El discurso del odio es incompatible con una renovaciĆ³n de la izquierda

"La retĆ³rica del odio es contraria a mandatos bĆ”sicos de la una izquierda comprometida con la democracia, la solidaridad y la fraternidad."

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izquierda

Los discursos del odio, que mezclan mentiras e incitan a la violencia, se estĆ”n convirtiendo en un creciente problema en la polĆ­tica contemporĆ”nea. Las retĆ³ricas que dividen a la sociedad en dos bandos, donde uno seƱala al otro como un demonio que debe erradicarse, no pueden minimizarse por varias razones.

Comencemos porque lo han utilizado las derechas, tanto algunas mĆ”s viejas, como el fujimorismo en PerĆŗ; como por las mĆ”s nuevas, como ocurre en Brasil con Jair Bolsonaro. Este desplegĆ³ esa tĆ”ctica con intensidad durante su campaƱa electoral en 2018, buscando generar repulsiĆ³n, y hasta asco, contra Lula da Silva, el Partido de los Trabajadores (PT) y sus aliados. Se repitieron estrategias empleadas antes por ejemplo por Donald Trump, que incluĆ­an estigmatizar al oponente, noticias falsas, un talante racista desde el cual atacaba a negros e indĆ­genas, y fantasĆ­as sobre complots internacionales que alimentaban un nacionalismo simplista. Calificando a la oposiciĆ³n polĆ­tica como el ā€œbandidajeā€ que debĆ­a eliminarse, Bolsonaro logrĆ³ penetrar en amplios sectores sociales que estaban desilusionados, cansados o irritados con el desempeƱo de los gobiernos del PT. Ahora, en la disputa electoral 2022, otra vez enfrentado a Lula da Silva, repite el mismo estilo.

FenĆ³menos como esos los han sufrido las izquierdas desde hace largo tiempo. Por un lado, expresaban el odio a personas y clases sociales, como podĆ­an ser los obreros, peones rurales, estudiantes o militantes polĆ­ticos. Por el otro lado, tambiĆ©n se atacaban ideas o conceptos, desde quĆ© significa una huelga hasta los contenidos de la justicia social. Pero como siempre es mĆ”s simple el atajo del ataque, tambiĆ©n hay que admitir que hay un progresismo que nutriĆ³, a su manera, retĆ³ricas del odio. Un ejemplo de ello son los incendiarios ataques de Diosdado Cabello, un militar y polĆ­tico venezolano que ahora defiende a NicolĆ”s Maduro.

A medida que los debates polĆ­ticos se simplifican y las ideas escasean, es mĆ”s sencillo que las disputas deriven hacia burlas y desplantes, luego a denuncias alarmistas sin asidero, para finalmente caer en la retĆ³rica del odio. Las redes sociales imprimen otra velocidad y amplificaciĆ³n a esas posturas. De ese modo, en lugar de esgrimir argumentos se construye un mundo dividido entre dos bandos, con amigos y enemigos, fieles y traidores, y asĆ­ sucesivamente.

Ante esa deriva, puede argumentarse que una polĆ­tica conservadora, y en especial la neoliberal, puede tolerar y utilizar las retĆ³ricas del odio, ya que le sirve para varios propĆ³sitos. Pero la situaciĆ³n es muy distinta para las izquierdas que deseen renovarse, y salir de sus atascos mĆ”s recientes. Es que, si realmente hay un propĆ³sito de cambio y superaciĆ³n desde la perspectiva de la izquierda, entonces es imposible utilizar y aceptar ese tipo de discursos. Dicho de otro modo, cualquier renovaciĆ³n de las izquierdas debe desterrar esas retĆ³ricas.

La grieta

Para dejar mĆ”s en evidencia las tensiones en ese campo, basta observar lo que ocurre en Argentina. La divisiĆ³n en dos bandos, enfrentados entre sĆ­, y separados simbĆ³licamente por lo que los argentinos denominan como ā€œla grietaā€, se han alimentado por aƱos (1). Se reproduce la crispaciĆ³n social, sin que se resuelvan los problemas de fondo en ese paĆ­s, y se alimentan condiciones por las cuales habrĆ” uno o algunos que estĆ©n dispuestos a cruzar el umbral de la violencia. Es justamente lo que ocurriĆ³ con el reciente atentado contra la vicepresidente Cristina FernĆ”ndez de Kirchner.

Ante esa situaciĆ³n, el presidente Alberto FernĆ”ndez volviĆ³ a denunciar a los promotores del odio, un latiguillo que emplea desde hace aƱos, diciendo que su tarea era terminar con los ā€œodiadores serialesā€ (2). Se le sumaron otros polĆ­ticos kirchneristas de alta jerarquĆ­a, pero de un modo que alimentĆ³ mĆ”s la crispaciĆ³n al sostener que el atentado no fue por un ā€œloco sueltoā€ sino que se deberĆ­a a ā€œtres toneladas de editoriales en diarios, televisiĆ³n y radios dĆ”ndole lugar a los discursos violentosā€ (3). En esos dĆ­as, algunos simpatizantes de esos grupos reaccionaron en las redes amenazando de muerte u ofreciĆ©ndose para asesinar a polĆ­ticos y periodistas opositores.

Del otro lado de la grieta, inmediatamente recordaban que el hijo de la vicepresidenta, MĆ”ximo Kirchner habĆ­a dicho unos pocos dĆ­as antes que la oposiciĆ³n estaba viendo ā€œquiĆ©n mata al primer peronistaā€. Agregaron que habĆ­a odiadores pero que estaban en el gobierno y el kirchenirismo, y repitieron sus denuncias sobre corrupciĆ³n, maniobras e improvisaciones en la gestiĆ³n pĆŗblica.

De un lado y otro de esa grieta se acusan mutuamente, cada vez con adjetivos mĆ”s duros. Periodistas ultraconservadores, como Jorge FernĆ”ndez DĆ­az, desde el diario La NaciĆ³n o radio Mitre, lo hacen con una agresividad que sorprende y a por momentos asusta. A los minutos, desde el otro lado de ese abismo, otros periodistas como Roberto Navarro responden de modos similares.

Cambian los bandos pero las palabras dichas son similares: mentirosos, falsos, corruptos, inĆŗtiles, irresponsables, etc. En las calles de Buenos Aires, como pude comprobar personalmente hace unos dĆ­as, luego del atentado contra la vicepresidenta, la situaciĆ³n es peor. Se escucha taxistas que desean ā€œeliminarā€ a todos los piqueteros por considerarlos inĆŗtiles, o trabajadores que quisieran ā€œacabarā€ con toda la ā€œoligarquĆ­aā€ de ā€œricachonesā€ porteƱos. No hay matices, sino demonios de un lado y Ć”ngeles del otro. Casi no hay polĆ­tica, sino enfrentamientos. La derecha y extrema derecha crecen aprovechando esas condiciones, y la izquierda mĆ”s allĆ” del peronismo casi se desvanece. Ensimismados en pelearse, el paĆ­s se hunde en una severa crisis social y econĆ³mica.

EstĆ” es una dinĆ”mica que para muchos no es desconocida, porque bajo las particularidades de cada paĆ­s, tambiĆ©n se la ha observado por ejemplo en PerĆŗ o Ecuador. Tal vez con mĆ”s intensidad en Bolivia.

La renovaciĆ³n de la izquierda necesita de la polĆ­tica

Una renovaciĆ³n de las izquierdas debe observar esas situaciones con atenciĆ³n porque no es inmune a esa deriva. En cualquier paĆ­s no faltan quienes coqueteen con esas prĆ”cticas en las redes sociales. Se encontrarĆ”n ejemplos de los que lanzan noticias exageradas o erradas, agresivos y despectivos, escondiendo una dĆ©bil labor polĆ­tica bajo un intenso uso de Twitter, Instagram o Facebook. AdemĆ”s, estĆ” el riesgo de que quienes son atacados de ese modo, respondan de la misma manera. O aquellos que imaginan que dividir la sociedad entre buenos y malos puede ser un buen atajo en la captaciĆ³n electoral.

Es esencial para una izquierda que quiera renovarse el evitar caer en esas trampas. La retĆ³rica del odio es contraria a mandatos bĆ”sicos de la una izquierda comprometida con la democracia, la solidaridad y la fraternidad. Cuando cada bando asume tener siempre la razĆ³n, y lo que escucha o ve en sus adversarios, siempre es inaceptable, ya no hay polĆ­tica. No se quiere argumentar ni convencer a otros, sino que se busca silenciar o anular enemigos. Sabemos quieren serĆ”n los primeros a ser seƱalados como amenazas: campesinos, indĆ­genas, los pobres en las ciudades, los negros, y asĆ­ sucesivamente.

Es una retĆ³rica que alimenta y al mismo tiempo necesita del temor. Se disemina el miedo, muchas veces basado en historias y fantasĆ­as sobre amenazas y acciones de esos enemigos. Por eso, tambiĆ©n desde este otro flanco, se refuerza el querer silenciar, neutralizar o eliminar a otros. Los derechos humanos quedan seriamente amenazados.

Por estas razones, no es posible una renovaciĆ³n polĆ­tica de la izquierda porque la retĆ³rica del odio impide, no solamente el cambio; sino que anula a la propia polĆ­tica. Por ello, como consecuencia, hace imposible un proyecto que en sus contenidos y mandatos sea de izquierda. Cuando prevalece el odio, ni la argumentaciĆ³n ni la deliberaciĆ³n tienen lugar. El oponente es un enemigo; desaparece la polĆ­tica como una discusiĆ³n pĆŗblica.

Tampoco pueden haber acercamientos ni terceras posiciones, en tanto ello serĆ­a propio de traidores. Se deshumaniza a las personas, se anulan sus diversidades, se denigran otras identidades. Se tolera la persecuciĆ³n y la violencia contra los del otro bando. Y todo ello se repite una y otra vez hasta que se naturaliza, volviĆ©ndose cotidiano. No puede sostenerse una izquierda en tanto no hay polĆ­tica. Y la izquierda, a diferencia de posturas como las neoliberales, sĆ³lo se constituye si hay polĆ­tica.

Notas

  1. Sobre los sentidos de esa divisiĆ³n, ver los ensayos en La grieta. PolĆ­tica, economĆ­a y cultura despuĆ©s de 2022, S. Pereyra, G. Vommaro y G.J.PĆ©rez, eds, Biblos, Buenos Aires, 2013.
  2. ā€œVine aquĆ­ a terminar con los odiadores serialesā€ dijo el Presidente en el DĆ­a de la Independencia, TĆ©lam, 9 julio 2020, https://www.telam.com.ar/notas/202007/487374-alberto-fernandez-dia-de-la-independencia.html
  3. Wado de Pedro: ā€œNo es un loco suelto: son tres toneladas de editoriales en diarios, televisiĆ³n y radioā€, La NaciĆ³n, 2 setiembre 2022, https://www.lanacion.com.ar/politica/wado-de-pedro-no-es-un-loco-suelto-son-tres-toneladas-de-editoriales-en-diarios-television-y-radio-nid02092022/
  4. MĆ”ximo Kirchner: ā€œEllos estĆ”n viendo quiĆ©n mata al primer peronistaā€, Perfil, 1 setiembre 2022.

Eduardo Gudynas es investigador en el Centro Latino Americano de EcologĆ­a Social (CLAES). Su Ćŗltimo libro publicado en PerĆŗ es ā€œMuy lejos estĆ” cercaā€ sobre los impactos de la guerra en Ucrania. AdemĆ”s, sobre el desarrollo, la globalizaciĆ³n y la polĆ­tica en AmĆ©rica Latina, editado por RedGE (2022). Redes: @EGudynas BoletĆ­n noticias: www.getrevue.co/profile/AccionyReaccion

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