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Adela Montesinos Un siglo de feminismo Aunque no exhaustiva, la siguiente es la historia de una de las mujeres m�s notables de Arequipa de comienzos de siglo, la historia de un compromiso s�lido entre lo que se dice y lo que se hace, la historia que no termina de hacerse porque a�n se sigue escribiendo sobre ella, la de la consecuencia, la de los cien a�os de Adela Montesinos.
Esta narraci�n se inicia el a�o 1910, cuando a Arequipa le crec�an nuevas avenidas y se constru�an puentes que cruzaban el viejo y caudaloso r�o que observa impasible hasta hoy el impulso de su ciudad. Un impulso, que hace exactamente un siglo, no s�lo era evidente en la arquitectura y expansi�n de los horizontes, sino, aun mas importante, en la solida sinergia de la respetable y madura clase intelectual. De esa sobria cantera de intelectuales emergi� precisamente Adela Montecinos, quien, como an�cdota, no naci� en la cuna de blanco sillar y el verde campo de Arequipa, sino en medio de la humedad y el cielo gris de Lima. Pero eso, como bien apunta Dunia Espinoza Montesinos, su hija, solo fue circunstancial. Luego todo vino de esta ciudad. La primera formaci�n la recibi� un par de a�os en un colegio de se�oritas, del cual fue expulsada por llevar consigo al proscrito de V�ctor Hugo; lo dem�s lo aprendi� en casa del padre progresista, y en especial de los cientos de libros acodados en el entorno familiar. Ya a los 19 a�os era una mujer inquieta e inquietante. Su participaci�n en la fundaci�n del partido comunista de Arequipa es un primer gesto que luego dio paso a una pasi�n mayor: la escritura. A�os antes, en sus constantes lecturas hab�a descubierto los postulados de Gregorio Mara��n, un cient�fico espa�ol que postulaba la igualdad de capacidades entre el hombre y la mujer. Esta y otras lecturas innovadoras animar�n a Adela Montesinos a redactar una serie de art�culos de �ndole feministas para el diario Noticias y que, como es obvio, causara un revuelo sin igual en la ciudad. Todos estos art�culos escritos bajo el pseud�nimo de Alma Moreva, en el transcurso del a�o 1930 representan la primera manifestaci�n de un discurso feminista coherente en Arequipa. Claro est� que no representan la problem�tica general de la mujer arequipe�a, y que mas bien versan sobre el entorno social al cual pertenec�a Adela. De tal forma, problemas como la de la dependencia econ�mica de la mujer por el hombre o la seducci�n y posterior aprovechamiento de los hombres en pos de la escala social, o simplemente el problema que significaba el ser una madre soltera son temas que tratar� ampliamente en sus art�culos publicados en el diario arequipe�o. Todos los art�culos, bien argumentados y pulcramente escritos, causar�n de inmediato una pol�mica en la cual se evidenciaba la rancia y conservadora sociedad arequipe�a. Su defensa de los derechos de la mujer atrajo el esc�ndalo de pocas, pero m�s fueron las que apoyaron las nuevas ideas que Adela a sus 20 a�os impart�a no sin temor de ser descubierta en su identidad. Precisamente debido a ello es que decide dejar Arequipa y residir por un tiempo en la capital. Llega a Lima el a�o 1930,. De inmediato se vincula al grupo Mari�tegui y otros c�rculos cercanos a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos donde conoce a su primer esposo. Pompeyo Herrera es un dirigente estudiantil comunista y debido a su constante actividad pol�tica es encarcelado y torturado en El Front�n. Su destierro se inicia en Centroam�rica, pero recae definitivamente en Santiago de Chile, hacia donde Adela, su esposa, viaja con Guillermo, su primer hijo. En Santiago, luego de una penosa tuberculosis, Pompeyo muere y deja viuda a Adela a los 24 a�os. Durante este tiempo se vincula al movimiento por la emancipaci�n de la mujer chilena y publica algunos art�culos en el peri�dico "La Mujer Nueva". 3 a�os despu�s vuelve al Per�. Se inicia entonces una �poca de cierto sosiego. Se casa por segunda vez en Arequipa con Gustavo Espinoza y junto con su nueva familia viaja al Valle de Tambo donde residir� por varios a�os. Es en este pueblo donde se inicia otra de las pasiones de Adela: la poes�a, que casi al final de su vida publicar� en un peque�o libro titulado "Arcos Hondos". Pero vida y obra no est�n, no podr�n estar nunca en unas cuantas l�neas. Se escribir�n art�culos y notas celebres, como la del periodista Gustavo Gorriti, que en Caretas recordaba la casa de Adela como un lugar donde todo era escaso, pero no as� los libros. Se publicar�n libros y todos podr�n leer cada uno de sus art�culos y poemas, pero lo que no se podr� hacer ser� saber m�s all� de lo que la obra permite y la vida restringe. Esas cosas solo quedar�n en el recuerdo de algunas cuantas personas, como el de su hija Dunia, que ahora vuelve a la ciudad de su madre para devolver algo que le pertenec�a. (Arthur Zeballos) |