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Cinco años de Congreso ya no es democracia

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Democracia no es elegir gobernantes para que estos hagan lo que quieran. Democracia es que
los gobernantes hagan que se cumpla la voluntad de la población. ¿Y qué pasa cuando los
gobernantes dejan de representar la voluntad popular?, ¿qué pasa cuando tienen más del
noventa por ciento de desaprobación y el soberano pueblo no cuenta con un mecanismo para
reemplazarlos?: Esa democracia ya no es democracia.

Si los servidores que tenemos en el congreso ignoran los mandatos que les damos al poco
tiempo que asumen el cargo, ¿por qué tenemos que esperar cinco años para poder
sustituirlos? Si tenemos la opción de revocar a nuestros alcaldes y gobernadores, ¿por qué no
tenemos la posibilidad de revocar a los congresistas?

Si ya sabemos que, en su mayoría, nuestros congresistas de derecha, centro o izquierda,
utilizan la política, no para servir a la población, sino para procurar intereses particulares, ¿por
qué estamos obligados a esperar cinco años para poder sustituirlos? Cinco años es demasiado.
Nadie debe estar obligado a mantener a un servidor cuando no está cumpliendo con el trabajo
que se le ha encargado.

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Una solución al persistente problema del despotismo del congreso podría ser reducir el término
del congreso a la mitad: tener elecciones congresales con las elecciones presidenciales, y, a
mitad de término presidencial, o sea, elecciones congresales cada dos años y medio, con
posibilidad de reelección. De esta forma, la población tendría mejor control sobre el desempeño
de los congresistas, de los partidos, y hasta del presidente: Los congresistas tendrían dos años
y medio para demostrar su trabajo, y serán reelegidos o sustituidos conforme lo juzgue el
supremo pueblo. Cada dos años y medio, los partidos políticos serían sancionados o
premiados con mayor o menor número de congresistas, y, las elecciones otorgarían al
presidente, a mitad de término, una mayor o menor fuerza política, aumentando o
disminuyendo su bancada en el congreso.

Ademas se podría aprovechar las elecciones cada dos años y medio para consultar a la
población sobre temas de interés nacional, para adoptar nuevas leyes o cambiar partes de la
constitución; temas que hayan sido ampliamente debatidos y pensados por la población, en
lugar de que, como hoy, sea el congreso el que cambia leyes respondiendo a intereses oscuros
e ignorando y hasta desafiando la voluntad del verdadero soberano, el pueblo.

Tener elecciones congresales cada dos años no es nuevo en el mundo. EEUU lo hace desde
su fundación. En EEUU las leyes deben contar con la aprobación de tres instituciones para
entrar en vigencia: de la Cámara de Representantes (elegidos cada dos años), los Senadores
(cada seis años), y el Presidente (cada 4 años). Los fundadores, especialmente James
Madison, buscaron que la Cámara de Representantes tuviera elecciones más frecuentes “para
atender mejor las necesidades inmediatas de los ciudadanos”. Y cambiar a los malos
congresistas es de necesidad inmediata para la población.

Las elecciones congresales a cada dos años y medio pueden servir como una válvula de
escape para liberar tensiones por la constante desaprobación de cada congreso, tensiones
originadas por la impotencia de la población al ver que no puede hacer nada ante los excesos
cometidos por sus gobernantes por larguísimos cinco años, que en política, ya lo entendimos,
son una eternidad.

La democracia no es “sentido común”.

La gente se equivoca cuando asume que los principios de la democracia son simplemente
“sentido común”. No los son. La democracia en uno de los mayores logros de la humanidad,
una tecnología muy avanzada que tardamos miles de años en inventar y desarrollar, no nos
viene naturalmente. Y hoy somos tan inteligentes como nuestros antepasados de la edad de
bronce. Por eso la democracia necesita ser educada, formada, preferentemente, desde los colegios. Ya debe estar quedando claro que necesitamos aprender a gobernarnos. Nuestra
educación debería incluir cursos donde se estudien y debatan los diferentes tipos de gobierno
en el mundo, incluyendo constituciones comparativas, sus ventajas y desventajas, necesitamos
aprender de otros, para que al hablar de política o emitir un voto todos sepamos qué estamos
haciendo. Si seguimos sin educación de la democracia en los colegios, sin educar al soberano,
poco va a cambiar, seguiremos siendo un barco a la deriva.

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