Hoy, por la maƱana, en el fugaz intervalo entre el sueƱo y la vigilia, me hallĆ© entonando la letra y la mĆŗsica de Los estudiantes pasan, una canciĆ³n que habĆa aprendido en la escuela fiscal de la calle JerusalĆ©n, en Arequipa, donde mis padres me habĆan puesto.
SucediĆ³ antes de 1940. El director, un hombre gordezuelo, no muy alto y vestido con traje y corbata, taƱĆa su violĆn en el centro del patio con los chicos a su alrededor formados por clases, una hora
antes de salir por las tardes.
RecordĆ© que, luego, habĆa cantado esa canciĆ³n algunas veces cuando de improviso me venĆa a la mente. Y, sĆŗbitamente, entendĆ que, sin darme yo cuenta, estaba en el tropel de motivaciones subconscientes de los fines que me he propuesto en la vida.
Aquel director, al que por alguna innoble razĆ³n cambiaron por otro, soso e indiferente, se llamaba Nicanor Rivera CĆ”ceres. Nunca volvĆ a verlo, pero las canciones que nos enseƱaba y nos hacĆa cantar en el patio de la escuela me acompaƱaron siempre. Eran, ademĆ”s de lindas, sencillas lecciones de moral.
Ese hombre fue, tal vez, una reencarnaciĆ³n de Esopo. Muchos aƱos despuĆ©s me enterĆ© que la canciĆ³n
era un himno de los estudiantes chilenos escrita alrededor de 1930. Fue una inspiraciĆ³n inmortal que, ademĆ”s de su mensaje, creo, ha sembrado gratitud en quienes la han comprendido.
Los estudiantes pasan
Letra: Gustavo CampaƱa; MĆŗsica: Javier Rengifo.
Con las alas abiertas que arrancan
de los labios la viva canciĆ³n.
es el alma luminosa, es el bravo corazĆ³n
que se vuela locamente tras el sol.
En el cielo clavados los ojos
por la ruta de dulce ilusiĆ³n
vamos todos invitando
hacia el reino de la luz
en las alas de la juventud.
CORO:
Cascabel, de dulce y claro tintinear,
el corazĆ³n nos va diciendo
que hay en toda promesa
un azul y luminosa realidad
que allĆ” en el fondo del camino
esperƔndonos estƔ.
Que se vuelvan las almas joviales
y que surja en las sombras la luz
y que al ritmo de este canto
bajo el cielo claro, azul,
triunfe el sueƱo de la juventud.
Adelante confiados y alegres
sirva el alma de escudo y pendĆ³n
la sonrisa entre los labios
sea el gesto vencedor
expresiĆ³n de indomable valor.