El manejo de la tecnología no debería estar reñido con el sentido común al momento de difundir noticias periodísticas o información de interés público. Para autobautizar un perfil en redes con el rótulo de “noticia” o, peor aún, “prensa”, no debería bastar con saber manejar aplicativos de última generación en celulares de alta gama, tendría que aplicarse un mínimo de criterio periodístico, también. Si bien lo digital demanda nuevas formas y estilos, estos no deberían estar divorciados de la teoría periodística básica y, de paso, de la ética.
La vieja escuela dictaba que un producto periodístico debía informar de principio a fin, es decir, desde el titular hasta el punto final. En cambio, ahora, las estrategias de difusión digital recomiendan que el titular siembre intriga sin dar información. Hemos pasado de: “Descubren que el rocoto puede prevenir los infartos”, a: “Un picante te puede salvar la vida. Ni te imaginas cómo”. Eso no es todo. Lo peor que sucede, y con frecuencia, es que te gastas minutos valiosos de tu existencia en revisar la nota y no encuentras la información que el titular te ofreció.
Es decir, caemos redonditos en el clickbait. Y esto, ¿por qué sucede? Sabemos que el ingreso económico de los medios de difusión proviene, principalmente, de los anunciantes y que estos son atraídos por la cantidad de “vistas” y “likes” que tengan las publicaciones. Además, mientras más tiempo un usuario permanezca en la página o perfil, mejora las posibilidades de conseguir auspiciadores. Pero, el criterio informativo no debería ser ese cuando se trata de asuntos relevantes para la sociedad, puesto que las noticias a medias pueden generar angustia y especulación. O sea, no se puede presentar en TikTok un accidente carretero o el incendio de un edificio, con la informalidad que se presentan las más recientes aventuras del infiel de moda. El titular debe informar, mientras que el tiempo de permanencia en la página debería conquistarse con estrategias más creativas.
¿Qué se debe informar? La tradición periodística anglosajona y desarrollada en todo el mundo desde el siglo XIX buscaba proporcionar información de forma concisa. Con la técnica de las 4 “W”: What, who, when, where. Es decir: ¿Qué?, ¿quién?, ¿cuándo?, ¿dónde? Responder estas preguntas al momento de brindar información es el mínimo de respeto que se debe ofrecer a una audiencia. Lamentablemente, lo que tenemos hoy en día son supuestas noticias que nos dejan sin saber qué está sucediendo o, peor todavía, que nos hacen temer que haya desabastecimiento de alimentos, porque la noticia que vimos acerca de un paro ¡no tenía fecha! Y todo este estilo actual de transmitir información incompleta desencadena en un mal mayor, pues alimenta, aún más, la desconfianza en la prensa.
A estos aspectos cotidianos, tendríamos que sumarle otros como la falta de imparcialidad al momento de presentar un tema polémico o la escasa investigación periodística en los medios locales; pero, eso es tema de un manual mayor. Por ahora, solo pedimos que después de leer una “noticia” podamos saber qué sucedió o sucederá, cuándo y dónde.
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