Este sábado, Perlita cumplirá quince años y hace sólo cuatro días se estrenó como madre. Su pequeño cuerpo no llegó al término del embarazo y Joselyn, su hija, nació a los ocho meses en Arequipa. Aunque aún no ha podido tomarla en sus brazos debido a que todavía debe permanecer en la incubadora, asegura que la adora desde su primer llanto.
Con un metro cincuenta de estatura y apariencia de una niña de diez años, Perla es la representación de las estadísticas que indican que el inicio de la vida sexual y el consiguiente embarazo en niñas y adolescentes es cada vez más temprano en nuestro país y nuestra región. Perla inició su relación de pareja cuando tenía 12 años.
Principio del círculo
Jhon Cayo Palomino, psicólogo forense, señala que en un 90% los casos de embarazo precoz, involucran a niñas y jóvenes provenientes de hogares desarticulados. Las situaciones que se presentan al interior de estas familias crean, según el psicólogo, una necesidad afectiva que al no ser satisfecha en el hogar busca ser compensada en otros lugares y con otras personas. El padre biológico de Perla abandonó a su madre cuando ella aún era una bebé y su padrastro murió cuando tenía 10 años.
¿Cuántas son madres precoces en Arequipa?
Néstor Linares Huaco, jefe del Servicio de Obstetricia y Ginecología del hospital General, señala que sólo en el primer semestre del año pasado (2002), se atendió 408 partos de niñas y jóvenes menores de 18 años, cantidad que representa al 17.16% de la totalidad de alumbramientos atendidos en ese mismo periodo.
En cuanto a los partos de niñas de entre los 10 y 14 años, la Dirección Regional de Salud de Arequipa maneja cifras que no terminan de sorprender. Durante el transcurso del año pasado se registraron 202 casos. En los tres primeros meses de este año ya se han reportado 57 nuevos alumbramientos de madres precoces. Sin embargo, la situación podría ser peor. Teresa Rodríguez, directora ejecutiva de Salud de las Personas, señala que estas cifras no son del todo reales en la medida que muchas niñas y jóvenes interrumpen la gestación o evitan el parto en los centros de salud debido a las presiones familiares.
La educación
Cuando a Perla se le pregunta si se sentía preparada para traer un hijo al mundo, responde avergonzada con un silencioso “no”. Admite que sabía cuáles eran los riesgos de tener relaciones sexuales. Sin embargo, los problemas de educación no atañen sólo a las niñas. En el caso de Perla, cuando su madre se enteró del embarazo, la alejó de la casa y la obligó a convivir con el futuro padre, una situación nada beneficiosa para la joven en opinión de Jhon Cayo, quien señala del peligro al que se les expone debido a que la mayoría de estas niñas son incapaces de manejar métodos anticonceptivos.
Texto: José Luis Márquez | Publicado en Semanario El Búho No. 94 – 9 de mayo de 2003.
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