El 6 de febrero de 1825, Arequipa tuvo una ceremonia solemne de juramentación de adhesión a la República del Perú. Este proceso, marcado por tensiones políticas y militares, fue resultado de un complejo escenario postbatalla de Ayacucho, ocurrida el 9 de diciembre de 1824. Además, por las negociaciones establecidas en la Capitulación de Ayacucho, que obligaba a las autoridades realistas a entregar el control de las regiones bajo su dominio.
¿A qué los obligaba la Capitulación de Ayacucho? El documento se firmó el 9 de diciembre de 1824, en la pampa de Ayacucho. Este documento simboliza la histórica victoria del Ejército Unido Libertador del Perú. El documento representó la caída del dominio español en el Perú y debían entregar el poder.
Tras la derrota realista en Ayacucho, el virrey Juan Pío Tristán (el último virrey del Perú) intentó mantener el control de Arequipa. Sin embargo, el libertador Simón Bolívar designó al coronel Francisco de Paula Otero como prefecto de la región. La importancia de Otero para la Ciudad Blanca radica en que enfrentó a la resistencia militar durante su trayecto hacia la ciudad. Tropas realistas, como las del coronel Cayetano Aballe, en Caravelí, intentaron bloquear su avance, desconociendo los acuerdos de la Capitulación de Ayacucho.
Finalmente, a mediados de enero de 1825, Otero ingresó a Arequipa con apoyo de la División Lara, un contingente militar colombiano. Su llegada generó reacciones encontradas. Mientras sectores liberales lo respaldaron, parte del clero y la élite local mostraron recelo hacia el nuevo orden republicano.
El acto del 6 de febrero en Arequipa
El 1 de febrero de 1825, Otero anunció la proclamación de la independencia para el día 6. La ceremonia se realizó en la Plaza de Armas, donde autoridades civiles, militares y eclesiásticas juraron lealtad a la República. Según registros del periódico La Primavera de Arequipa, fundado días antes por el capitán Andrés Negrón, el acto incluyó discursos, repique de campanas y la lectura de documentos que vinculaban a la ciudad con el proyecto bolivariano.
Recordemos que la primera publicación periódica en Arequipa se difundió entre el 8 de enero y el 27 de febrero de 1825. Se llamó La Primavera de Arequipa o Mañanas de su Independencia, y contó con cinco números. Fue impresa en los talleres de Jacinto Ibáñez, pionero de la imprenta en la región. En sus páginas se publicaron decretos vigentes y se ofrecieron análisis y comentarios sobre la histórica victoria en la batalla de Ayacucho.
La Academia Lauretana de Ciencias y Artes también participó activamente en la difusión de ideas republicanas, aunque enfrentó tensiones con el gobierno de Bolívar.
Pero la Academia Lauretana tuvo mayor impacto en la sociedad arequipeña, ya que fue la primera entidad cultural de corte laico en la ciudad. Desde aquí se impulsó en 1828 el nacimiento de la Universidad Nacional del Gran Padre San Agustín.
Desafíos posteriores
La transición no fue sencilla. Arequipa enfrentó desórdenes por bandas armadas que quedaron de las tropas realistas, especialmente en los valles como Majes. Además, la élite local, acostumbrada al sistema colonial, mostró resistencia al cambio. Otero buscó aliados entre liberales como José María Corbacho y Manuel Ascencio Cuadros, figuras clave en la consolidación de instituciones como la Corte Superior de Justicia.
La jura de independencia arequipeña no fue un acto espontáneo, sino un proceso político tras años de conflicto. El historiador Víctor Condori, en su libro Arequipa y la Independencia, explora con mayor detalle y minuciosidad todo el proceso que pasó Arequipa, y la posterior adhesión al Perú.