Como quien no da crĆ©dito a lo que se dice, La Bolsa, de Arequipa, informĆ³ el 24 de enero de 1876, pĆ”gina 2, que un sacerdote extrajo un confesionario de la iglesia de Santa Catalina . Y colocĆ³ en su lugar uno de su propiedad āque reserva a su uso personal, conservĆ”ndole cerrado con llave cuando cesa hacer uso de Ć©lā. El cronista condenĆ³ con acritud al no identificado sacerdote y concluyĆ³ su nota asĆ; āNos resistimos a dar crĆ©dito del hecho que motiva estas lĆneas, y ojalĆ” que no haya llegado a verificarseā.
En la siguiente ediciĆ³n del periĆ³dico āUno que lo sabeā (seguramente el sacerdote aludido que preferĆa quedar en el anonimato) contestĆ³ el reproche, refiriendo que el ādigno sacerdoteā propietario de un confesionario que tenĆa en la cĆ”rcel, debiendo inventariarse los bienes de esa capilla por la muerte de su sacristĆ”n, hizo trasladar su mueble a la iglesia de Santa Catalina, āprevio permiso de la Madre Priora y del seƱor CapellĆ”nā y, agregaba: āEl confesionario estĆ” cerrado, porque es justo que el dueƱo de una especie la guarde para su uso, y no suponemos que la persona que le ha transmitido tan curiosa queja, sea partidaria de la Comunaā.
Usted, estimado lector de Texao, que obviamente no es el autor de la ācuriosa quejaā. ĀæEs partidario que los confesionarios sean de propiedad personal de los clĆ©rigos o, es usted un temible āpartidario de la Comunaā? Para escuchar su confesiĆ³n deambulan los manes del sacerdote de nuestra anĆ©cdota entre los maderos de algĆŗn confesionario de la iglesia catalina que usted podrĆ” identificar si escucha una voz de ultratumba decir: āEs mĆooo, solo mĆoooooā.
(En las citas textuales que se hacen en esta obra se respeta la ortografĆa de sus originales)
Juan Guillermo Carpio MuƱoz
Texao. Arequipa y Mostajo. La Historia de un Pueblo y un Hombre. Tomo I. PƔg. 634