Arequipa se posiciona como una de las regiones más competitivas del Perú, ocupando el tercer lugar en el Índice de Competitividad Regional (INCORE), solo por detrás de Lima y Moquegua. Este resultado responde a mejoras sostenidas en áreas clave como infraestructura, educación, salud, economía e innovación. Estos avances configuran un entorno más favorable para el desarrollo regional, atracción de inversiones y bienestar de la población.
Sin embargo, el crecimiento económico y los logros en competitividad no han sido suficientes para cerrar las brechas sociales existentes. La región enfrenta el desafío de traducir estos avances en oportunidades reales para toda su población. Las principales barreras incluyen la desigualdad en el acceso a servicios públicos de calidad y la persistente informalidad laboral, que afecta la productividad y limita el desarrollo individual y colectivo.
Informalidad y baja productividad: obstáculos para una economía inclusiva en Arequipa
Según datos del Ministerio de Trabajo, Arequipa cuenta con más de 582 mil trabajadores en situación de informalidad, ubicándose como la cuarta región con mayor número de trabajadores sin acceso a derechos laborales ni seguridad social. Esta condición impide el acceso a herramientas esenciales como tecnología moderna, financiamiento y capacitación técnica, factores fundamentales para elevar la productividad. Especialistas advierten que, sin impulsar la formalización y fortalecer la capacitación, será difícil consolidar una economía verdaderamente competitiva e inclusiva en la región.
A eso hay que sumarle el persistente centralismo que prioriza las inversiones y capacidades e incentivos en la capital.
