La inteligencia artificial ha cambiado paulatinamente la forma en que son realizadas diferentes tareas en nuestro día a día. Desde la creación de recomendaciones de compra para los clientes, hasta la conducción automática de medios de transporte y maquinaria pesada, los campos en que es posible aplicarla prometen reemplazar una gran cantidad de tareas específicas que hasta hace poco requerían mano de obra humana.
En los últimos años hemos visto cómo los softwares de IA han llegado a ámbitos creativos, como la redacción de textos. Cabe preguntarse si este tipo de acciones son ejecutadas de forma satisfactoria por algo no humano y si realmente los escritores pueden ser desplazados por la tecnología actual. Reflexionamos sobre ello a continuación.
¿Cómo funciona la inteligencia artificial?
Los softwares y procesadores que emplean la IA buscan imitar el funcionamiento de la mente humana. Mediante procesos de clasificación y seleccionamiento de datos consiguen emular el pensamiento y los aprendizajes, con el fin de tomar decisiones y ejecutar tareas más o menos complejas de una forma confiable. Describiéndolo a grandes rasgos, ellos tratan de mezclar y combinar información diversa para obtener un producto (Euroinnova.edu.es).
Todo este proceso no es el resultado de una sola persona, sino la combinación de esfuerzos en equipo e investigaciones de muchos años en las áreas de la computación y la robótica. La mayoría de los programas de inteligencia artificial usan algoritmos complejos que se hacen más perfectos a medida que les son introducidos más datos.
Con el tiempo y la incorporación de información logran predecir y clasificar de forma más precisa. Por ello se dice que funcionan de forma análoga al cerebro humano, creando redes de diversas capas que les permiten desarrollar habilidades.
Usos de la IA
Hoy en día un software de inteligencia artificial es capaz de jugar al ajedrez como los profesionales, conocer las preferencias de cada usuario de casino en línea, buscar información en la web, realizar traducciones voz y texto entre diferentes idiomas, detectar y combatir fraudes electrónicos, organizar rutinas como un asistente personal, atender llamadas telefónicas de emergencia, optimizar el reclutamiento de personal para las empresas, retocar fotos, conducir aviones y un largo etcétera.
Incluso los hay redactando y publicando artículos que pretenden ser críticos. Sin embargo, estos tienen sus limitaciones. No han faltado los dilemas como este que se han suscitado a partir de las aplicaciones de la IA. Los bots y softwares que la aplican están ya reemplazando parcialmente a los médicos, contadores, gerentes de recursos humanos, abogados (Lpderecho.pe, 2023) y otras varias especializaciones, con mayor o menor éxito.
La historia de la inteligencia artificial aplicada a la escritura
Las redes neuronales y el aprendizaje profundo han sido susceptibles a la imitación desde hace décadas. A partir de los años 50 se comenzaron a desarrollar máquinas que buscaban escribir como lo hacen los humanos. Todos los sistemas informáticos creados desde entonces se sustentan en el análisis de datos y la predicción, similar a lo que hace la inteligencia artificial en el presente (Petroglifosrevistacritica.org.ve).
En el año 2016 una novela escrita (en parte) por una IA creada por científicos de la Universidad del Futuro en Hakodate, Japón, estuvo entre las finalistas del concurso literario Hoshi Shinichi. Este peculiar certamen permite la participación de humanos y máquinas en igualdad de condiciones (Lecturalia.com, 2017).
El texto titulado El día que una computadora escribió una novela fue ideado por humanos, quienes también suministraron indicaciones sobre los personajes. No se puede decir que sea 100% creación de un robot, pero la IA sí asistió en la redacción. El jurado concordó en que, salvo ciertos problemas con la descripción de los personajes, la novela estaba bien estructurada.
Caso similar es el texto de química A Machine-Generated Summary of Current Research, que reúne una serie de resúmenes de artículos escritos entre 2016 y 2018 para la editorial Springer Nature, en torno a investigaciones sobre baterías de iones de litio. La IA se encargó de seleccionar, organizar y condensar las publicaciones.
En ambos ejemplos la inteligencia artificial probó ser un asistente eficaz que facilita los procesos de escritura veloz, ya que puede procesar grandes cantidades de información y ordenarla mucho más rápido que el ser humano. No obstante, a la hora de producir textos originales, que aporten información nueva y relevante sigue sin ser suficiente. Y aún para los textos más sencillos amerita el trabajo minucioso de un editor.
Un caso fallido
El pasado noviembre, CNET, una conocida web estadounidense de noticias y actualidad tecnológica publicó una serie de artículos que llamaron la atención de sus lectores por presentar fallos elementales. Entre ellos, errores de concordancia entre porcentajes y cifras en textos explicativos simples acerca de herramientas financieras. Pocas semanas tras la primera publicación la editora del portal aclaró que habían estado experimentando con un algoritmo para la generación de dichos textos (Xataka.com, 2023).
Esta noticia resonó entre medios de comunicación como BuzzFeed News y The Washington Post, así como en la Sociedad de Periodistas Profesionales. Reabrió debates acerca de la confiabilidad de las herramientas de escritura basadas en IA y sobre la ética de los periodistas y editores que encargan compromisos como el de generar información a máquinas. Todo apunta a que, de momento, la IA no puede sustituir a cabalidad a un escritor de críticas y noticias.
Síguenos también en nuestras redes sociales:
Búscanos en Facebook, Twitter, Instagram y YouTube
