“Ser de Arequipa en la tercera década del siglo XXI”

Así tituló la conversación en el marco del Hay Festival 2024 en Arequipa, moderada por el autor. En ella participaron el historiador Víctor Condori (Ilo), el periodista Julio Villanueva Chang (Lima), la directora del Centro de las Artes de la Universidad San Pablo, Fiorella Quintanilla (Arequipa) y la poeta y socióloga Patricia Roberts (Arequipa).

El tema de la identidad en Arequipa está fuertemente ligado a su historia y a lo que la intelectualidad se encargó de crear a través de encendidos discursos pletóricos de un regionalismo asociado a las revueltas y revoluciones. Y, curiosamente, a las reivindicaciones de clase por parte de la burguesía que se jactaba de su descendencia española, inglesa o italiana. Estas dos últimas de apenas un puñado de migrantes.

Y es justamente en este punto importante el aporte del historiador Condori que se encargó de desmitificar la relación con los conquistadores y la poca importancia que tuvo la fundación española de Arequipa que está registrada en la historia. No es que fuera un hecho importante, ni pomposo. Fue una fundación más, sobre todo, porque Arequipa se funda en Camaná, de donde salen espantados por la plaga de mosquitos en busca de un lugar menos hostil para ellos.

La migración andina, sobre todo de la región de Puno, también se abordó desde la mirada conservadora. Esto muestra que aún no se ha superado el fenómeno del desplazamiento hacia nuestra ciudad y que data de la década del 60. Aun cuando el corredor comercial entre Arequipa y Puno siempre estuvo presente. Se mantiene esa idea que a los migrantes “hay que enseñarles a vivir como los arequipeños”, en una clara concepción anacrónica, cuando el mestizaje ha estado presente siempre y el aporte cultural de los migrantes ha sido más que importante.

Quintanilla hizo hincapié en el aporte cultural del fenómeno migratorio, como sus danzas coloridas que han enriquecido el Corso de la Amistad, durante las fiestas. Y aquí Condori aprovechó para reforzar esta idea de la identidad que está fuertemente ligada al mes de agosto, en que los arequipeños cantan el himno y muestran su apego a la bandera granate.

El cronista Julio Villanueva hizo mención a su última publicación. Una serie de perfiles de cinco arequipeños que, de diversas maneras, han destacado por su aporte al conocimiento y al cambio de actitud. Y él escogió para esta propuesta, a la que curiosamente llamó “No se nace en vano al pie de un volcán” evocando al poema de Jorge Polar, al enorme talento musical de Zoila Vega, el aporte del señor clorofila, refiriéndose al botánico Daniel Montesinos y su preocupación por el cambio climático; y el pedido de Facundo Manrique, el niño que pidió no forrar sus cuadernos con plástico y su colegio tomó la idea para prohibirlo a todo el colegio, por el gran daño que hace el uso del plástico.

Estos personajes, sostuvo, son el mejor ejemplo de lo que deberían ser la mayoría de personas, más allá de su lugar de nacimiento. Como dejando en claro que ese regionalismo exacerbado no aporta en nada al desarrollo de las ciudades.

Finalmente, la poeta Patricia Roberts, migrante a los Estados Unidos por muchos años, decidió volver a su tierra porque quería estar con su tribu. Así es como ella considera el ver a su familia y a sus amigos. Pues aquí están sus raíces y, si bien la ciudad ha cambiado mucho, ella siente que ha vuelto a la semilla.

Un tema interesante que merece un debate amplio y quizá, académico, que nos permita conocernos mejor. Y así encontrar las razones por las que los arequipeños sienten ese apego a su identidad. Aun en la tercera década del siglo XXI.

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