No podemos negarlo. Para muchos, libido es la mejor banda peruana. Con seis álbumes de estudio, múltiples giras, premios internacionales, decenas de temas en el top de rock latinoamericano, decenas de letras en el imaginario peruano, y una brillante ejecución en cada uno de sus instrumentos, además del registro vocal.
Formada hace casi 30 años, renacida oficialmente el último 6 de julio y activa a la fecha: rebosa más brillo, más fuego, más libido y hasta más glamour, a comparación de sus primeros años. El show de este sábado en la Ciudad Blanca así lo ha refrendado.
La formación original de la banda: Salim Vera (voz y guitarra rítmica), Manolo Hidalgo (primera guitarra), Antonio Jáuregui (bajo y coros) y Jeffry Frischman (batería). Esta constelación logró confluir nuevamente este 2024, después de años orbitando distancias. Pese al silencio, sus temas, los más conocidos y los más “caletas” se han mantenido vigentes para los peruanos rockeros y, por supuesto, que también para los arequipeños fans de este género, esos de la generación X, pasando por millennials y veinteañeros que se saben en orden obsesivo sus discos de estudio, compilatorios y los registrados en vivo.
Reencuentro de los fundadores de Libido: “No supe entender… volveremos a intentar”
Perú tiene un sin fin de bandas y artistas que enriquecen desde sus subgéneros y regiones la identidad rockera de camiseta blanquirroja, pero es innegable, pese a las murmuradas discordias entre sus integrantes y fans, que Libido es de las más populares. Dos premios MTV lo reafirman. Sonando a la vez en las radios noventeras y de los primeros 2000 junto a Soda Stereo, un Cerati solista, Los Prisioneros, Café Tacvba, Aterciopelados. Sin competir, pero destacando por mantenerse fiel a su firma de toques grunge que recrea la atmosfera limeña nocturna, vampírica, sedienta, sabor a cicuta.
La influencia grunge la han enriquecido y probado con otros sonidos, experimentando una musicalidad que deja escuchar en sus resquicios ligeras coincidencias a los primeros álbumes de Radiohead y a Oasis. En el territorio nacional es lo más cercano que tenemos a esas leyendas inglesas.
Libido ha sonado en las radios de quienes hemos crecido con nuestros hermanos mientras hacíamos las tareas del cole. Incluso nuestras madres se saben algunos de sus coros. Nuestros padres le suben el volumen cuando coinciden sus clásicos en reuniones.
“No sé cuánto he cambiado, no sé cuándo me fui”
Tíos, primos, sobrinos, colegas, jefes, profesores… casi todos saben quiénes son LIBIDO. Sin embargo, también creen saber quién y cómo es Salim Vera, el showman de la banda: y el rol clave de Toño Jáuregui, el bajista de perfil bajo, pero que luce firme, calmo, relajado, inalterable. La dinámica entre estos dos integrantes era crucial debido a la composición de canciones cumbre para que siga funcionando la ritualidad pop y la sensualidad obscura de la maquinaria que significa la banda.
Manolo Hidalgo y Jeffry Frischman también son los otros pilares para la construcción orgánica de cada pieza sonora del primer álbum Libido, el Pop*Porn, Hembra, y más discos con participaciones intermitentes de los integrantes primigenios que sentaron las bases en la matriz de sonidos que distingue a Libido.
Anoche quedó demostrado, con un show envolvente, sensorial, que hasta los encore fueron viajes visuales, multidimensionales, inmersivos, que hacen rememorar conciertos como el Pulse de Pink Floyd, un recital mágico y único, conocido casi por todos solo por YouTube y documentales de cable.
Arequipa cerró su mes de aniversario con un encuentro multitudinario cantando en la concentricidad de sus volcanes tutelares temas como Tres, Ojos de ángel, No será lo mismo sin ti. También en la noche de este 31 de agosto, en Cerro Juli sonaron Respirando, Espermato, Universo.
El escenario estuvo a la talla, permitió hacer más vívidas las historias que se cantan en Sed, No voy a verte más, Hembra, En esta habitación.
El esquema de luces y efectos con fuego también energizaron las canciones más pogueras como Frágil, Invencible, Libido.
Libido al pie del volcán
El público, por su puesto que supero sus propias expectativas. No tuvieron que hacer ninguna tarea de leer letras del celular, porque las canciones de Libido han musicalizado los amores, las frustraciones, los delirios de grandeza de sus propios fans. Episodios de ser tratado como perro, de ser fugaz como vampiro, como un espermato, de estar tan gris, de ser frágil y luego ser el Universo: Libido tiene canciones para todo eso.
La gira “La reunión” que empezó en Lima en el Estadio Nacional tuvo su segundo cónclave en Arequipa. En la Ciudad Blanca también logró SOLD OUT en las principales zonas.
Salim Vera cambió elementos de su indumentaria al menos unas tres veces. Abrió el concierto con una gabardina negra estructurada, corbata y camisa blanca. Después apareció con un blazer con tachas en forma de estrellas y cruces plateadas. Además, en pocos momentos dejó ver sus ojos refugiados en lentes negros con montura blanca, como guiño a los usados por Kurt Cobain.
Toño Jáuregui, más desenfadado, más sobrio y cómodo para la exigente y enérgica ejecución de sus riffs también lució dos cambios en los diseños de sus polos. Conocido por ser beatlemaniaco, apareció con un bajo de colección Fender.
Manolo Hidalgo probó con dos guitarras Stratocaster. La percusión, el corazón nuclear que abrió el show con Tres, la materializó Jeffry Fischman con una batería DW. Estos dos integrantes también asumieron el micrófono en temas como Esther Fé y Estoy tan gris.
Salim no dijo “Adiós”. Después de los 28 temas y casi dos horas de moverse por todo el escenario para asegurarse que cada asistente se gane una toma, Salim cerró el reencuentro en la Ciudad Blanca repitiendo “Hasta luego”.
El último en bajar del escenario fue Toño Jáuregui. Los fans no querían dejarlo ir, corearon su nombre hasta el final, haciéndole saber el cariño y respaldo del público arequipeño.
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