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Lapadula y la inesperada eficacia del fútbol peruano

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Foto: Andina

La selección está complementando un tipo de juego tradicionalmente hermoso y horizontal con un tipo de juego incisivo y vertical, personalizado por Lapadula. Estamos viendo que el resultado es una mezcla controlada, altamente explosiva, contundente, inimitable, casi imparable. Esta podría ser la solución a la falta de eficacia que por décadas ha caracterizado a nuestro fútbol

Ha sido una grata sorpresa el boost que la incorporación de Gianluca Lapadula le ha dado a la selección peruana. Pero más allá de Lapadula y de la innegable mejora del equipo, podríamos estar asistiendo a una potencial elevación de eficacia de todo el fútbol peruano. La muestra es todavía pequeña (un solo jugador y pocos partidos), pero por lo pronto los resultados son más que prometedores. Valdría la pena analizar.

Así va la hipótesis:  Por accidente (por la inesperada incorporación de un buen delantero formado en Europa), la selección está  complementando un tipo de juego tradicionalmente hermoso y horizontal (el fútbol peruano), con un tipo de juego incisivo y vertical (personalizado por Lapadula).  Estamos viendo que el resultado es una mezcla controlada, altamente explosiva, contundente, inimitable, casi imparable. Esa puede ser la respuesta para cambiar la ineficacia que ha caracterizado a nuestro fútbol por décadas. La solución, y también un reto, sería incorporar jugadores de fútbol vertical, ya no por accidente, no traídos de Europa cuando nos sonría la divina providencia, sino por diseño, formándolos intencionalmente desde la infancia en el Perú, por montones, para lo que necesitamos más canchas de fútbol 

Los antecedentes

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Sergio Markarián, quien conoce muy bien el fútbol peruano, es quien quizás mejor ha descrito al futbol de la selección cuando Lapadula está presente, dijo:”Perú es diferente cuando juega y cuando no juega Lapadula”. […] “Con Lapadula, además de tener buen juego, tiene la movilidad de un centro delantero que mete diagonales, que gana en el cuerpo a cuerpo con los centrales y que define bastante bien. Sin él no es tanto”.  Y es que  Lapadula, tal vez sin darse cuenta,  le está enseñando al Perú, a quienes tienen mente abierta,  lo provechoso que es jugar un “fútbol vertical”, una manera de  jugar que hasta hoy ha sido ajena no solo para la selección, sino para el fútbol peruano en su conjunto.

Es sabido que el peruano es tradicionalmente un fútbol de toque corto y horizontal que resulta agradable a la vista, pero que carece de gol, como bien lo caracterizó hace unas semanas Óscar Córdoba, arquero retirado de la selección colombiana que enfrentó muchas veces a Perú,  declaró: “Perú es un equipo que le gusta jugar al toque y que no tiene la forma de tirar una patada, […] Jugar con Perú es delicioso, ellos te hacen una pared, pero nunca recibes un ataque en la yugular”

Cuando le preguntaron a Lapadula si había notado que en sus primeros partidos con Perú no le pasaban la pelota, él contestó que posiblemente era porque los demás jugadores de la selección no conocían su forma de jugar.

Lapadula, por su formación europea, es el único jugador de Perú que todo lo ve arco. El único que está capacitado y acostumbrado a meterse entre los defensas, jugando de frente y hacia el arco. Está siempre mirando al arco, buscando sorprender de distancia, siempre entrando y saliendo del off-side, tratando de recibir la pelota con la ventaja de estar corriendo hacia el arco rival. Parece que en los primeros partidos los demás jugadores, acostumbrados a hacer un fútbol horizontal,  no entendían o no confiaban en la manera y capacidad de jugar de Lapadula, un fútbol vertical, y por eso no le confiaban la pelota, hasta que hicieron un necesario cambio de chip (jugar con Lapadula verticalmente).

¿Pero es “adaptación” o es aprendizaje?

Es sabido que al jugador peruano le cuesta mucho adaptarse al fútbol de ligas extranjeras, especialmente a las europeas. Un informe de El Comercio da cuenta de que Perú es el segundo peor exportador de futbolistas en el mundo. Informa además que el 70% de jugadores no logra consolidarse, con una estadía promedio en el exterior de 15 meses. 

Flavio Maestri, uno de nuestros mejores centro delanteros de la generación anterior, comentó en una entrevista que él creció jugando fulbito en las calles y canchitas de su barrio; y que le costó mucho adaptarse a una cancha de fútbol. Hasta su retiro, Maestri era caracterizado, elogiado, criticado, atacado y defendido por ser experto jugando como nueve “pivot”, un tipo de centro delantero que abunda en Perú y que juega de espaldas al arco, que recibe y baja la pelota para pasarla a algún compañero que llega para acompañarlo en el ataque.

Maestri nunca pudo (por lo menos internacionalmente) ser efectivo jugando un fútbol vertical, incisivo, de frente al arco. Probó suerte en España, sin éxito  (jugó un año y anotó dos goles), probablemente porque en Europa esperan delanteros de juego vertical que Maestri nunca fue. Es posible que ni el propio Maestri se haya percatado que su adaptación al fútbol realmente nunca se completó. 

Alexander Callens, una vez exportado, tuvo que tragarse 4 años adaptándose al fútbol español, soportando el tener que jugar solo en el segundo equipo de su club antes de ser considerado en el primer equipo. La evidencia entonces sugiere que 15 meses no son suficientes para que un  futbolista peruano pueda hacerse un espacio y competir en el fútbol internacional; y apunta más bien a que estas cosas toman mucho tiempo, mínimo, de 4 a 5 años. Es decir,  un futbolista de calidad de exportación formado en el Perú requiere invertir además  4 o 5  de los  apenas 16 o 17 preciosos años de que dispone para ejercer su carrera como profesional (se retiran a los 35-37 años). Lamentable.

Pero aquí es necesario detenerse un momento: ¿es adaptación o es aprendizaje? Por adaptación yo entendería un periodo de algunos meses, pero si se requiere 4 o 5 años, ya no es “adaptación”, eso debe ser aprendizaje. Pienso que nuestros jugadores no se están adaptando, en realidad están aprendiendo a jugar el fútbol de las exigentes ligas extranjeras. 

Y es que parece ser que fulbito y fútbol son dos deportes parecidos, pero diferentes, como el ping-pong y el tenis; No tendría mucho sentido esperar que un jugador de ping-pong se “adapte” al tenis en unos meses y sea suficientemente bueno como para competir con un jugador de tenis, ¿no?.  Y si hacemos campeonatos con jugadores de ping-ping jugando en canchas de tenis, seguramente  muchos van a destacar; nos engañaremos pensando que son buenos jugadores de tenis, hasta que somos impactados por la realidad, cuando tienen que enfrentar jugadores formados para el tenis. Debe ser algo así como cuando los fulbiteros peruanos exportados se enfrentan a jugadores formados en países europeos  para jugar al fútbol.

¿Por qué el fútbol peruano es de buen toque, y horizontal? 

En otra entrevista, Callens contaba que había aprendido a hacer pases filtrados largos  (pases verticales rasantes, sorpresa, en medio de jugadores rivales); pero cuando ya estaba en el exterior. A lo que el periodista respondió que Yotun le había mencionado que aprendió esa misma jugada cuando estaba en su respectivo equipo europeo. ¿Jugadores peruanos con calidad de exportación aprendiendo a hacer jugadas de fútbol cuando llegan a sus equipos en el exterior? ¿No debieron haberlas aprendido a los 12 o 13 años? ¿Qué es esto? 

Desde hace años (30) vengo proponiendo que el fútbol peruano está irremediablemente influenciado por el fulbito, un juego informal que se practica masiva y exclusivamente en el Perú. Como consecuencia, el peruano es un fútbol de buen pie, un juego que precisamente por ser horizontal se convierte en ineficaz, de nunca atacar verticalmente, “a la yugular”. 

En sus mejores años para el aprendizaje, el niño peruano asimila del fulbito todas sus características: excelente dominio de pelota, muy buen juego de conjunto en espacios reducidos; pero también, falta de pase largo. No desarrolla destreza para el tiro libre, no hay juego vertical, no hay incentivo para el remate de distancia, etc. Y quizás la más tóxica de sus reglas, la de “el gol vale únicamente desde dentro del área”; lo que condiciona a sus delanteros a jugar de espaldas al arco y rematar solo desde corta distancia.  La práctica masiva e intensiva del fulbito desde la infancia, sin la influencia del fútbol, deja a sus jugadores marcados para siempre; para bien y para mal.

En el fútbol se aplica perfectamente el refrán “dime con quién andas y te diré quien eres”,  en la forma “dime con quien juegas y te diré cuáles son las características de tu juego”.  El fútbol peruano lleva tantas décadas influenciado por el fulbito que sus campeonatos están repletos de fulbiteros jugando en cancha de fútbol; y llevan décadas transmitiendo ese tipo de juego a las generaciones posteriores.

El fútbol peruano no ha mejorado

No nos engañemos. El fútbol peruano no ha mejorado. El plano enteramente nacional continúa siendo sombrío. Los clubes peruanos siguen siendo eliminados en las primeras instancias  en torneos internacionales. Las selecciones de menores no alcanzan finales en campeonatos sudamericanos, tampoco clasifican a los mundiales de sus categorías.

Lo único que ha mejorado es la selección de mayores, ¿Y por qué ha mejorado? Porque tiene un buen entrenador y sobre todo porque sus jugadores han estado ya buenos años mejorando su formación como futbolistas. Esto, al jugar en ligas donde compiten contra verdaderos jugadores de fútbol. Así, estamos enfrentando estas eliminatorias con la mayoría de jugadores con buen juego de toque corto, pero que han sido re-formados en el exterior; a diferencia de los clubes peruanos y de nuestros menores que solamente aprenden de otros fulbiteros jugando en cancha de fútbol.

Aquí una lista de algunos de nuestros jugadores y cuantos años llevan aprendiendo a jugar fútbol en el exterior;  Guerrero 20 años, Farfán 18 años, Gallese ¿9 años?,  Callens 11 años, Carrillo 11 años, Cueva 9 años, Lapadula toda su vida, y así. En este momento deberíamos estar alarmados por no contar con una cantidad importante de jugadores jóvenes jugando en el exterior; lo que significa que la próxima generación de la selección de mayores tendrá que recurrir a jugadores del campeonato local; así que pienso nos espera un futuro de medio plazo de terror, no nos van a salvar ni San Gareca y los mil santos.

Debo aclarar que de ninguna manera  estoy  desmereciendo  el esfuerzo individual y colectivo que nuestros jugadores estás desplegando los últimos años. Estoy más bien criticando la deficiente formación que les damos, lo que les impide emigrar a ligas relevantes a edades jóvenes y con reales posibilidades de éxito. Por el bien del fútbol y de nuestros jóvenes.

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