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Un vistazo a cómo vivían los hombres de Dios

Los secretos de la Catedral

Desde valiosos cuadros que tienen siglos de antigüedad, pasando por joyas de oro y diamantes, hasta la ropa ceremonial que utilizaron los arzobispos de Arequipa, se pueden observar en cuatro salas abiertas al público en lo que se ha denominado el nuevo Museo de la Catedral.

La fatalidad le vino siguiendo los pasos desde Santo Domingo, el día que lo nombraron primer arzobispo de Arequipa. Se llamaba Cristobal Rodríguez y la muerte lo alcanzó viajando por Panamá en el año 1613. Y aunque nunca gobernó ni pisó la arquidiócesis de Arequipa, su retrato contrariado es uno de los que da la bienvenida al público en la primera de las cuatro salas del recientemente inaugurado Museo de la Catedral de Arequipa.

Curiosamente por estos días, en la catedral pasa lo mismo que con el infierno: como es gratis a la mayoría le da curiosidad entrar. Las filas de visitantes locales y extranjeros dan varias vueltas y serpentean hasta el ingreso del museo. Entrar puede tomar cerca de dos horas, pero esta cola sí vale la pena. Sólo hasta éste domingo, su ingreso cuesta nada más que paciencia.

Retrato de museo

Antes de dar con la primera sala hay que pasar por el costado del órgano de la Catedral. El inmenso instrumento de fabricación belga construido en 1800, aún funciona. Pero como a un viejo moderadamente infiel, en Arequipa solo lo tocan dos personas y de vez en cuando.

En la primera sala del museo antes funcionaba el cabildo catedralicio. Que es donde, hasta hace dos meses, se reunían los canónigos que se harían cargo de gobernar momentáneamente la arquidiócesis si monseñor Del Río Alba nos dejara intempestivamente. En este recinto se puede apreciar una bula papal de Paulus VI (que es como un decreto), y un copón de ostias que se considera milagroso por no haber desaparecido derretido en el incendio de la Catedral en 1868. También se ve el retrato, en una versión última y muy humilde, de Monseñor Goyeneche, el arzobispo más generoso y fashion que tuvo Arequipa. Su guardarropa da cuenta de eso.

Con brillos de oro

La segunda sala contiene el tesoro de la Catedral. Se trata de piezas de orfebrería invaluables. Desde un enorme rosario de oro laminado, con cruz de nácar, un prendedor de oro esmaltado con incrustaciones de esmeraldas, hasta una custodia de oro y diamantes hecha por Narciso Práxedes Soria, en la España de 1849, y enviada a Arequipa.

Otro de los tesoros es el pelícano de plata. Una joya de casi un metro de alto que apunta con el pico a su pecho y representa el mito del pelícano que rasga su carne para alimentar con su propia sangre a sus polluelos cuando ya no hay nada de comer. Una imagen que la Iglesia Católica relaciona con el sacrificio de Jesús. No obstante la belleza de la joya, quien la construyó jamás vio un pelícano, por lo que el ave es una mezcla de fénix con pavo real. Curiosamente esta pieza, que por el 2005 fue presentada en una exposición en Washington, le dio la idea de poner en exhibición los tesoros de la catedral a Franz Grupp, director del INC y encargado de este museo.

Otra joya que despierta admiración es una custodia de oro y plata de casi metro y medio. Fue construida en España con el oro y las joyas que los creyentes arequipeños enviaban hasta la madre patria. Brillan también dos coronas de oro, una de espinas y otra de la patrona de Arequipa, la virgen de la Asunción.

Santos guardarropas

La tercera sala muestra los ornamentos y paños litúrgicos de los prelados que pasaron por la arquidiócesis. Destaca una capa pluvial mandada a confeccionar por Goyeneche con hilos de oro. La capa, recargada de adornos, pesa cerca de 25 kilos y era usada para las festividades religiosas. A su costado se aprecia otra capa negra, también bordada en oro, usada para las ocasiones de duelo. Hay además otros tantos artilugios y prendas que con el paso del tiempo quedaron en desuso por su falta de practicidad. Se cuentan entre ellas unas quirotecas, que fueron como las antecesoras del guante, y unas cáligas, especie de pantuflas bordadas con suelas de cuero. Artículos como el limosnero, el porta paz, y otras prendas se exhiben también en esa sala.

La fe en el techo

La cuarta sala está dedicada a la pintura. Luego de un breve repaso por obras coloniales, se exhibe el trabajo del artista Francisco Laso. Uno de los primeros promotores artísticos del mundo indigenista, ya en la época republicana. Las obras de este tacneño se aprecian en cuatro grandes cuadros. Finalmente, la visita al museo culmina en el techo de la Catedral. El recorrido permite tener acceso al campanario y a una interesante vista de los volcanes que rodean nuestra ciudad. De noche, el paisaje se ve mucho mejor desde esa ubicación; no obstante, el museo solo abre de 9 a 5 de la tarde. (José Luis Márquez)

Ostentosa. Custodia de oro y plata mide más de un metro.

 

Antigüedades. Portapaz, limosneras y otros artículos que Iglesia dejó de usar.

 

Apóstoles. Cuadros republicanos pintados por Francisco Laso.

 

Pelícano. Hecho enteramente de plata, representa el amor de Cristo.

 

 

Lujo. Capa pluvial bordada con hilos de oro. Fue usada por obispo Goyeneche.