El sábado 4 de febrero la ciudadana ayacuchana Aida Aroni se paró frente a un contingente policial en el Centro de Lima. Ante los agentes, ella sola, sin un arma más que la bandera del Perú, reclamó por los muertos de Apurímac, Ayacucho y Puno, los gases lacrimógenos y la represión policial. Fueron al menos cuatro policías los que la redujeron al piso, la esposaron y la subieron a un bus que la llevó a la comisaría de Cotabambas. Poco antes de entrar, su hija se abalanzó sobre ella llorando y gritando “mamá, mamá, mami”. Fue separada por otros dos policías. Aida pasaría los siguientes dos días detenida en una celda de la División de Asuntos Sociales de la policía donde, dice, no recibió “ni un pan seco”. Esta es su historia, entre la que se cuela la indignación, el llanto y el dolor.
Usted, señora Aida, se ha convertido en un símbolo de las protestas en el Perú, de la represión y la marginación.
Simplemente soy una mujer, una madre, humana. Soy peruana. Por lo único que salí es para alzar mi voz. A los que salimos a manifestar, nos ignoran, nos minimizan y encima son racistas. Cuando uno sale a protestar –y a la capital han venido varias provincias–, ya ni siquiera regresa con sus padres. Hay desaparecidos, presos. Y cuando uno alza la voz con ganas de decir basta, nos reprimen. Diversas personas hicieron su chanchita, su colecta [para viajar a Lima a manifestarse], y también son reprimidos. Dígame, ¿qué comen los congresistas? ¿Qué comen? De la sierra viene la comida. ¿Acaso los animales comen arena?
¿Salió a manifestarse de forma espontánea o hubo organización previa con algún grupo de protestantes?
Hasta hoy no tengo ningún grupo, ningún líder, nada. Simplemente alzo mi voz. Mi vida ha sido otra cosa y no quiero que eso se repita. Es difícil vivir en esta tierra cuando no tienes a alguien. Un trapo, cuando trapeas el piso, ya no sirve. Eso es lo que he vivido, pero gracias al señor, me levanté.
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Veo al helicóptero disparando a mis hermanos, disparando a la humanidad. El humano haciendo [eso] a otro humano. Por eso digo que tengo que salir. Son mis hermanos. Seguiré hasta el final.
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Nos mandan agua contaminada. Nuestros animales se mueren. ¿Cuántas personas nacen y mueren con todo ese plomo? ¿Quién dice algo? Nadies.
¿Imaginó que la policía podía golpearla y detenerla arbitrariamente?
No, jamás me imaginé. Tal vez dios tiene un propósito para que me pasara eso porque ahí vi la injusticia. Ahí he visto el maltrato. [Una vez detenida] ni siquiera un vaso de agua te dan. Ni un pan seco en 48 horas.
¿No comió nada en esas 48 horas?
No nos han dado nada. Sí nos habían llevado [ayudas] humanitarias, pero no nos llegaron a alcanzar. Para salir recién nos dicen, papel higiénico nos traen: ‘No te preocupes, acá tienes papel. No digas que no te hemos atendido bien’. Por favor, por favor. Yo he visto muchas cosas, pero no voy a callar. Hablaré. Cuánto más a los hombres; peor los tratan, peor los lastiman.
¿Dónde estuvo detenida esas 48 horas?
De Palacio [de Gobierno] a la espalda, primero nos llevaron allí.
A la comisaría de Cotabambas.
Allí, Cotabambas. De ahí nos llevaron al médico legista. Uno nos dejó todas las manos huellas, toda nuestra cara, como si fuéramos asesinos, como si fuéramos no sé. De ahí nos llevaron para Rímac.
A la División de Asuntos Sociales de la Policía. Allí estuvo dos días. ¿Dónde la recluyeron?
En celda, pues. Abajo, sótano había. Dije que no podía firmar porque me querían obligar a muchas cosas malas. Yo dije no, no he hecho eso. Todos los milicos, los militares, no merecen respeto. Nos tratan lo peor.
¿Pudo salir de la celda en algún momento durante los días que estuvo detenida?
Estuve detenida, enmarrocada, con esa cosa que te meten fierro a la mano. Con eso nos sacaron.
¿Tuvo acceso a baños, abogados, familiares?
Abogado tampoco. No te permiten. Demasiado atropello que hacen a la humanidad, siendo humanos. Si ahora lloro de impotencia, de cólera, algún día lloraré de alegría cuando termine todo esto.
Baño, ¿qué podemos hablar de baño? Es un asco. Es un asco. Ni siquiera hay agua. Donde duermes es el calabozo, a tu lado está el baño. Ese es nuestro castigo. ¿Cuántos de mis hermanos están sufriendo? Una hermana está en Chorrillos, detenida, dejando a sus hijos, sólo por juntar economía para los demás hermanos. A mí también me dijeron que era terrorista. Dije, dame pruebas. ‘Usted es vándala’, ‘dame pruebas’.
¿Sabe los nombres de los policías que la detuvieron?
Ahí sí me agarraste. Pero sí más claro está en las cámaras que han tomado fotos. Los videos más claro que mi boca hablan.
Las imágenes son contundentes. Ni al excongresista Edwin Donayre, un criminal, lo detuvieron y maltrataron como a usted.
¡Guau! Para serle sincera, para una persona libremente que hace su protesta, no hay justicia. Las personas que tienen plata, que tienen rango, que tienen mandos, que tienen sus conocidos, como si nada. Congresistas, nadie dice nada. ¿Cuánto tiempo más va a estar Keiko haciéndonos daño? ¿Y hay justicia? ¿Cuántos congresistas, Otárola?
Justicia pedimos para todas las personas que han desaparecido y a los que por alzar su voz han dado su vida. Son héroes. Y otros, a pesar de que roban gasolina, que son testaferros, asesinos, violadores, tranquilos se gozan. ¿Eso es justicia?
¿Cuál es su opinión de la presidenta Dina Boluarte?
Mi opinión sobre la señora Dina, bueno… Dijimos una mujer presidente algo bueno hará. Todavía hablaba quechua. Yo dije, guau, qué bueno, el Perú va a ser escuchado. Pero no ha sido así. Fuimos traicionados. Mira lo que está pasando. Están mancillando, amordazándonos, pisotéandonos nuestros derechos. ¿Ese es el gobierno que el Perú quiere? ¡No! Queremos su renuncia de los congresistas, queremos su renuncia de esa mujer, y nuevo Constitución. Está encadenado prácticamente con siete llaves [la Constitución]. Pero desde aquí le digo, si alguien me escucha: ¿la letra hace al humano o el humano hace la letra?
Desde provincia vienen acá a marchar pensando que en Lima voy a conseguirlo, pensando que en Lima lo vamos a lograr. En Lima vamos a ser escuchados, en Lima vamos a hacer victoria. Pero nos gasean.
¿Pero reconoce que este es un gobierno constitucional?
¡Qué Constitución! Eso no tiene ni voz ni voto. Si al presidente [Pedro Castillo] lo han botado al caballazo. Hasta el violador [el excongresista inhabilitado Freddy Díaz, de APP] tiene siquiera su media hora para que se pueda defender. Pero acá no, al caballazo, de un día pa otro. Todos se han atrincherado en el Congreso.
¿Reconoce que a Dina Boluarte, siendo vicepresidenta de Castillo, le correspondía constitucionalmente asumir el poder luego de la vacancia?
Usted lo ha dicho, sí. Ahorita, ¿tiene derecho de firmar cualquier documento ella?
Sí, es la presidenta.
No. Escúchame bien. Cuando el vicepresidente dice… ¿cómo te he explico? Esto estaba manipulado. Prácticamente han hecho toda su estrategia. No tiene legitimidad para que pueda gobernar. Tarde o temprano va a caer; no tiene legitimidad. Detrás de esto está la sinvergüenza Keiko. Menos mal tenemos cámaras alternativas. Queremos librar a esta patria.
¿Qué opinión le merece el Congreso?
Como denantes yo le decía, Congreso de la República entraron para el pueblo, cosa que no lo hacen para el pueblo. Ellos pensaron en su bolsillo. Ayer creo que se ha caído el techo de una de las congresistas [el techo del despacho de la congresista Patricia Juárez, de Fuerza Popular, se desplomó sobre un escritorio el 13 de marzo]. Dios es divino.
¿Y qué opina de la Policía Nacional y de los militares?
Policía Nacional es otro, militares es otro. Los soldaditos cuando entran ni siquiera tienen sus valores, les tratan como perros. Es triste, siendo que entran con amor, con defender a la patria. Hijos de campesinos. No con padre e hijo, pelearse, gaseando. ¿Dónde le queda su cerebro a este Otárola? Los policías simplemente están con sus botas, su casco, con toda su armadura, y se meten con nosotros. ¿Qué duele más, lo que nos dan ellos a nosotros o lo que le damos nosotros a ellos?
Las personas que son más ignorantes, que son más analfabetos, que se encuentran en las altas cordilleras, merecen más respeto. Somos cholos.
Su padre fue asesinado por militares en el gobierno de Alberto Fujimori, ¿cierto?
Ahí sí me toca el corazón.
Es lamentable, por no encontrar otra palabra, que treinta años después de este acontecimiento con su padre, usted y su familia vuelvan a ser víctimas de la represión del Estado.
[Solloza] Guau. La verdad eso para mí es como si fuera ayer. Para serle sincera eso, buah, tan solo recordar… mi corazón. Es triste recordarlo.
¿Cree que pueda haber algún tipo de justicia, al menos divina, en casos como estos?
[Susurra y se quiebra] Justicia. Justicia para mí no hubo, maestro. No hay justicia para nosotros. Por la misma razón salí para decir basta. A mí me dejó mi padre a los 13, 14 años. [Llora] Los militares me lo mataron. No porque es dirigente, no porque es terruco, no porque es vándalo. 8 de septiembre es fiesta costumbrista en mi pueblo. Por salir borrachito me lo mataron. Y deja cinco huérfanos. Y ahora uno de mis hermanos tiene traumas psicólogicos hasta hoy día. ¿Eso es justicia para nosotros?
Te estoy contando cosas que nunca he hablado, que nunca he dicho. Nunca nos han preguntado. [Llora] También fui abusada por los soldados.
[Silencio]
¿Cree, señora Aida, que el Perú es una democracia?
[Se le quiebra la voz. Susurra.] Democracia sucia.
Democracia sucia.
Por supuesto. Para su conveniencia.
¿Qué resultó para usted más indignante o doloroso, si cabe la comparación: la agresión de la policía ese 4 de febrero o el grito del transeúnte que le pide a un agente que le metan bala?
Para ser sincera, el que dijo que metan bala. Somos humanos y para decir, un humano a otro humano, eso, (entonces) no es lógica. Aunque a mí me habían golpeado, he resistido ese dolor, pero las hablas más duelen que los golpes.
¿Siente que como ciudadana está en igualdad de condiciones que un limeño?
Acá en Lima hay bastante racismo. Lo más triste es que todos son provincianos. ¿Por qué se puede uno creer superior? Dígame.
No tengo respuesta para eso.
¿Se da cuenta? Lucharé, seguiré. Mientras dios me dé vida, caminaré. Y donde sea, hablaré. De repente yo mañana muero, pero al menos para mis hijos, mis nietos, mis tataranietos… porque yo ya no quiero que lloren como yo, ya no quiero que sufran.
Mira la Amazonía, los animales tomando agua contaminada. Se mueren. Están acabando con nuestro pulmón.
En el transcurso de esta entrevista ha mencionado varias veces la necesidad de buscar una solución. ¿Ha pensado incursionar en la política, en caso la vea como una salida?
¡Buah! ¡Asu macho! Con eso, maestro, me eleva mi corazón. La primera persona que me habla eso. No sé qué decirle. Si se me presentara la oportunidad, claro. De repente puedo ser esa persona para poder guiar, para poder decir basta, para buscar el camino correcto.
¿Le duele el Perú?
Sí, me duele bastante. No te imaginas cuánto, porque soy humana. Soy mamá. Imagínate con cuánto dolor traigo a mis hijos, cuánto me ha costado esfuerzo hacerle crecer a mis hijos. Mujeres se han esforzado amando a sus hijos, ¿para que te lo maten y verle en un cajón? Eso es lo que me duele.
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