¡Corre, Conejo!, la novela de John Updike

"Lo que finalmente el autor quiere mostrarnos es la infelicidad y la inadecuación de un hombre a un mundo que ve gris, monótono y superfluo"

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“Corre, Conejo” es el título en castellano para la segunda novela de John Updike, publicada en 1960, “Rabbit, run”. Se trata del relato de uno de los grandes temas de la novela norteamericana: la huida. Dijo un poeta latino: “Fugere est triumphans”, “huir es triunfar”. Y desde Huckleberry Finn hasta el inolvidable Dean Moriarty, (pasando por Holden Caulfield) eso es lo que han hecho los héroes de la pujante narrativa de este lado del mundo.

Harry “Conejo” Angstrom (nótese la perturbadora raíz “angst” en el nombre) es un ex-héroe del baloncesto que ahora carga con una esposa embarazada y alcohólica, un hijo de dos años y un miserable trabajo de vendedor. Cierto día, aprovechando que debía recoger a su hijo de casa de su madre, Conejo huye. Pisa el acelerador y huye. No ha planificado esa huida. Simplemente obedece a un impulso ciego de alejarse y de poner tierra de por medio entre el agobiado “pater familias” y aquel héroe juvenil y atlético que fue hace pocos años.

Pero ”Conejo” no llega muy lejos: busca a su antiguo entrenador de baloncesto y vive un romántico affaire con una prostituta (o una ex-prostituta porque luego la muchacha abandona el oficio). Conejo no sabe a dónde ir. Un sacerdote (un personaje muy bien logrado: un convencido católico que odia la feligresía del pueblo) le pregunta mientras juega al golf con él: “Pero, ¿qué busca usted, Harry?”. Y Conejo no tiene una respuesta, pero realiza su tiro: la pelota vuela ingrávida, cae al verde, da unos pequeños botes al ralentí y se cuela lenta en el hoyo. “Eso quiero” dice Conejo. El cura Eccles entiende.

Leída hoy, la novela puede sonarnos peligrosamente machista. Al fin y al cabo, Conejo huye de las mujeres y, para colmo, Updike nos pinta dos estereotipos muy comunes. Huesuda, pequeña y egoísta, la esposa; amplia, monumental y generosa, la amante. Ese escollo en el camino creo que es salvable porque lo que finalmente el autor quiere mostrarnos es la infelicidad. Y la inadecuación de un hombre a un mundo que ve gris, monótono y superfluo. Que haya dos mujeres precisamente a cada lado de la disyuntiva es circunstancial. Conejo no puede ser feliz porque ha perdido lo que más amaba y lo único que le daba sentido a su existencia: el gozoso deleite de anotar y generar la ovación de las multitudes.

Ese vertiginoso momento, ¿puede ser reemplazado por la apacible felicidad conyugal? La respuesta está al final del libro de John Updike. Un final, como todo el resto de la novela, atemperado, justo, exacto. Una novela brillante.

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