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Profesor Pablo In memoriam (la última entrevista)

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Conocí al profesor Pablo Ortiz en mi paso laboral por la Oficina de Arte y Cultura de la UNSA. Cualquiera que haya tenido ese gusto sabrá de su pasión por el Ballet Folklórico de la UNSA, era muy evidente. Cuando me tocó trabajar como redactor del desaparecido boletín Willasunki había preparado una crónica dedicada a él. “Por razones de fuerza mayor” –como suelen decir las explicaciones inexpugnables– el boletín desapareció dejando un material en camino. Esta crónica es parte de ese material. Por la sufrible razón del prematuro deceso de Pablo Ortiz, sabemos también que esta es la última entrevista que ofreció.

Muchas veces las circunstancias inesperadas señalan caminos esperados. Es una afirmación que el profesor Pablo, asiente con una sonrisa. Había mencionado esa frase a propósito de cómo es que descubrió su vocación por la enseñanza de la danza, vocación que lo llevó a convertirse en director del elenco de danza más importante de la ciudad. Pablo Enrique Ortiz Martínez, director del Ballet Folklórico de la UNSA (BFUNSA), Mike para sus alumnos y sus amigos o “profesor Pablo” para la mayoría, ingresó al Ballet de la UNSA, cuando era un cachimbo, estudiante de Biología, desde entonces nunca lo dejó. “Han pasado 47 años”, dice con aplomo y cierta nostalgia que alcanzo a advertir cuando alza la mirada.

“Siempre fue disciplinado y aplicado, nunca faltaba a los ensayos y era, de lejos, el más destacado”, recuerda Lucy Abarca, fundadora del Ballet. Ella lo formó y siempre lo presentaba como su primer bailarín. Solo una vez Mike discrepó con su maestra. Una de las danzas a presentarse, en un importante evento, era la “Danza de los brujos”. Había un detalle que turbó a Mike y entonces decidió negarse a bailar. La maestra se sorprendió, pero tuvo que insistir. Mike, con una serie de disfuerzos, volvió a negarse. “Es que el brujo era un personaje que salía casi desnudo, bailaba solo con taparrabo”, dice el profesor Pablo. Pero no solo era pudor de adolescente por el cuerpo semidesnudo. Había una rara mezcla de vergüenza y criterio de
escenógrafo. “El problema es que yo era demasiado flaco, pesaría 46 o 47 kilos, era escuálido. Tenía miedo de pasar vergüenza, pero también mi cuerpo extremadamente flaco iba a ser un distractor”. Ciertamente, Mike, estaba pensando, como siempre hace, en la vista y funcionamiento del conjunto.

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Para esta entrevista, nos reunimos en su oficina, que es como una pequeña sala museo: hay tres vitrinas que exhiben los premios obtenidos por el Ballet durante cincuenta años, unos trajes sobre su escritorio a los que él mismo ajusta los botones o les pone ribetes; sobre las altas paredes hay posters enmarcados de diversos festivales internacionales a los que han asistido. Retira los trajes de su escritorio y acomoda las sillas, antes de sentarse acomoda un adorno sobre el escritorio. Acomodar cosas es natural en él. Antes de sus presentaciones, no es raro verlo acomodar los estandartes, algunas sillas o cualquier objeto que afecte el marco visual. Seguramente con ese criterio habría considerado, aquella vez, que su cuerpo semidesnudo desentonaría con el resto de sus compañeros.

La maestra Lucy le puso como condición que debía preparar a un aspirante para que lo reemplace. “Así que escogí uno que le vi condiciones y le enseñé los pasos de esa danza y sus mañas”. Ver condiciones para la danza en los demás era algo que también hacía muy bien. Desde aquella vez, se animó a enseñar a los integrantes “nuevos” que lo requerían. La maestra Lucy vio esto con buenos ojos y ya no era solo su primer bailarín sino también lo llamaba su asistente.

En su momento, ya como bachiller de Biología, tuvo que tomar una decisión para su futuro profesional. Contra lo que él mismo había proyectado inicialmente, se decidió por el Ballet. “Siempre supe que tenía vocación por la danza y pensaba que llevaría esto como un hobbie, pero terminé dedicándome por completo al Ballet”. Había terminado la carrera, tenía el proyecto de tesis y el asesor designado. Para entonces ya era asistente oficial y había viajado, representando a la UNSA, a varios países y poco tiempo después fue invitado, por la Embajada de Francia, para hacer una pasantía en Perú Andino, uno de los más importantes elencos de danza que representan a Perú en Europa.

Luego del medio año que duró su pasantía, se dirigió a Brasil, a las ciudades donde tenía contactos y que lo solicitaron para que imparta clases allá por una temporada que duró otro medio año. De regreso al Perú, a su ballet Folklórico de la UNSA, la maestra Lucy Abarca hizo las gestiones con la universidad para que sea su asistente oficial. En 1995, la directora y fundadora del BFUNSA cesó del cargo y el profesor Pablo asumió
la dirección.

No fue el único a quien el ballet le cambió la vida. Hubo otros que después de su paso por el elenco se dedicaron profesionalmente a la danza. Pero ¿cómo así un agustino llega a integrarse a la institución cultural más representativa del folklore peruano en el mundo cuyo nombre completo es Centro Cultural Artístico Perú Andino?, pregunto. La respuesta del profesor Pablo es clara: “Los festivales y las circunstancias. Nosotros vamos a los festivales representando a la universidad y cuando fuimos a Francia, por ejemplo, a nadie, ni soñando, se le podía pasar por la cabeza integrar Perú Andino, pero allá ven nuestro trabajo, nuestro estilo que tanto les llama la atención y lo normal que nos vuelvan a invitar y, sorpresivamente, en algunos casos, hubo invitaciones personales”. Ese fue el caso del profesor Pablo.

Los viajes y los contactos le han permitido profesionalizarse en el extranjero tanto en el aprendizaje como
en la enseñanza. El BFUNSA tiene muy marcadas las dos etapas de sus directores y sus aportes: la maestra Lucy Abarca, además de ser la fundadora, en la conformación de su repertorio, se encargó de rescatar varios bailes regionales y les adaptó coreografía para el escenario; un testimonio importante de ello es el libro De un sueño a la realidad (2016), que describe en detalle el origen y trayectoria de Ballet Folklórico de la UNSA cuya autora es la misma Lucy Abarca. La segunda etapa, conducida por el profesor Pablo, ha sido más bien de una notable internacionalización del BFUNSA, se afirma en el libro por su 50 aniversario (2021).

“Yo me siento muy contento y agradecido con Dios porque tengo muchos y grandes amigos, muchas experiencias gratificantes también, todo por el Ballet. El Ballet es mi vida”, sentencia el profesor Pablo.

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