Vanessa Walde, la subgerente de Fiscalización de la Contraloría, que parece haber descubierto el «hackeo perfecto» al sistema meritocrático estatal, es hoy la protagonista de la burocracia peruana. Con un currículum académico inflado: abogada, magíster, diplomada, docente universitaria… pero sin experiencia en el Estado, logró un puesto que exige 8 años de experiencia, algo que, según el Seace, no cumple.
Eso sí, su licencia por maternidad desde enero y su viaje al extranjero le dieron un «descanso estratégico» justo cuando la Fiscalía Anticorrupción empezó a indagar. Recordemos que ella firmó el documento que descartaba notorias irregularidades en el patrimonio de la presidenta Dina Boluarte. La Fiscalía investiga su contratación.
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