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Crónica finalista del X Concurso Literario El Búho: “El cachaborregos”

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Tras un extendido proceso de calificación, se presentaron los resultados del Concurso Literario “El Búho” el pasado 15 de febrero. Luego de una ardua deliberación en la categoría Crónica, el jurado calificador otorgó una Mención Honrosa al trabajo “El cachaborregos”. Además, otros dos trabajos fueron laureados con la misma distinción. Aquí uno de los finalistas de la categoría Crónica

Sobre el autor del trabajo finalista de la categoría

Víctor Jove (Arequipa, 1974). Inicio con la poesía -y fracasó- con un poemario independiente “La vana espera del Sr. Martillo” (2001). Escribió canciones para su banda de rock subterráneo KWID, con producciones musicales, “Kwid” (1997), “Utajaru Irpita” (1998), “Coagula et Solve” (2007); actualmente, sigue escribiendo y tocando en un ruidoso proyecto personal PIEDRHOL, con el cual ha producido una maqueta “Latidos” (2021); y una segunda “Masa” en curso -las cuales difunde vía web-. Ha autopublicado un eboock “Subcrónicas Piedrhólicas” (2021).

Egresado de la FAU-UNSA, ha integrado diferentes ternas de premiación en concursos de diseño arquitectónico; entre ellos, un 1er puesto -Edificio del Colegio de Psicólogos, Arequipa- y un 3er lugar -en un concurso internacional “Firs Arkinka Housing Competition” (2006)-. Flirteó con las artes plásticas -participando en exposiciones colectivas, Construye 2005 (Arequipa), Expresiones Lazo 2010 (Tacna-Arequipa)- y la fotografía -con trabajos seleccionados en concursos regionales (CAP, ELBUHO)-. Iluso, sigue escribiendo canciones, crónicas y renegando todavía como arquitecto independiente.

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El jurado calificador de la categoría Crónica estuvo integrado por los reconocidos periodistas Marco Sifuentes, Diego Salazar y la gestora cultural Julia Barreda.

Crónica: El cachaborregos

Debido a lo demandante que puede ser una familia de seis personas, con una treintena de cuadrúpedos en crianza y la condición de única moza en una cuádrupla de jovenzuelos; Sigrid, a punto de dejar el rebañó escolar, había aprendido a driblear la suerte que tienen las ovejas, mansas, listas para el sacrificio, dependientes de un macho líder y en su caso también, de un insoportable y especial pastoreo ejercido por su padre; a quien se le apodaba en el barrio, el Cachaborregos.

Había hablado muy poco con ella, pero un trabajo final de ciencias y un obsequio de la fortuna, me acercó a su duro trabajo de fines de semana a orillas del rio, donde aparte de estudiar, pasteaba sus animales. Sin percato, estoy a unos metros de sus ovejas y a segundos de matricularme en un curso intensivo de sobrevivencia a la opresión ovina; con el canto del rio de fondo, me convierto en su discípulo. ¡Cuidado con Ares, te está mirando!, ¡Tranquilo, solo si retrocede estarás en problemas!… Me lanza un palo de casi dos metros y me ordena moverlo de lado a lado, dejar de encorvarme, prestar atención y mirar también su carnero ¡Es él quien manda aquí!

Extrañamente el rostro de su padre tiene un aire al pintor malagueño Picasso, pero con la nariz muy roja, casi como la de un clown; pero, a diferencia del artista que cargaba una Browning para tirarse a brutos, incultos y estúpidos, su cuerpo estaba cargado de esos caracteres a los que apuntaba el pintor; sumando así un singular salvajismo a su blanco, el espíritu gregario de protección de lo que él, concebiría como su ganado. Sus brazos en paréntesis, sus robustas y ajadas manos siempre empuñadas, daban cuenta que su intolerancia de fiera, tomaría liderazgo en todo momento, como un cordero macho en celo; aunque verlo muchos años después, dejaría más bien, la sensación de estar viendo el cuadro de El Viejo Pescador del jovencísimo Pablo.

Crónica finalista: El cachaborregos

Volví el siguiente sábado, por mi segunda lección para aprender a lidiar con Ares; ¡Mantente quieto, hasta que decida arremeter contra ti! si lo hace, ni modo, tienes que esquivarlo moviéndote hacia un lado; el terror se dibuja en mi cara logrando sus burlas, sus pequeños pero fuertes brazos asaltan mi torso y mis nervios, apoya su cabeza sobre mi hombro derecho tratando de tranquilizarme; pero mi angustia arremete mientras Ares nos mira desconfiado; me pide calma y se apodera de mi mentón ¡Está bien, te dará miedo, pero quedarte quieto y luego esquivarlo es la única opción¡, ¿Correr? ni pensarlo, a menos que puedas superar 64 km/h.

Cuando uno se refiere al animal más insensato de los cuadrúpedos según Aristóteles, las ovejas; se puede tal vez concentrar la atención en su conocida mansedumbre, pero tal vez, mejor es mirar su mejor virtud, la paciencia; la cual ponía a prueba el Cachaborregos cada vez que decidía tomar el látigo de cuero trenzado que usa con las vacas y pincelar brutalmente sus lomos, junto a los de sus hijos.

Para el caso, la actitud del hermano mayor Kasuki, es la de un árbol azotado por el viento, sabe que puede soplar, pero no lo arrancara del suelo; Apolo, quien le sigue a Sigrid, es mucho más grande y fuerte pero no tiene gracia divina más que la intermitente luz de un terrenal joven soportando un suplicio; el engreído de casa, Jefferson; en definitiva, casi siempre se ha liberado de los hematomas que te dejan los azotes o brutales patadas, pero como todos en esa casa, jamás se ha liberado de los efectos de te deja ese dolor.

Mi tercera lección vino con premio, por primera vez la veía en short y una camiseta deportiva que perfilaba sus mancebos y firmes pechos; el duro trabajo de campo marcaba su cuerpo, pero también sus manos, severamente fisuradas por el repetido escurrir del agua fría de las madrugadas y de las resignadas lágrimas de su madre. ¡Ya deja de mirarme las piernas, mantén tus ojos en Ares! no puedes perderlo de vista, tienes que saber siempre dónde está. Si finalmente, toma vuelo y arremete, te jodiste…

Se caga de la risa nuevamente, se toma el estómago y luego de varios segundos, husmea mi cara de cojudo, trata de reponerse y se imita muy seria ¡Está bien! si llega a pasar, debes moverte como Flash, salta y prepárate a luchar, tienes que tratar de llevarlo al suelo; lo intentaras agarrándolo de los cuernos y cuando se acerque, usa su fuerza para girarlo en circulo, cuando sus patas traseras estén dispuestas a ti, jala una de ellas y lo tiras al suelo; solo así vivirás para contármelo.

Un día antes de mi próxima lección, mientras se despedía el crepúsculo en la ventana, me sorprende encontrar que oveja, viene del latín ovis; y tiene en sentido figurado, la acepción de “hombre simple, imbécil”, ese pasmo partiría la paz de la tarde y la cortina como un telón a la habitual e irracional obra vespertina del Cachaborregos en el barrio; pero esta vez, la mocedad de Apolo alumbraría un 2do acto. Su madre cae al piso de la cocina con la nariz sangrante, a unos metros él espera paciente su turno; toma un largo tubo de acero,  lo agita de lado a lado, enfoca la vista y  espera el ataque; logra esquivar la envestida, y rápidamente aplica un certero golpe, el cuerpo del atacante tambalea y gira.

Sin  pensarlo, Apolo toma una de sus extremidades inferiores, el cuerpo cae, golpea el suelo y su cabeza rebota como un balón; raudo, arrastra el cuerpo hacia la calle y con iracunda furia descarga violentos puntapiés hacia la nariz colorada, la cabeza y el resto del cuerpo… ¡Golpéame hijo de puta! ¡Golpéame mierda! Anda, ¡golpéame!… Todo el vecindario termina rodeando la escena, con silencio cómplice contemplamos la faceta rastrera del Cachaborregos; con la cabeza totalmente ensangrentada y casi inmóvil, dos hombres, los más adultos del barrio, tocan los hombros de Apolo, diciéndole ya chico, se acabó, se acabó…

Con una no muy clara sospecha de que podría haber existido un explicito coqueteo en la lección anterior; al día siguiente algo perturbado, asistí a mi última sesión con Sigrid; apenas me acerco, me toma de los hombros, me empuja hacia atrás, hasta dejarme sentado sobre el bordo de una acequia y  en tono  autoritario  finalizaría su apostolado: ¡Mantén la cabeza erguida, si tienes que agacharte, no lo hagas bajando la cabeza, hazlo con la cabeza erguida, siempre; si la bajas, pensara que estas desafiándolo y atacará; evita tocar su cabeza; si frota su nariz contra ti, no te está pidiendo cariño, no lo acaricies, se sentirá agredido y ten por seguro que te va atacar; porque es y será siempre una estúpida bestia!

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