El proverbio del título será japonés, pero el contenido también se practica entre nosotros en Arequipa; veamos. La construcción y reconstrucción de los principales “monumentos históricos” de nuestra ciudad, no sólo se han hecho con el dinero de los “notables” y el esfuerzo, “sudor y lágrimas” de miles de canteros, arrieros, alarifes, labradores de sillar, peones y sobre – estantes: “ordinarios” del gran teatro del mundo; sino, que algunas veces, éstos han tenido que ofrendar sus vidas en el fragor de las tareas. Así sucedió al humilde peón don Florentino Moscoso, quien desde su puesto de sobre – estante intervenía en la reconstrucción de la Catedral y cayó de una cornisa de la torre “que mira para el lado de San Agustín”, quedando muerto instantáneamente a las 4 de la tarde del 24 de mayo de 1873.
El cuento, que da razón al título de este escrito, viene a que el director de la reconstrucción de la Catedral era el maestro arquitecto don Lucas Poblete, quien, como sabemos, sin más formación que la práctica, gozaba ya de justa fama de arquitecto competente pues, precisamente, había sido el director de la construcción de la Catedral y de otros edificios importantes.
La desgraciada muerte del sobre – estante, fue ocasión propicia y pretexto para un anónimo envidioso de la situación de Poblete, que desde un suelto en La Bolsa (Arequipa, 27 Mayo 1873 Pág.3) arremetió contra don Lucas, además de señalar que debía hacerse cargo de la manutención de los cuatro huérfanos del sobre – estante, creía
“destrozar” a Poblete revelando que había sido un cantero cualquiera y que a las justas había aprendido a firmar.
Aunque el tiñoso, que golpeó al clavo que sobresale, no nos puede leer, diremos que de ser ciertas las revelaciones hechas por él, aumenta nuestra admiración por Lucas Poblete, quien hizo lo estupendo que hizo (nuestra hermosa Catedral, por ejemplo) sin jamás pisar una escuela o leer un libro, dejándonos un ejemplo imperecedero. ¡Cuántos van a la universidad y se atiborran de lecturas la cabeza, están siempre en vinagre y nunca llegan a ser escabeche! Bueno pues, aprendan de Lucas Poblete que sin ir a la universidad ni a la escuela de primeras letras, fue el más
valioso y memorable escabeche de la arquitectura arequipeña.
(En las citas textuales de esta obra se respeta la ortografía de los originales)
Juan Guillermo Carpio Muñoz
Texao. Arequipa y Mostajo. La Historia de un Pueblo y un Hombre
TOMO I. Pág. 561
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