Tras un extendido proceso de calificación, se presentaron los resultados del Concurso Literario “El Búho”. Luego de una ardua deliberación en la categoría Poesía, el jurado calificador otorgó una Mención Honrosa al trabajo “LAS INSONDABLES SOMBRAS DEL DÍA”. Además, otros trabajos fueron laureados con la misma distinción. Así, hoy presentamos a uno de los finalistas de la categoría Poesía.
El Concurso Literario El Búho llegó así a su fase final en su XI Edición. El certamen se realiza desde 2008, inicialmente convocando a los escritores de Arequipa y luego del sur del país. Así, desde 2021 ha extendido su convocatoria a escritores de todas las regiones del Perú, con el fin de promover los nuevos valores de la literatura de manera descentralizada.
Sobre el autor del trabajo finalista

Pedro Javier Olórtegui Huamaní
(Ayacucho)
Ha publicado en poesía: La morfología del tiempo (Cascahuesos, 2012) y El camino está siempre más lejos (Horfandía, 2022). Asimismo ha publicado en microficción: Viaje al fin de la nada (Cascahuesos, 2014), Cuando el pasado nos alcance (Rupestre, 2017) y La tierra que nos toca (Horfandía, 2019).
Poesía: LAS INSONDABLES SOMBRAS DEL DÍA
LAS INSONDABLES SOMBRAS DEL DÍA
OLVIDADA OTRA VEZ de lo efímero
me desanda el miedo
como horrible universo que reina
en la sombra de su violencia
—las heridas solo por vencernos
no guardan piedad—
huir
dejarse caer
en una infinidad que no acaba
—y bajo la gris nube de la tarde
en su prodigio
la muerte
cual un pájaro herido
ha descifrado su verdad—
es la calle el infierno que ríe
carne descarnada de las noches
mi cuerpo invisible
no se acobarda
alto resplandor
es la travesía de todos los miedos
que en su siniestro fuego
sin consuelo
me consume
DESTINO DE UN DÍA DESHABITADO
LA TIERRA te ha brotado
tarde en las acacias
sin orillas
y la raíz de tu herida ha crecido
como un ser nuevo
en la certidumbre
de lo que ya no somos
pero
por la ventana vacía de los caminos
aún tu cuerpo me atraviesa con sus días
e indefenso
veo partir al viento
cargado del agua
donde naufragan tus ojos que
no tienen menos derecho
que el rocío
LA CIUDAD
QUE POCO me encuentro
entre los ruidos tristes
de esta fría ciudad
—egoísta y obscena—
donde las manos de los hombres
alejadas de la tierra
ya no hacen llover pétalos de flores
solo hay huesos grises
heridas negras
tripas de pescado
podridas para siempre
escondidas
solitarias
sumergidas
en las oscuras grietas
de las carnes que duermen
en los sucios catres
[cicatrices que recorren
las calles solitarias
fermentadas en sus babas
vómitos
orines del tiempo]
sin embargo
quedan
todavía
los universos de la ebriedad
donde las palabras están
en aquellos
rincones
decantados
tiernos
cotidianos
auténticos
convulsivos
lugares
lupanares
bares para naufragar
entre las luces amarillentas
de los años salvajes
donde
incansablemente
la noche
no amanece
BREVE APUNTE SOBRE UN INSTANTE
LA GEOGRAFÍA de mi rostro
es solo una comarca desconocida
donde la vida ya parece no pasar
mis ojos
guardan la eternidad del tiempo
las olas de la noche
el fuego inmenso de las ciudades
sin embargo
hoy
me vuelvo a ver a mí mismo
retratado en el olvido
orillado a mis dos primeros años
recuerdo
los comienzos del amor
cuando era aún capaz
de postergar la tristeza
LOS FAROS
NUNCA supe bien
si era verdad eso que afirman:
que los faros guían a los viajeros
yo camino bajo ellos
y aun así extravío los pasos
«no pises las rayas de la acera
—me advierte siempre paula—
si lo haces pierdes»
sin embargo
acaso no hay más pérdida
que la palabra que no se dice
la que calla
—pienso—
detengo el camino
apoyo el hombro en el último faro
ahogo las manos en los bolsillos
los destripo
hay necesidad
aún así
no más necesidad
que la de mi esqueleto
que en su desamparo
dibuja ahora
bajo la luz
una figura extraña
sombra que desconozco
me inquieto
estoy convencido
que he perdido la oscuridad que sabía
incluso
ennoblecer mis recuerdos
—murmuro a solas—
qué sordo es el camino de la ausencia
—otra vez el pensamiento—
en el que me he perdido
para siempre
FINAL DE LA NOCHE
TENGO el olor a nada
y las sienes agobiadas
en la horizontal
posición del tiempo
varada la rabia
las sombras
son jinetes oscuros
que me desgarran
mi tara es mi inexistencia
[mi mayor peligro]
me sepulta
en la cavidad efímera
del universo
[ardo y me inflamo]
no hay consuelo
en el negro abismo
más allá de la noche
la lengua es rara flor
que estrangula
el pensamiento
observo
PLUS ULTRA
UN pájaro
de vuelo solitario y silencioso
vive en mí
recorre los confines
y los torrentes de mi alma
[ese absoluto ser de la nada]
a veces
hace que me sienta a la mesa y me disperse
—también a mí me alegraron las primaveras—
otras
me provoca las lágrimas
e inventa los nombres
para mis huesos
las palabras
y mis cenizas
vuela entre mis sombras
sosteniendo
en su brazo oscuro
la memoria de mis noches
me disemina por el mundo
como el otoño deshojado
o como el otoño deshojado
o como espino desdeñado que crece
entre las flores silvestres del campo
vive un pájaro solitario en mí
todas las mañanas
sobre mis hombros
detiene el vuelo
se aloja en el país lejano de mi pecho
y me cuanta del mundo
de la historia final de sus hijos
de la furia en el desvelo de la muerte
y de la tierra en la que un día
habitaré
cuando caiga
FRECUENCIA
EL SOL ROJO de mi pecho
se suspende
rechina los dientes
grita como animal
desiste
de la carga del tiempo
descansa en los caminos
duerme bajo la tierra
exprime el aliento
oscila
y tiembla
su historia
es barro que se fragua
bajo el fuego de los siglos
soplo tibio de la tarde que fecunda
el gris vientre de la lluvia
es
la brevedad de la tarde que
olvida el cansancio
agitado epicentro
del corazón de los torrentes
abatido coral de un seco oleaje
costilla de la nada humana
que me abandona
pequeño gesto de los ríos claros
donde ya no caben más
los olvidos
MAGUEY
HABITO
un cuerpo que es todos los cuerpos
donde la tarde resbala
por dentro de mis cien ventanas
alivia el febril fuego de mi alma
lo despoja
atesoro
piedras recogidas
de las calles de mi infancia
guijarros ocres que sueñan
con los destellos del mármol
mis raíces transmutan
se transfiguran
sostienen los colores
y las formas de los ríos
—caminos invisibles
que extraviaron
el destino los hombres—
soy semilla y agua fresca
terrible residencia de la sombra
regazo clavado en la tierra
NOPAL
ME asomo
como el humo sin cuerpo
entre las ruinas silenciosas
de los dioses extraños
místico indomable
donde habita la fábula
bajo el sol
que las aguas del viento
—en la historia de los primeros sueños—
sin alivio besan
hombre extranjero
poseedor del aliento del cardo
migrante vuelto al origen
voz que detiene la palabra
flor silvestre
sobre la piel del páramo
fuego que emerge de su pecho
sed que sacia al mirto y al trigo
en el corazón insomne
de los colibríes
desierto rojo que
engendra en la saliva
los secretos y las arterias
de una estirpe que domina
las antiguas raíces
de la lengua
[de los hombres]
del universo
SENDEROS
1
mi genealogía
misterioso antepasado
que me arroja
hacia el vacío enfermo
del abismo
2
me he sentado
a ver el color transparente
y me he hallado extraviado
en mis cenizas
adherido a las angustias
3
luminoso corcel del ocaso
arde en tus ojos un misterio
4
yerba de la planicie
qué enemigo escondes
5
se incendiará tu cuerpo
y ya solo quedará
la lágrima
y el gemido
6
oficio antiguo de mis principios
en qué borde del cielo
habrás colgado las quimeras
7
que dios perdone mi odio
mientras escupo bestias feroces
desde mi voz
8
viento cruel es mi locura
rojo mi corazón en la sangre
obscuros son mis ojos
donde escupo el poema
9
las hojas de la tarde
sostienen sobre la nada
al universo
y como la mar
el viento lo borra todo
y somos solo
una broma de la muerte
10
el sol disuelve el invierno
y desde que descubriste la luz
augura el ciruelo
por segunda vez
a la primavera
11
el infierno está cerrado,
no he de contemplar sus flores,
esa es mi condena.
12
sesenta años y una lectura pendiente
solo palabras eso soy
agua transparente
en el violento final
del ocaso
13
se agolpan los espectros
sobre la nada
en el delirio
nacidos hombres del viento
la vida es solo
una lluvia de ceniza
14
jugué con el diablo de las tinieblas
y su ser
puso un poema entre mis ojos
y tenía mi nombre.
15
la vida es el desvarío
de un dios
qué en algún lugar del mundo
se embriaga y ríe
y el hombre
solo
es un poema que supura
16
volver
sentarse otra vez a la mesa
hablar
olvidarse un poco de todo
murmurar a la muerte
que en su desahogo
no pueda más hallar
mi rostro
17
eras tú entre mis manos
la forma más frágil del universo
18
sujeto tu mano
y soy viento contigo
19
cuando nos deshabitamos de los ruidos
una palabra es todavía el hombre
SIETE VIDAS PARA HABITAR LA NOCHE
PEQUEÑO SEÑOR de los artificios
amante de las sombras
nigromante que deslumbrado
la noche contemplas
dominas los enigmas
más allá de la vida misma
sabedor de sortilegios
cuando se extinguen los presagios
conoces la ciencia
sutil y armoniosa
para derrotar
y habitar a la muerte
HOY
HE VUELTO a caminar
sobre mis pasos
y tengo
un discreto nudo
en la garganta
han de ser
los confines
de la ventura final
que me auguraron
un día
y que llega ahora
con lluvias
pájaros
y montañas
CONJURO
UNA SOMBRA sin remedio
se inquieta junto a mí
me habla
señora de los naufragios
y centinela de los mil laberintos
respira
las brasas de su aliento
incendian mis entrañas
tormenta tenebrosa
que fecunda mi alma
roe mi corazón
blasfema
oscura y seductora
generoso demonio
de los bosques sombríos
me guía
a las planicies donde
una nube de moscas me devora
bajo el sol monstruoso
de la destrucción
INTEMPERIES
MIS OJOS alejarán la mirada
desafinarán con la distancia
el viento siempre regresa
—me dicen—
vaya uno a saber
la estancia olvidará mi ausencia
abrirá sus puertas a lo extraño
sin memoria
los patios trazarán otras formas
borrarán los pasos
olvidarán los perfumes de las flores
se alzará mi lenguaje
cargará con todos los colores
apartará la ropa sobre la cama
quedará rendido el café
volcado sobre la mesa
los zapatos que siempre
tienen ganas de quedarse
las hojas enrolladas de tabaco
aguardarán el fuego
las horas
los días
se fulminarán en la noche
arrastrados
girando
buscarán otras raíces
la semilla en su saliva
engendrará otra carne
otros huesos
quedará la sombra
desparramada
olvidada de mi cuerpo
se asomará a veces
desde el suelo
desafiante
la boca calcinada
con un grito
humedeciéndose en la garganta
preguntándose
quién sabe dónde
estará el viento que no vuelve
APROXIMACIONES NECESARIAS AL FINAL DE LA VIDA
SE CIERRAN
con violencia
las ventanas de la noche
se estremecen
detienen las horas
mis manos oscuras aprietan puños
sin antes emparejar
mis calcetines para el viaje
un fatal pensamiento me atraviesa
—como a las yerbas del campo
el viento—
no desaparece
quién sabe sea la muerte que tarda
mas se anuncia
enviándome antes su soledad
HUÉSPED
ANDUVE
hasta gastar los pasos
por la geografía íntima de mi cuerpo
fracasé
al no hallarme a mí
ni a nadie
más he sabido que
una especie de olvido me habita
desde las sienes hasta los pies
confluye
con mi furia y mi tristeza
me precipita
como se precipitan los vientos
en los abismos de la noche
no importa
estoy proscrito de mis huesos
mi lengua
mi palabra
y solo me juego la vida
con esta inocencia
de saber que ya no soy más
un inocente
AUTOBIOGRAFÍA
NACÍ EL DÍA de la muerte de cristo
la noche del diecinueve a mitad del equinoccio
mi padre fue solo un viento fugaz y frío
solo mi madre
las noches largas
el hambre y el dolor
los caminos
las montañas
y el mar
sostuvieron mi existencia en el azar
—tarde lo llegué a saber—
mi primera infancia trascurrió
escondido entre la rueda y el pedal
de una máquina de coser
le debo a ella
el coraje corto y la biografía torpe
—flores secas de mi tristeza
retama en su aroma
que en el duro oficio de las lágrimas
me enseñaron a desorientar
injustamente la mirada—
mi segunda infancia fue en la incertidumbre
bajo el sello y el aliento de la muerte
volví a nacer
cohabité con ese oscuro animal
atando
desatando
quemando
matando
y la poesía fue solo el olvido
un perro que muerde
lame la sangre
olvida la memoria
—ausencia a la nada—
desde los veintiséis
intento los artificios
artilugios de la palabra
fracasé
más he sabido del silencio y el cansancio
de la separación
del desgarro
con veintiocho encima
la locura me agolpó cuando pudo
las cárceles y los encierros
extinguieron así mi llama
no hubo más refugio que el pavimento
compañera fue mi sombra
sepulcral guarida
regada de la más infame derrota
amé
sentí la esencia efímera de la ilusión
me puso alguna arruga la tristeza
sufrí
hay quienes afirman que soy
escritor de una inmensa llamarada
en una ciudad de ceniza
no me fío
las injurias tienen mayor ventaja
sobre los argumentos
he mentido
en los días y en las noches de los adioses
he bebido
he defraudado
hice trampa
he perdido
me he perdido
me han perdido
desde los treinta y algo
sostengo que ya hace mucho estoy muerto
los sueños son prueba de ese desvarío
sin embargo
hay quienes están muertos sin saberlo
de nostalgias repetidas
de errantes ansías
de mesas vacías
de plazas vespertinas
de cementerios
de camas separadas
de causas perdidas
casi a los cuarenta
me crecieron alas
me marché
fui etéreo
frágil
raíz escondida
tierra
musgo
ave en el aire
vuelo ligero
ahora
a centenares de kilómetros de mí mismo
me embisten los latidos
de los páramos
de los fuegos oceánicos
de los acantilados
me afirmo más arcano más eterno
entrado en años
caminando entre los árboles
las piedras
las ventanas
esperando
simplemente
a que algún día mis muertos me perdonen
esta cobardía
de no haber aprendido a diferenciar
entre vivir como debía o como yo más quería
RUNA
DE LA PACHAMAMA soy
huaca
wamani
polvo de arcilla
yatiri sabedor
apacheta
quebrada honda
de la lluvia
relámpago y rayo fulminante
del sol
CASA
DECLARO mis bienes
no en gran cantidad
sino los pocos
podría decir escogidos
pero no
son solo los que me quedan
un sofá que envejece
una cama solitaria sobre el suelo
—un cobijo triste puede matar
más rápido que una bala—
un cobertor
—vecina ebria de mi desesperación—
declaro
aquel fruto amargo en mi garganta
el agua de mi tristeza
mi ceniza
el viento
y cuando me marche
que recoja cada quien lo que precise
que extienda su mano y me recorra
a toda entraña y con vehemencia
y sabrá
dónde encontrarme
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