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Asedios a “La ventana indiscreta” de Alfred Hitchcock

"¿El voyeurismo de Jeff es, mediante un ingenioso juego de reflejos (la cámara que lo presenta hace un movimiento inverso al que hará durante toda la película porque se mueve de afuera hacia adentro, es decir, nos “instala” en el departamento de Jeff y en su mirada) nuestro propio oscuro placer?"

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¿Qué es “Rear Window”? Esa pregunta me la he planteado en más de una ocasión y la respuesta ha sido siempre elusiva o poco satisfactoria. Aprovechando que con Tere y Casandra estamos haciendo un repaso por la filmografía de James Stewart, volví a Rear Window la semana pasada y me dije que ahora sí tendría que llegar a una conclusión. Pues bien, heme aquí sin certezas ni conclusiones, pero con intuiciones muy aproximativas que prefiero dejarlas por escrito para que no se me olviden en unos años.

Es claro que el thriller, el misterio y el suspense están tratados magistralmente de principio a fin. Sorprende, nada más empezar la película, esos sonidos jazzísticos de Franz Waxman (sazonados con melodías populares de Dean Martin, Nat King Cole o Leonard Bernstein) que nos ubican en una modernidad vanguardista y en un ritmo trepidante (escúchense con atención los ruidos cotidianos del vecindario: una radio encendida, el griterío de los niños tras el camión de helados, personas llamándose de ventana a ventana, etc.). Es un inicio fulgurante que hace recordar al que años después proyectarían Robert Wise y Jerome Robbins para “West Side Story”. Un inicio que nos coloca el ajetreo de la vida citadina justo delante de nuestros ojos.

La cámara se recrea en ese patio trasero del Greenwich Village (y, a propósito, el título de la película debió traducirse como “La ventana trasera” porque es por una ventana trasera por donde la mirada de James Stewart va a acceder a la vida privada de sus vecinos). Haciendo un enorme paneo se introduce por la ventana de Stewart y nos lo muestra dormido, sudando en aquel verano tórrido de 1952. Ese paneo es muy ilustrativo porque nos muestra al protagonista, nos muestra su pierna izquierda enyesada (“aquí yacen los huesos de L. B. Jefferies”), nos muestra su cámara destrozada y sus fotografías.

Entonces ya nos queda claro que el buen Jeff es un fotógrafo (y de los buenos). Debido a su pierna enyesada no puede hacer otra cosa que espiar durante largo rato a sus vecinos. A ello le ayuda el calor, ya que, debido a esta circunstancia, los vecinos tienen las ventanas abiertas todo el tiempo.

Hasta aquí todo está claro y todo tiene mucho sentido. Pero luego surgen dos temas espinosos: la mirada y la impotencia. ¿El voyeurismo de Jeff es, mediante un ingenioso juego de reflejos (la cámara que lo presenta hace un movimiento inverso al que hará durante toda la película porque se mueve de afuera hacia adentro, es decir, nos “instala” en el departamento de Jeff y en su mirada) nuestro propio oscuro placer? Pero, sobre todo, ¿eso es lo que Hitchcock quiso decir? Entonces, ¿es Rear Window un retrato irónico del impotente espectador, que se regocija en la sala a oscuras y que vive su catarsis a través de los personajes en la pantalla?

Hay que notar que Jeff mira a los vecinos, literalmente, para no ver a Lisa (Grace Kelly) quien lo seduce con proposiciones matrimoniales. Jeff no quiere casarse con ella y aduce razones no muy convincentes. Cuando el teniente Tom (impecable actuación de Wendell Corey) aparece en escena y recuerda con Jeff sus peripecias durante la Segunda Guerra, uno se da cuenta de que a estos dos hombres los une un vínculo de comprensión e intimidad que Lisa desea, infructuosamente, establecer con Jeff.

El subtexto sexual entonces se hace evidente. Cuantimás si continuamente la cámara nos muestra la escayola de Jeff desde la cadera hasta el pie. Jeff es un lisiado y un hombre incapaz de satisfacer a esa espléndida belleza que es la socialité Lisa, quizá el personaje femenino mejor vestido de todos los tiempos, comparable sólo con Audrey Hepburn en Breakfast at Tiffany’s. Jeff no hace nada y permite que Lisa y su enfermera personal se enfrenten al supuesto asesino. Ni siquiera al final hace nada, strictu sensu. No puede hacer nada. Su rol pasivo es sorprendentemente parecido al de nosotros, sentados en nuestras butacas y mirando, solo mirando…

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