Café para tres

Espectáculos

Los homenajes fueron para los consagrados. Mick Jagger y Bob Dylan, dos enormidades dentro de la música, cantaron en vivo en el show de la 53 entrega de los Grammy. Ellos no necesitaron de ninguna parafernalia de luces y colores para demostrar lo que es música. Caso contrario para todos los demás, que se parapetaron tras un show de fuego y vestuario que fue lo más llamativo, antes que el talento que pudieran exhibir.

Lady Gaga se apareció metida en un huevo sintético que se abrió sobre el escenario para parir a la diva. Acostumbrados a sus ampulosas actuaciones, el detallito ovoide no llamó la atención más que las extrañas prótesis que lució sobre los hombros. Por cierto, cantó el primer single de su nuevo álbum pero eso a muy pocos les importó.

Si hubo una Lady que destacó en la noche de los premios fue Lady Antebellum, el trío de pop country que se llevó el premio a Mejor Canción del año, y otros 4 galardones más. Su baladita «Need you now» es un éxito global, provocando ventas de más de 4 millones de discos, etiquetándolos como la gran revelación de la música.

El gran perdedor de la noche (valga el cliché) fue el rapero Eminem, que no pudo hacerse con el título que buscaba «Disco del Año». Ese fue para los canadienses de Arcade Fire, acaso la banda desconocida más famosa del momento.

El púber Justin Bieber tampoco pudo ganar el premio a mejor artista revelación. Ese fue para Esperanza Spalding, una dotada cultora del jazz. A veces esta Academia sí le acierta al talento sobre la propaganda.