Un multitudinario recibimiento tributó Arequipa al ex Presidente Bustamante y Rivero a su llegada a nuestra ciudad el domingo 18 de marzo de 1956. A las 9.50 de la mañana en que aterrizó el avión que lo trajo, la multitud que colmaba la explanada del aeropuerto agitaba banderas peruanas y cantó a todo pulmón el Himno Nacional cuando apareció Bustamante, vestido con un terno beige.
Rompiendo todo control la muchedumbre se arremolinó al pie de la escalinata, pugnando por saludarlo y coreando: ¡Bustamante!, ¡Bustamante! Prácticamente en vilo de la multitud avanzó don José Luis hasta que tomó el coche descubierto que lo conduciría a la ciudad. Fue acompañado en el vehículo por Honorio Delgado, Julio Ernesto Portugal y Mario Polar (Presidente del Partido Demócrata Cristiano, quien organizó la bienvenida).
En todo el trayecto entre el aeropuerto y la Plaza de Armas fue clamorosamente vitoreado por miles de ciudadanos. Ellos ponían así un bálsamo a los nueve años de su ausencia forzada del Perú. La apoteosis llegó cuando hizo su ingreso en la Plaza de Armas en que miles lo vitoreaban y pugnaban por acercarse a él. Subió al local del Club Independencia, que quedaba en los altos del Portal de San Agustín, para dirigirse a la muchedumbre. Primero hizo uso de la palabra Mario Polar quien le dio la bienvenida y le expresó el cariño que Arequipa le tributaba.
En su extenso como aclamado discurso Bustamante, entre otras expresiones dijo: “Amigos de Arequipa: No os extrañéis que al agradecer esta grandiosa bienvenida mis medios de expresión resultan deficientes y sean pobres mis palabras.”… “Nos une la aspiración a una vida de auténtica dignidad ciudadana”… “Pero Arequipa no ha venido solamente a saludarme. Ha venido a decirme por boca de Mario Polar y con este imponentísimo acto de presencia, su testimonio de adhesión política y su palabra de rectificación histórica. No quiere de hoy en adelante que se asocie su nombre a los sucesos militares de fines de octubre de 1948, porque la ciudad fue extraña a ellos. Y este desagravio, que vale para mí más que todos los dolores que he sufrido, mi emoción no halla otra respuesta que ésta que brota de mi entraña de hijo de esta tierra: ¡Gracias Ciudad de Arequipa!”…
Luego hizo un extenso análisis de la situación política del Perú, de los defectos del Estatuto Electoral, de las garantías electorales, deploró sus limitaciones. Consideró a la libertad y la democracia como retos que se debían alcanzar, “la ocasión de lograrlo nos la brinda el próximo proceso electoral. Más hay que remover, por desgracia, serios obstáculos políticos.”
(En las citas textuales de esta obra se respeta la ortografía de los originales)
Juan Guillermo Carpio Muñoz
Texao Arequipa y Mostajo. La Historia de un Pueblo y un Hombre
Tomo IX. Págs. 311 – 312
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