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Ricardo Córdova: cuatro décadas de creación artística reunidas  

Ricardo Córdova Arequipa
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Ricardo Córdova

Ricardo Córdova Farfán es uno de los pintores arequipeños más destacados. Con una amplia trayectoria, desde su primera exposición individual en la Galería de Petroperú en Lima en 1981. Ha producido más de 2 mil 500 obras y ha participado en numerosas exposiciones colectivas en Perú, Estados Unidos, Italia, Alemania y China. Y en más de 50 exposiciones individuales en Arequipa y Lima.

Su trabajo ha sido reconocido en muchas ocasiones a nivel nacional, por lo que cuenta con alrededor de 28 premios y reconocimientos. Los más recientes en Arequipa: ser nombrado Personaje del Bicentenario (2021)y recibir la Medalla de la Cultura (2022), ambos otorgados por la Municipalidad Provincial de Arequipa.

En el 2021, cumplió cuatro décadas de producción plástica sostenida. Una oportunidad perfecta para celebrar y agradecer su aporte al arte en nuestro país, con la exposición “Ricardo Córdova. Cuatro décadas: Obra Reunida”.

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La exposición se divide en dos partes. La primera conformada por cien cuadros realizados con óleo, acrílico y arte-objeto, expuestos en el Centro Cultural de la UNSA (disponible hasta el 2 de diciembre). Y la segunda se expone en las galerías del Centro Cultural Peruano Norteamericano, con otras cien obras de acuarelas y dibujos, hasta el 23 de diciembre.

En la siguiente entrevista, el artista hace una retrospectiva sobre su carrera y nos cuenta cómo se interesó por el arte a temprana edad y cómo ha cambiado su idea sobre la pintura con el paso de los años. Además menciona el mejor reconocimiento que ha podido recibir y brinda su consejo para los jóvenes artistas.

¿En qué momento se dio cuenta que quería ser artista?

Ricardo Córdova se interesó por el arte a temprana edad. Sospecha que el primer cuadro que lo marcó fue un “Cristo” pintado al óleo, que vio cuando tenía cuatro o cinco años. Explica que normalmente estas imágenes eran fotos retocadas o pintadas, por lo que esa le llamó la atención. “Me impresionó ver una pintura en vivo”

Estudió la primaria y secundaria en el Colegio San José, donde tuvo la “suerte” de que el resto de sus compañeros no estuvieran interesados en el dibujo y la pintura. Puesto que así se convirtió en uno de los pocos afortunados que tuvieron clases con el maestro Julio César Morales, en primero y segundo de secundaria.

También hizo clases particulares con el pintor Raúl Rodríguez Gallo. Pero confiesa que nunca tuvo “una especial predilección por la pintura arequipeña”. Si bien desde los once años copiaba la pintura de los impresionistas y artistas consagrados del mundo, y pintaba acuarela desde muy temprano, “no era una acuarela pintoresca, costumbrista o típica arequipeña”.

Terminada la secundaria quiso probar en la Escuela de Bellas Artes, pero ésta se encontraba en una etapa de transición y, al ser “un alumno sistemático y ordenado”, no le convenció. Así que optó por estudiar derecho en la Universidad Católica Santa María.

Al terminar se enteró sobre la apertura de la Escuela de Artes de la UNSA, una sorpresa porque no tenía mucha relación con el mundo del arte en ese entonces. Al siguiente año ingresó con 21 años y se convirtió en parte de la segunda promoción. En 1992 se graduó como Licenciado en Artes Plásticas, seguido por una maestría en Artes y un doctorado en Filosofía y Humanidades, los cuales aportaron mucho al desarrollo conceptual de su obra.

¿Cómo cambió su idea sobre el arte con el paso del tiempo?

Su ingreso al mundo artístico fue muy natural. Se encontraba muy entusiasmado, puesto que ya había ganado algunos premios antes de ingresar a la escuela. Sin embargo, después de cuatro décadas en este rubro, confiesa que tenía otra idea de lo que era el arte en esos primeros años.

Hoy veo que la mayoría de concursos no son consagratorios, ni significan que necesariamente vas a tener mercado, en Lima sobretodo. Pero bueno así me pareció al comienzo. Después me desencanté un poco porque también tiene que ver con el consumismo, las relaciones y muchas otras cosas extra artísticas…y no tanto con la calidad. Y eso es una pena.

¿Alguna vez pensó en migrar a otro lado para expandir su trabajo? “Sí, definitivamente sí”. Comenta que cuando cursaba el tercer año de derecho, pensó en irse a vivir a Lima, pero no lo hizo por circunstancias personales.

“Hoy lo veo como un error, pero en ese momento no me fui”.  Y es que siempre tuvo el “bichito” de viajar, porque considera que todo artista debe ampliar sus horizontes. Para, además de ver el arte en vivo, aprender sobre otras experiencias de vida y conocer nuevas culturas.

A pesar de vivir en una ciudad que tiene su vida cultural (un poco limitada) ir a bienales, ferias de arte y exposiciones en el extranjero siempre ayuda a ampliar tus horizontes. 

¿Qué legado espera dejarle a Arequipa?

Córdova opina que, durante su carrera, intentó hacer un pequeño aporte a la pintura arequipeña al darle una dimensión que no estuviera centrada en lo regionalista o costumbrista. Y enseñar lo mismo a sus alumnos en la Escuela de Artes de la UNSA, donde es docente hace 32 años.

Ese ha sido siempre el discurso: tratar de que rompan un poco con la tradición, pero partiendo de ella, no desconociéndola. A partir de esa tradición, ¿cómo puedo mostrarle al mundo que hay elementos rescatables en la estética de la pintura arequipeña? Pero no quedarme en el costumbrismo.

Agrega que siempre trata de transmitirles, sobre todo, aquello que él no recibió. No sabe si lo logró o no, pero ese fue su interés en mantenerse en la docencia. “Porque creo que uno debe tratar de cubrir varios frentes para dejar un legado…y que las nuevas generaciones se enriquezcan con la experiencia de los mayores”.

Por otro lado, señala que a veces siente un “reduccionismo” cuando lo llaman solo acuarelista. Porque si bien “la acuarela es un medio para expresar lo que tú quieres, no es un fin en sí mismo”, explica.

Entonces, a veces veo con pena que muchos de los jóvenes acuarelistas arequipeños se quedan en eso: en el paisaje, la tradición y la acuarela. Está bien mantener las tradiciones, pero hay que dar un paso más allá.

¿Cuál ha sido el mejor reconocimiento que pudo obtener?

Durante la inauguración de la exposición en el Centro Cultural de la UNSA, la Municipalidad Provincial de Arequipa le entregó el Diploma y la Medalla de la Cultura de la ciudad. Pero el mejor reconocimiento para él, es el de las personas (aunque pueda sonar a cliché).

Creo que el mayor reconocimiento para mí es cuando la gente, que ve las exposiciones y ve mis cuadros, se conecta con ellos y puede ver a través de los cuadros lo que yo estaba pensando transmitir. Creo que ese reconocimiento de la gente. No tiene que ver con compras, dinero o ser un Best Seller…sino con el hecho de que la gente se sienta tocada por tu pintura, y a través de eso pueda reconocer un mundo personal del artista.

Para terminar, nos brinda un consejo para los nuevos artistas:

El mismo que siempre les doy desde hace muchos años. Que apenas terminen su carrera no se queden con lo que saben. Que exploren y tengan curiosidad intelectual, manual y visual. La visual es muy importante, pero también la intelectual, porque de nada sirve tener un buen oficio si no tienes nada que decir.

Y otro es que viajen mucho, que tengan la experiencia, no solo de ver la obra artística de primera fuente., sino la experiencia de vivir en otra realidad, en otras sociedades…todo te nutre. Todo es nutritivo para un artista.

Aquí la entrevista completa:

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