Informe |
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Los que sufrieron el terrorismo en Arequipa Víctimas ignoradas Limitar con Ayacucho significó para la provincia de Caravelí miedo y muertes. Fue la provincia más atacada por el terrorismo de Sendero Luminoso en Arequipa. En dos de sus distritos mataron a sus autoridades, pero las incursiones terroristas ocurrieron en muchos de sus pueblos. Sólo uno de esos ataques está en el informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación. El resto es una historia no contada oficialmente.
Siempre he tratado de olvidarlo", responde Wilfredo Barrientos Prado. Tiene 47 años, la misma edad de su padre, Abel Barrientos Ramos, cuando fue asesinado por terroristas el 8 de enero de 1990 en Huanuhuanu, distrito de Caravelí, donde don Abel iba a asumir la alcaldía. Él fue una de las cinco personas que los senderistas mataron en el pueblo. No es el único episodio de sangre en Caravelí. El 30 de diciembre de 1990 los terroristas también ingresaron a Acarí. Allí mataron a su alcalde, Raúl Cárcamo Granda. También hubo ataques en los distritos de Caravelí, Cahuacho, Quicacha, Chaparra y Jaqui, recuerda Camilo Cárcamo Mattos, primo de Raúl y actual alcalde provincial de Caravelí. En esos días tenía 25 años. El día de la matanza Eran casi las 5 de la tarde cuando un grupo de 40 terroristas llegó en camionetas y a pie. Iban de casa en casa para sacar a la gente. A todos los reunieron en el colegio 40297 de Tocota (capital de Huanuhuanu). Allí explicaron su absurda doctrina. Luego llamaron a las autoridades y a dos ingenieros de la mina Caravelí que queda en la zona. Esta mina era de propiedad de la familia del ex presidente Fernando Belaúnde. Quizá por ello, los terroristas se ensañaron con Huanuhuanu. Wilfredo cuenta que su padre no estaba en la lista. "El alcalde saliente, Nieves Neyra, dijo que ya estaba terminando su gestión, entonces preguntaron por el nuevo alcalde y mi papá levanto la mano. Si no lo hubiese hecho estaría vivo", relata Wilfredo. Es más, detrás suyo estaba un ingeniero de la mina a quien también llamaron pero él no respondió y así se salvó. A ellos se los llevaron. "Vamos a conversar…quédense acá una hora", dijeron los terroristas. Antes de que se cumpla ese plazo la gente salió para buscarlos. Sólo hallaron sus cadáveres en una casa abandonada. "Tenían las manos amarradas hacía atrás…les cortaron el cuello, sólo dejaron unidas sus cabezas con la piel de la nuca. Así encontré a mi padre", relata Wilfredo y luego calla. Junto a su papá fueron asesinados el alcalde saliente Nieves Neyra Barrientos, el gobernador Eloy Caballero Pantisonco y los ingenieros José Choy y Luis Talavera Paredes.
Hace 20 años en Huanuhuanu no había ni luz, ni teléfono, ni comisaría. Fue Carlos Neyra, hijo de Nieves, quien caminó hasta Chala para avisarle a la Policía de la matanza. Este es el único hecho que la Comisión de la Verdad y Reconciliación ha considerado en su informe. Muerte en Acarí Cinco días después de la Navidad de 1990, la desgracia llegó a este distrito de Caravelí. Eran casi las 7 de la noche cuando entraron los terroristas. Mientras marchaban por las calles pedían a la gente que vayan a sus casas, cuenta Victoria Medina, pobladora de Acarí. Desde sus hogares escuchaban explosiones. Los locales de la comisaría y la municipalidad fueron destruidos y las tiendas saqueadas. Los terroristas buscaron a las autoridades. La mayoría había huido excepto el alcalde Raúl Cárcamo Granda, de 55 años. "No quiso hacerlo porque no tenía nada de qué arrepentirse, pensaba que los terroristas sólo atacaban a las malas autoridades, tuvimos 10 minutos para huir, pero él prefirió enfrentarlos", cuenta su viuda Emma Montoya. Fue ella quien abrió la puerta. A ella y a sus hijos les ordenaron que entren a la casa. Su esposo se quedó en la puerta arrodillado. "Le preguntaron sobre su gestión y no encontraron motivo para juzgarlo. Él trajo la luz al pueblo y canales de televisión, muchas más obras, éramos gente del pueblo…", dice doña Emma. Pocos minutos después escuchó la voz de un niño -"tendría unos 12 años, era gordito", dice-, que preguntó "¿disparo?". "Dispara pues", le respondieron. Su esposo estaba muerto, mientras en su sala una bomba casera explotaba.
Más terror Sendero llegó a Chaparra en octubre de 1990. Camilo Cárcamo vivía allí cuando los terroristas ingresaron a su casa para llevarlos a la plaza del pueblo. Delante de todos incendiaron el municipio y la comisaría. "Los policías se salvaron de suerte porque antes estuvieron jugando futbol y no estaban uniformados, pasaron como pobladores…el retén se salvó porque huyó trepando un árbol de pacay que había dentro de la comisaría", relata. En este ataque no mataron a nadie pues, según el alcalde, los terroristas no tenían intención de atacarlos sino que fueron a robar los explosivos de una mina cercana. Luego les prometieron que regresarían para reclutar a los jóvenes y así lo hicieron. Se llevaron a unos 60 chicos. Incluso uno de ellos fue asesinado en un enfrentamiento con la policía en el distrito de Caravelí. Lo mismo pasó en otros pueblos. Además había ocasiones en que prácticamente los secuestraban. "No podíamos salir del valle, los terroristas llegaban de noche o madrugada y se llevaban la comida o pedían cosas…a veces el Ejército hacía lo mismo... Era una incertidumbre total", relata el alcalde Cárcamo. Del mismo modo, a Huanuhuanu regresaron en busca de senderistas disidentes que huyeron hacia este pueblo, cuenta su actual alcalde, Santiago de la Cruz Rosalino. Encontraron a 4, los mataron y sus cuerpos los dejaron en la carretera como si fueran animales, dice. Estos trágicos hechos forman parte de una historia que nadie ha querido reconstruir. Una muestra de que el terrorismo sí afectó a Arequipa, en su provincia más alejada y menos atendida. Una historia que no se puede ignorar y mucho menos olvidar. (Milagros Tairó)
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