Crónicas Descarriadas

JESÚS MARTÍNEZ MOGROVEJO

Arde Bagdad: la cultura en Arequipa

Nada mejor para conocer su propia ciudad que la de servir de guía a algún vistante. Aprovechando las fiestas, me visitan y yo orgullosísimo como buen characato saco pecho por mi tierra y la muestro presumido. Que tal centro comercial va a mejorar la economía de tal distrito; que tal pista ha sido inaugurada hace poco y conecta tales zonas; que el "progreso" ha llegado y nadie lo detiene; que somos la envidia del resto de regiones, etc. "¿Y la cultura?", me preguntan. "Ya verás que diferente es Arequipa respecto al resto de ciudades, aquí la cultura sí es un valor democrático", decía ufano yo; "ay, inocente de mí", ¡cuánto me arrepentí de haber sido tan ligero de criterio! Primero, llevé a mi tolerante invitada al Museo de Arte Contemporáneo y cuál no sería mi sorpresa al encontrarme con una exposición temporal sin pies ni cabeza, que solo cumplía con lo mínimo: "exhibir". La falta de criterio artístico además había llevado a los encargados del MAC a apretar de cualquier manera toda la colección permanente en el segundo piso. Un Tola, junto a algún Szyslo o algún Chávez amontonados sin distinción, corriendo el riesgo de dañarse; una escultura rota, las paredes descascarándose, los techos sucios, y detengo esta triste enumeración porque me sube de nuevo la vergüenza a la cara. No sé muy bien cómo funciona el patronato que maneja este museo, pero no puedo dejar de contar el lamentable estado de este espacio que más parecía el zoológico de Bagdad después del bombardeo americano. Para allanar tanta imagen de abandono conduje a mi huésped a la municipalidad, prometiéndole que el excelente museo de la ciudad que allí se alberga compensaría la siniestra visión del MAC. Al llegar, tuvimos que buscar nosotros mismos las llaves del local: "acaba de haber cambio de alcalde, por eso el desorden", nos dice un funcionario para excusar la situación. Desorden fue el que encontramos dentro: objetos incongruentes amontonados frente a los excelentes paneles que hizo Miguel Barreda. El pomposo "Museo de la Ciudad" resultó ser una especie de "botadero municipal" de cosas que no sirven. Tuve pues que aceptar humildemente que demografía no implica ser una gran urbe. La cultura en Arequipa es una catástrofe, lejos de la imagen que brinda al turista no hay espacios decentes para su expresión. En definitiva, aquí la cultura no es un valor y como prueba nada mejor que algo que ya denuncié en su momento: el despido reciente del ICPNA de la única gestora cultural de la ciudad, Angela Delgado.