Tras un extendido proceso de calificación, se presentaron los resultados del Concurso Literario “El Búho”. Luego de una ardua deliberación en la categoría Poesía, el jurado calificador otorgó una Mención Honrosa al trabajo “Concierto para locas suicidas”. Además, otros trabajos fueron laureados con la misma distinción. Así, hoy presentamos a uno de los finalistas de la categoría Poesía.
El Concurso Literario El Búho llegó así a su fase final en su XI Edición. El certamen se realiza desde 2008, inicialmente convocando a los escritores de Arequipa y luego del sur del país. Así, desde 2021 ha extendido su convocatoria a escritores de todas las regiones del Perú, con el fin de promover los nuevos valores de la literatura de manera descentralizada.
Alexander Wilber Hilasaca Machaca
Poesía: Concierto para locas suicidas
La luz en el cuello
El primer acto es liberar el espíritu
después poner el corazón en la luz del cuchillo
deshaciendo las semillas de la locura
y allí frente a la naturaleza
escuchar el último latido del árbol
sentir el estío de tu cuerpo
y como ya todo es inútil
saltar para florecer en los oscuros caminos.
Es la hora del alba
donde todos están cansados de soñar
de envejecer en la misma ciudad de barro y ceniza
y a nadie le importa los poemas
los ojos inmensos de la noche
por eso hasta la muerte aúlla
de pánico en las calles y las iglesias
es verdad
que los amantes se destruyen hasta el hartazgo
para que la lluvia moje las raíces del amor
y los hombres bailen como animales desbocados
en cada recodo del planeta
solo así se justificará el grito
la sangre y el mito
en tanto
las flores rupestres del vacío
la herida amarga de los días
sean el revólver la felicidad.
Animal inepto
Cómo beber así de tus senos
en los venenos complacientes de la amargura
mojando mis labios en tus pezones turbios
con mis huesos partidos y sombríos
yo ando bebiendo de tu leche salada
y de tu ternura que se diluye
por mis glándulas
sin saber del tiempo que se detiene
a contemplar mi esqueleto
o de los buitres hambrientos
que desgarran mi ausencia
pues en nombre de las bestias
pongo esta palabra
en tu pecho
como una espada heroica
para que regreses mañana
viuda y apuñalada
a sanarme de las maldiciones
y de las llagas salvajes
que crecen por mis venas
y recuerda que la oscuridad
hace la luz de tus ojos.
La mirada más pura hace la vida
La mirada pura no necesita del mundo
solo de la luz pisada de los pájaros
que se posan en los aleros de la casa
para ver las brumas del futuro.
Tu boca ausente no necesita de palabras
ni de incendios que atraviesen la verdad
solo precisa del silencio escondido de los muertos
para hablar con los astros vagabundos
y los gatos tristes que acompañan mis sueños.
Mi ciudad natal respira en paz
y me pregunto en qué ojos
nace el agua y el viento
que hace el olvido.
Ceremonias ancladas en los muelles
Cuando tejí vaticinios en las piedras
el terror de tus manos
araban los surcos de mi carne
por eso nada existe más allá del horizonte
solo el color de tus orines
la nieve resignada del invierno
un viento que agita la tristeza
y una mujer que atraviesa los espectros
casi muda como una hiena
que mira los huesos de su presa
devora mi ser
los escombros de mi rostro
los coágulos nauseabundos de mi hígado
nada queda de mí en la tierra
solo una mujer que crece
en la ruina de mi cama.
Del absurdo y del sufrimiento
Mi alma ya solo existe en los suburbios
hoy y nunca más
lo sé
que he agotado toda vitalidad
y que la herida
ya no supura el hogar
ni las flores
por eso
regreso a los oráculos
crudos de la podredumbre
a tus brazos gangrenados
de miedo
y con una inmensa luz de justicia
acudo al llamado de la vida
y esto es una maldición
que llega del cielo
y ocupa cada espacio del alma
para hacerlo estallar de agonía.
Algo nace en la tierra
Por asco a la criatura
que habita en mí
he volado por el incendio
de tus pulmones
a fuerza de patadas
he visto
campos de trigo crecer
en las orillas de tu cuerpo
brisas que contaban su pena
todo para besar tu pelo.
Por vivir en la cruda ciudad del olvido
mis pasos no encuentran el día
pues apenas reconocen la oscuridad
de tus ojos
como verás
esto es una forma de desaparecer
o es un acto de hacerse invisible
en el remordimiento de la boca que habla.
Así se viste el viento con tu cadáver de cerveza
Que cante el viento la última balada solitaria de los caballos
y luego se duerma en tus muslos blancos
antes de que el fuego emerja del árbol cansado
y se llene la boca de cuchillos para invocarte
semejante a un demonio desterrado y sin destino.
Que los engranajes del tiempo te arrastren
por ciudades y umbrales
donde tú has cantado arrancándote las vísceras
de tus entrañas
y orinando en el rostro de la soledad a todos esos los locos
que morían por ti.
Que el amor solo sea un aullido en la sangre,
un puñado de cenizas que se arroja al mar
como las cenizas de un muerto
y que su aroma limpie tu alma del opio.
Que tu voz enloquezca a las aves y a los gatos enamorados
en cada noche de celo y caigan como tú desde el escenario
con el corazón lleno de morfina
clamando y aferrándote a la vida.
Sentado en el abismo
Sobre un tronco talado
he construido la canción
que escucha el mundo.
Y yo solo tenía veinte siete años
cuando aprendí a respirar
sobre la sombra de un cuerpo
que dormía en las riberas.
Y caminaba en círculos
de perfectos trazos
atesorando el firmamento
la densa fragancia de las plantas
pero el sabor de tu leche
que fue a parar a mi boca
me dejó dormido
en las mismas riberas
donde construí una oración.
Lagarto negro
Baila pisando los cadáveres de los perros
mirando el infinito
y las pequeñas estrellas que caen sobre tus senos
y salta a la locura
relincha
muerde cada palabra
con que maldigas los sueños
así tu amor
me aborrezca
yo viviré cantando en las fábulas antepasadas
con piedras en mis riñones
ahorcando la alegría crepuscular
viviré desorbitado
lleno de tierra en las manos
escuchando el gemido de las bestias
desde la tumba y con poemas
en la carne
bailaré en medio del vacío
enloquecido y borracho
buscando las últimas monedas de la lluvia.
Pequeño latido
El corazón es hermoso en el trueno de la noche
en los ojos que han cavado un foso para enterrar
la empuñadura del viento.
Antes fue un río arterial en cuyas aguas
flotaban los signos astrales.
Nadie sabe que se inunda de sangre y de silencio.
A pesar de todo, solo es un corazón
que se detiene en los pasos del hombre y vuelve a buscar
en la niebla pequeños latidos de miedo.
/Esa pequeña luz que nos devuelve la memoria /
Porque el corazón es salvaje
Igual que los niños que cantan entre las flores
una canción que escucha el mudo corazón del bosque.
Sigue vivo el corazón que carga en su penumbra
tus ojos y guarda todo en su seno.
Aquí viene él de este modo
para levantar los cadáveres
que arden en tu boca
para hablar con la muerte.
La ausencia de la noche te reinventa
De pronto pensé en ti
en tus pechos escépticos
que ardían en las lápidas del olvido
en esas pequeñas flores
que arrancabas en las mañanas de setiembre.
Pensé en cada cicatriz
que llevas en los brazos
como pensé en los malos tiempos
que pasé habitando las cosas lejanas,
la terrible historia del universo
con mis latidos retumbando de alcohol.
Pensé en tus dedos marcados por el llanto,
en tus párpados donde nació el horizonte
pero tú no sabias
que mi rostro era inquebrantable
y no pude llamarte por tu nombre
porque te convertiste en una llamarada de sangre
al cual me abracé todos los días
poniendo mi tristeza en tu garganta
y me olvidé de cómo eran tus palabras
por eso canté en ellas, en cada almendro seco
que floreció en ese lugar
donde la muerte nos amó
a pesar de todo.
Cabello rojo
Que nadie me busque
en el fuego de la noche,
en el fragor del poema,
que nadie muera todavía
en tu vientre
ni en la palabra
que se agazapa en las cenizas
ni la lluvia que remonta el olvido
que nadie despierte
el sueño de los muertos.
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