostura que debe tener la figura presidencial, no pudo tener peor colofón; y realmente causa pesar la reacción del público, que sumado al defecto impenitente presidencial de llegar tarde a todo, descargó una impotencia que cualquier analista avisado pudo prever, causando un innecesario bochorno que pone más sombras en la estabilidad de la imagen presidencial.

OPOSICIÓN Y MAFIA

Va a resultar difícil en los próximos meses, separar la paja del trigo en lo que concierne al deterioro de la figura presidencial; porque no todos los que se oponen al gobierno de Toledo son opositores naturales a las consecuencias sociales nefastas de las políticas del FMI encarnadas en Kuczynski y cubiertas por AT. También están los otros, los que medraron a la sombra de la dictadura anterior y que pretenden, si no recuperar posiciones, por lo menos reciclarse del mejor modo posible. Demás está en atribuir a todo gesto opositor, una conducción remota de Montesinos, que si bien algo hará, por mucho que haga, ya no tiene el poder de antes.

Por ello es preciso entender que las mafias no desaparecen porque se las combata policial y judicialmente, como se ha demostrado largamente a través de la historia contemporánea; tanto en Estados Unidos como en Italia (en donde no han desaparecido) las mafias desaparecen cuando no son necesarias y dejan de ser necesarias cuando las sociedades se abren a la transparencia. Por ello para combatir a la mafia, el mejor remedio y cuanto antes, es más y más democracia.

VIENTOS ENCONTRADOS

Por su lado, ninguna de las naves que flotan en el mar de la política local puede asegurar que lo hace con favor del viento. Muy por el contrario, el pronóstico para el próximo año de elecciones municipales, de elecciones regionales y de auditorías que darán mucho que hablar; no se presenta favorable para nadie.

Porque si algo no han tenido nuestros políticos en las dos últimas décadas, son adecuados reportes meteorológicos del futuro político local; así muchos se han hecho marineros, a lo puro macho, se hicieron de alguna chalupa y con suerte, algunos llegaron incluso a tener pequeñas bolicheras; pero hasta ahora nadie ha llegado mar adentro. La presencia gravitatoria de Arequipa en el país ha sido poco menos que nula; sin embargo, todos los actores políticos se han caracterizado por algo: todos se han montado sobre la actualidad.

Sobre ella han construido sus estructuras de poder y han tenido la versatilidad necesaria para adecuarse a las situaciones cambiantes; pero en sí eran pequeños cambios que sin que ellos pudieran percatarse han llevado la marea más allá de la actualidad. Y ahora, se viene con todo el cruce de vientos. Y el cruce de corrientes marinas que ya empezaron a tomar forma en las últimas protestas sociales, cada cual con su propia dinámica y bandera; muchas veces con intereses opuestos y dada la volatilidad espacial de los actores políticos. Bien estaban un día con aquellos caudales electorales que pedían un interés determinado, como mañana podían estar también con quienes pedía específicamente lo contrario; y a todos no se puede satisfacer.

Esta falta de constancia en las propuestas sociales, el alto grado de improvisación y la poca satisfacción a las apremiantes necesidades de distintos grupos sociales; y la escasa formación política, está conformado un peligroso clima de frustración e impotencia social que tuvo vías de escape durante la campaña electoral. Pero ahora, con la desilusión que ha generado la respuesta política a la realidad social, no va a hacer otra cosa que multiplicar los signos de desequilibrio para entrar dentro de un curso de desarmonía social permanente. Estamos prevenidos.

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