“Los empaladores del río Avión” de J. Segura: Un universo insólito de personajes marcados por la crudeza

Cada relato obliga al lector a enfrentarse a la crudeza de la existencia y a reflexionar sobre los límites de la moralidad y la violencia. Segura ha construido una obra que se sitúa en la intersección entre el realismo sucio, la literatura expresionista y la exploración psicológica

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En su más reciente libro, J. Segura (Arequipa, 1982) demuestra una destreza narrativa que lo aleja de las fórmulas convencionales. Esta colección de cuentos no solo presenta atmósferas densas, sino que sumerge al lector en una exploración psicológica de sus personajes. Como señala el escritor Jorge Monteza, en la literatura de Segura “lo interesante radica en las sensaciones que, tras la lectura atenta, se van produciendo como efecto, precisamente, de buen tratamiento del ambiente, los personajes y un lenguaje dispuesto a la creación de imágenes poéticas”.

En este sentido, su escritura se inscribe en una tradición expresionista, donde el impacto emocional prima sobre el desarrollo lineal de la trama. No es casual que Segura haya sido considerado en la reciente colección de poesía titulada Espacios en miniatura editada por Cíclope Ambicioso, editorial independiente que también publicó en 2022: Expatris, la primera novela del autor.

Desde una perspectiva crítica, el poeta y docente Percy Prado destaca la audacia estilística del autor, comparando su narrativa con la destreza de un “chofer peruano que debe cumplir una ruta, alguien que ha aprendido el oficio en la calle, en la vida misma”.

Una obra que interpela

En Los empaladores del río Avión, Segura demuestra que la literatura puede ser un territorio de exploración de la condición humana sin caer en la complacencia del lector. Sus personajes habitan espacios de tensión, donde la violencia, la desesperanza y la fragilidad de la existencia se manifiestan con una crudeza perturbadora. La ambientación de sus relatos, que parece oscilar entre lo cercano y lo irreal, refuerza esta sensación de extrañamiento.

Leer a Jhonatan Segura es enfrentarse a una propuesta literaria que desafía las estructuras narrativas convencionales. Su narrativa oscila entre lo visceral y lo poético, consolidando al autor como una de las voces más potentes de la literatura actual, recordándonos que el arte, en cualquiera de sus formas, sigue siendo un espejo incómodo, pero necesario de la sociedad en la que vivimos.

Cada cuento de Los empaladores del río Avión presenta figuras que parecen atrapadas en un círculo de fatalidad. No son héroes ni víctimas pasivas, sino personajes que transitan entre la acción y la resignación. Desde criminales hasta policías, desde indigentes hasta periodistas, todos comparten un espacio narrativo donde la vida se reduce a la supervivencia y la moralidad se vuelve ambigua.

El Ablandador, en este cuento, el protagonista enfrenta un proceso judicial tras haber cometido un crimen. La historia no sigue el esquema tradicional de un relato policial donde se busca resolver el caso, sino que se sumerge en la psicología del personaje y en su percepción del destino. La conversación entre policías y el detenido revela no solo la brutalidad del crimen, sino la naturalización de la violencia en ese entorno. Hay una reminiscencia de la literatura de Chandler, pero con un tono más expresionista, en el que la atmósfera de desesperanza se impone sobre la intriga.

En American Indian, el protagonista, Rupert Heinz, es un escritor frustrado que se suicida en su casa, dejando tras de sí una obra plagada de manuscritos. Aquí, Segura juega con la idea del escritor como un ente trágico donde la literatura y la vida parecen estar condenadas a un mismo destino oscuro. La narración se va descomponiendo junto con la mente del protagonista.

El sabor de la carne: Este cuento presenta a un niño que sobrevive en un contexto de extrema pobreza, donde el hambre y la violencia son los únicos referentes de su cotidianidad. Segura construye un relato donde el lenguaje seco y preciso intensifica la sensación de desolación. La relación entre el niño y el perro Maltés funciona como una metáfora de la lucha por la supervivencia, y el desenlace es un golpe brutal que deja una marca indeleble en el lector.

Temáticas recurrentes: violencia, marginalidad y fatalismo

A lo largo del libro, Segura explora la violencia en sus diversas formas: la violencia física, la psicológica y la estructural. Sus personajes no pueden escapar de su destino, están atrapados en un mundo donde la crudeza es la norma y la posibilidad de redención parece inexistente.

Los escenarios en los que transcurren los relatos refuerzan esta sensación de encierro. Pueblos decadentes, calles desoladas, habitaciones estrechas y espacios marginales se convierten en el telón de fondo de historias donde la muerte, la locura y la desesperanza se presentan sin filtros.

Un lenguaje expresivo y una narración que desafía las normas

Uno de los aspectos más notables de Los empaladores del río Avión es su lenguaje. Segura no teme experimentar con descripciones detalladas y expresiones poco convencionales. Su prosa se desliza entre lo poético y lo crudo, logrando imágenes de gran impacto. En este sentido, su estilo recuerda a autores como William Faulkner y Horacio Quiroga, quienes también exploraron la marginalidad y la violencia con una escritura visceral.

El ritmo narrativo varía de cuento a cuento. En algunas historias, como El Ablandador, el diálogo es clave para construir la tensión; en otras, como American Indian, la introspección del personaje domina el relato. Esta diversidad de enfoques demuestra la versatilidad del autor y su capacidad para jugar con las estructuras narrativas.

Un libro que incomoda y deja huella

Los empaladores del río Avión no es un libro de lectura ligera. Cada relato obliga al lector a enfrentarse a la crudeza de la existencia y a reflexionar sobre los límites de la moralidad y la violencia. Segura ha construido una obra que se sitúa en la intersección entre el realismo sucio, la literatura expresionista y la exploración psicológica.

En un panorama literario donde la comodidad muchas veces se impone sobre la provocación, Segura ofrece un libro que incomoda, que sacude y que deja una marca indeleble en quienes recorren sus páginas. Como remarca el poeta Percy Prado: “La diestra caracterización de personajes y sobre todo el notable manejo del ritmo narrativo convierten a este conjunto de cuentos en la más atractiva muestra de la actual literatura arequipeña”.

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Marco Zavalaga
Marco Zavalaga
Estudió las carreras de Economía y Ciencias de la Comunicación en la Universidad Nacional de San Agustín. En 2013 inicia su trabajo en El Búho, donde permanece actualmente.

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